BourgeoisieCapitalismCommunismDemocracySacco y VanzettiSocial DemocracyWorking Class

LABOR LABOR ASPECTOS DE LA ESTABILIZACION CAPITALISTA Por el Prof. Félix Frankfurter Universidad de Harvard rrancarle sus reinvindicaciones inmediatas y defender su deereho a la vida.
El Proceso Sacco. Vanzetti TRAICION DEL REFORMISMO La Crisis de la Industria Textil en en Inglaterra POR DEMETRIO TELLO 500. 000 DESOCUPADOS EN LANCASHIRE Res de Julio alcanzaba a 154, 100.
es en donde van colocar este exceso de producción. Enrarecidos los merca.
dos, dividido el campo colonial y semicolonial, la fricción entre los países industriales agravaria más las contradicciones de los imperialismos rivales. en lo que respecta a las consecuencias ulteriores de la racionalización, si es verdad que la clase obrera resistiría todo el peso de tal transformación, los gobiernos que se sucedan en Inglaterra tendrían que hacer frente a una crisis más grave por la falta de trabajo, puesto que la transformación del utillaje técnico y la racionalización, hacen inútil la conservación en la industria racionalizada del mismo número de obreros. Estos disminuyen necesariamente en todas las industrias que se racionalizan y los que se quedan sin trabajo engruesan el contingente de desocupados que ya son numerosos en Inglaterra y amenazan transformar el orden social del más viejo y rapaz de los imperialismos.
LAS CAUSAS DE LA CRISIS (Continuación Véase el No. de LABOR. II En lo tocante al crimen, se trata de un caso corrier de robo de dinero destinado al pago de salarios. En el juicio oral no se discutió el asesinato de Permenter y Berardelli. El único punto en debate fué la identidad de los asesinos. Eran Sacco y Vanzetti dos de los asaltantes de Parmerier y Berardelli o no lo eran. Sobre este punto se produjo en el proceso un cúmulo de pruebas contradictorias. Cincuentinueve testigos depusieron en favor de la acusación, y noventinueve en favor de los encausados. Las pruebas ofrecidas por aquella. no eran las mismas contra los dos procesados.
La tesis de la acusación era que Sacco hizo fuego mientras Vanzetti se hallaba sentado en el automóvil, entre los demás cómplices del atentado de homicidio. Algunos testigos declararon haber visto ambos procesados en South Braintree en la mañana del 15 de abril; pretendieron reconocer en Sacco al individuo que hizo fuego contra el guardián Berardelli y haberio visto enseguida huir en el automóvil.
Ofrecióse un testimonio pericial. cuya indole, a la luz de sucesos posteriores, constituye uno de las rasgos más importantes del proceso y del que se hablará más adelante) encaminado demostrar que una de las cuatro balas LA COMPETENCIA EXTRANJERA extraídas del cuerpo de Berardelli procedía de la pistola Colt encontrada a Secco en el momento de su arresto. En cuanto a Vanzetti, la acusación adujo, pruebas que lo presentaban en el automóvil del crimen. Además, refirióse a la conducta de los enjuiciados, demostrada por los revólveres encontrados en ellos y por las mentiras que ellos convinieron en haber dicho al ser arrestedos, como prueba ulterior de identificación, en cuanto esa conducta revelaba ánimo delictual.
La defensa opuso a los testigos de la acusación otros testigos, algo más numerosos y cuando menos tan circunstanciados en la observación de los a saltantes como aquéllos, quienes declararon que los encausados no eran los individuos que ellos vieron. Estos testimonios fueron confirmados por 0tros que probaron la presencia de Sacco y Vanzetti en lugar distinto del en que ocurrió el crimen al tiempo de este Otros testigos ratificaron el testimonio de Sacco, de que el 15 de abril, día en que faltó su trabajo, se hallaba en Boston gestionando su pasaporte para Italia, donde pensaba regresar en breve, con motivo del reciente fallecimiento de su madre.
La verdad de este aserto confirmóla un funcionario del consulado italiano de Boston, quien declaró que Sacco estuvo en el consulado a hora que le imposibilitaba el haber sido uno de los miembros de la banda criminal de 500. 000 obreros de la región del Lancashire acaban de ser lock utados por los patrones de la industria textil.
Resueltos los obreros a no aceptar una reducción de 12 y por ciento, que los gruesos industriales algodoneros tratan de imponerles, para tentar de esa manera salvar la industria textil amenazada por una crisis aguda, han rebusado someterse a tan groseras pretensiones del capitalismo textil que pretende salvar su crisis con el salario de los obreros. Como consecuencia de esta oposición e intransigencia patronales, se han cerrado 1, 350 fábricas y han quedado en la calle 300, 000 tejedores y 200, 000 hilanderos y cardadores.
Paralelamente a la crisis de la industria carbonífera, la crisis de la industria textil sigue su marcha inexorable quebrantando duramente la vieja armadura del capitalismo inglés, uno de los más potentes de la avant guerra.
Los 500, 000 obreros lock utados van a aumentar el grueso ejército de los sin trabajo, cuyo número, según las estadísticas del Ministery of Labour, fitiene inevitablemente que resentirse la producción y entrenar una crisis, cuyas consecuencias pesan sobre las clases pobres de la Gran Bretaña. Esta falta de perfeccionamiento técnico del utillaje de producción, coloca a la industria británica en condiciones inferiores a las de sus similares extranjeras donde la producción se está racionalizando, cosa que permite a estas últimas hacer una fuerte competencia a la industria inglesa. Racionalizando la industria y perfeccionando el utillaje, países como Alemania, Estados Unidos, Francia, Italia han aumentado forzosamente su producción y entregan al mercado artículos mejor elaborados y a un precio más bajo que sus similares ingleses. La renovación del utillaje y la racionalización de la industria, creen muchos que es el medio de salvación de la economía inglesa amenazada; pero este eventual medio de salud no sabrá rendir sus frutos sin originar serias, dificultades y graves consecuencias. Si la industria inglesa alcalza un perfeccionamiento técnica remarcable, su producción aumentaría en volumen. Pero la cuestión que se plantean inmediatamente los industriales, En Inglaterra y en el extranjero todo el mundo es unánime en señalar las causas siguientes como generadoras de la crisis de la industria textil: 1)
la valorización forzada de la Libra Esterlina; 2) la conservación en la industria inglesa de un utillaje de producción anticuado y no perfeccionado, como en otros países que están llegando al maximum de perfeccionamiento técnico del utillaje industrial; 3) la competencia de los demás países industriales y la reducción de mercados que se van rarificando diariamente.
Antes de la guerra la Gran Bretaña figuró como el primer país importador de algodón y como exportador de productos derivados. Las conseuencias de la guerra, el reparto del campo colonial, el desarrollo de la industria textil en otros países y la competencia, han herido a la industria textil inglese, cuya exportación en 1927 no alcanzó sino a un 57 por ciento de las exportaciones que se efectuaban en 1913.
Conservando la industria inglesa en general su utillaje de avant guerra, Paralelamente a las insolencias patronales contra los obreros, los reformistas del Labour Party han corrido en auxilio de los industriales algodoneros. Mac Donald mismo en persona ha comenzado la campaña y pare nadie es un secreto su intención de imponer a los obreros el principio del arbitraje. Arbitraje que se traducirá por una disminución de salarios. Los reformistas del Labour Party ya están pidiendo a los obreros ingleses de hacer nuevos sacrificios en el interés de la nación. Todo el mundo sabe lo que significan estos sacrificios continuos de parte del proletariado inglés. Con las disminuciones de salarios, con los impuestos de todo género que hoy eplastan a las clases laboriosas de aquél país, el imperialismo inglés y sus gostenes social demócratas preparan nuevos conflictos, nuevas agresiones.
La defensa de los industriales ingleges por los laboristas que se encuentran en el poder, viene a aclarar profundamente la conciencia de los obreros no solamente de la metrópoli sino también de las colonias. La impotencia del gobierno conservador de Waldwin, para conjurar la crisis económica y la falta de trabajo, abrió la ilusión en las masas obreras de llevando al poder los social demócratas, su situación se vería mejorada, teniendo en cuenta al programa demagógico de Mac Donald que ofreció la nacionalización de la industria del carbón. Nacionalización que él sabía no la iba a cumplir, como que no lo ha cumplido ni la cumplirá jamás dada la posición del Labour Party, partido político de consolidación capitalista y de colaboración de clases. Se le mostró al testigo un retrata: actual de él, por Mr. Williams. Dice usted que me diria que es ál, sino que es su imagen cabal7 ¿Qué entiende por eso? Bueno, pues que ha tomade el mismo aspecto.
En las repreguntas, Pelzer convins en a raíz del arresto de Sacco, el 07 de mayo, fué incapaz de hacer dentificación alguna, y esta incapacidad suya de mayo de 1920 para hacer la identificación que hizo en junio de 1921 la confirmaron tres de sus cong pañeros de trabajo. Dos de ellos atas tiguaron que en vez de alzar la venta na se escondió bajo un banco y el ter cero dijo además: Yo le of decir que no vió a nadie.
Las tergiversaciones y falsificaciones de Pelzer arrancaron el siguiente pa negirico al Fiscal Distrital Sr. Kat man: Fué aquí lo bastante france, seão res, como para confesar que anterior mente falsificó dos veces a ambas par tes, tratándolas igual y análogamente y les dió sus razones para obrar ask.
Me parece que agregó que hasta en tonces no había comparecido ante us tribunal. Si no lo dijo él, alguien do dijo y lo confundí con él; pero ello tiene poca importancia. Ahora él se crce tan respetable y tan varonil como para revelarles sus falsedades anterio.
res y las razones que tuvo para incu.
rrir en ellas. Si las aceptan, señores den a su testimonio el peso que dices debe dársele. Lola Andrews, mujer de dudose reputación, declaró que a eso de las 11 a. del dia del crimen, estando er: compañía con una señora Campbell, vió un automóvil parado delante de 16 fábrica Slater and Morrill. En el inte rior del coche vió a un hombre muy rubio (concedido que no pudo ser Sacco ni Vanzetti) y a otro inclinado so.
bre la capota del coche, a quien des cribió como a un hombre de tez os cura. Entró en la fábrica en busca de tarea, sin trabar conversación eon ninguno de los hombres. Al salir quince minutos después el individuo moreno estaba tendido bajo del coche en actitud de apuntar a algo y ella le preguntó la dirección de otra fábrica, que él se la dió. Eso fué todo lo que hablaron ambos. raíz del arres to de Sacco, llevada a la cárcel de Did.
ham, identificó a Sacco como el hombre de tez morena, y lo volvió a identi ficar en el juicio oral. Como se le ocurrió asociar al honabre moreno tendido bajo el coche con los asesinatos, que acaecieron cuatro horas después? Querría usted decir si el hombre tenía cara más gruesa más delgada (que el individuo de la foto.
grafía mostrada a la testigo. No lo sé. Tenía cara burlo TAREA DEL PROLETARIADO INGLES jero Lochak; la última, con su risa constante, la del cerrajero Gromada; entre ambas, una que jamás había visto.
una SI Braintree. La afirmación de Vanzetti de que el 15 de abril se hallaba ocupado en su trabajo habitual de vender pescado, fué amparada por multitud de testigos, clientes suyos en aquel día.
Resulta evidente de este resumen que la veracidad del testimonio que colocó a Sacco y Vanzetti en South Braintree el 15 de abril es la piedra angular del proceso.
En consecuencia, examinemos el referente a cada uno de los procesados: El referente a Sacco: La calidad del testimonio de los cinco testigos que identificaron definitivamente a Sacco como ocupante del automóvil o presente en el lugar del crimen al ocurrir éste, requiere examen crítico. Dichos testigos fueron Mary Splaine, Frances Devlin, Lola Andrews, Louis Pelzer y Carlos Goodridge. La Splaine y la Devlin trabajaban en el segundo piso de la fábrica Slater and Morril, cuyas ventanas daban al cruce del ferrocarril, situado a sesenta pies de distancia. Ambas oyeron los tiros, corrieron a la ventana y vieron a un automóvil cruzar la vía.
La identificación de Sacco por la Splaine como uno de los ocupantes del coche fugitivo fue uno de los fundamentos principales de la acusación. Divisando la escena a una distancia fluctuan e entre sesenta y ochenta pies, vió la testigo a un hombre hasta entonces desconocido para ella, dentro de un automóvil que corría a razón de quince a dieciocho millas por hora, y lo vió sólo en un trecho de unos treinta pies, o sea, durante uno y medio a tres segundos de tiempo.
Sin embargo, al cabo de más de un año, declaró: El hombre que se veía entre el asiento delantero y el trasero era un aujeto un poco más alto que la testigo.
Podría pesar de 440 145 libras. Era musculoso y tenia aspecto de activo.
Su mano izquierda era de tamaño re.
gular, una mano que revelaba fuerza. Pregunta. dónde estaba la mano que usted dice vió?
Respuesta. Era la mano izquierda que estaba puesta en el respaldo del asiento delantero. El hombre tenia una camisa o algo que me pareció así, gris o grisácea, de color como azul, y su ca.
ra era lo que llamaríamos una cara a.
bierla y franca. Por aquí (indicando)
era algo estrecha, solo un poquito. La frente era despojada. El cabello estaba peinado hacia atrás y me parece que medía de dos a dos pulgadas y media de largo, y tenía cejas oscuras, pero sa cutis era de un color blanco, de un blanco raro que parecía verduzco. Es ose el mismo hombre que usted vió en Brockton. Si. Está usted segura? Positiva monté.
La asombrosa agudeza de visión de la Splaine era, en realidad, resultado de un año de reflexión. Inmediatamente de arrestado Sacco, la policía, violando el procedimiento establecido de identificación de los sospechosos, puso a Sacco solo en presencia de la Splaine.
Luego vino, al cabo de tres semanas la audiencia preliminar en la que Sacco y Vanzetti fueron obligados a comparecer ante el gran jurado. En esta, audiencia, apenas cuarenta días después del crimen, la Splaine fué incapaz de identificar a Sacco. No se siento usted lo bastante segura en su criterio como para afirmar que él es el hombre. No creo que la oportunidad que tuve me dió el derecho de afirmarlo. cuando se le hizo advertir esta contradicción entre su incertidumbre un mes después de presenciar el hecho y su certeza más de un año después, se disculpó al principio alegando inexactitud en la trascripción de las minutas estenográficas, cargo que abandonó más tarde, acabando por 808tener que. Al comparar, reflexionando, la imagen que se me grabó de él ante el tribunal de Quincy con la del hombre.
que vi en el automóvil, llegué a la con.
vicción de que correspondía a la misma persona.
Llegó el momento de las repreguntas: Al llegar junto a ellas, les dejó o, metiéndose entre los matorrales, y les saludó militarmente: Salud, camaradas!
Las tres mujeres le miraron como si fuera un vagabundo y se apartaron también, metiéndose entre las hierbas. La última, la del rostro sonriente, le dijo al mirarle como una gaHina espantada. Sigue adelante. Hay por los caminos demasiados mendigos, errantes como perros, y no hay por qué darles a todos los buenos días. Decid, pues, zorras! No me conocéis?
La vieja Lochak le miro sombríamente (las viejas brujas miran siempre asi) y dijo en voz baja, como respondiéndose a sí misma. Seguramente es Glieb. Cae del cielo cuando nadie necesita de él; es bien desgraciado. siguió su marcha, volviendo a aspecto desolado.
La mujer de Gromada rió, pero no dijo nada. Sólo cuando llegaron cerca del muro se paró, y, volviéndose, gritó. Apregúrate, mujik. Si has perdido a tu mujer, búscala. Si la encuentras, casaos de nuevo.
Glieb examinó a las mujeres sin reconocer en ellas las amables vecinas de antes. Sin duda, la vida había maltratado a las mujeres de la fábrica!
Mas he aquí la vieja cerca del jardinillo dos sajes (1) cuadrados y el mismo mirador. La cerca ostenta La huella del tiempo y de los vientos del noroeste, que soplan en el invierno. La madera, de color azul, carcomida, se deshace. Glieb, al tocar la puerta con la mano, sintió que la cerca azulada se estremecia hasta su base.
Un segundo más, y Dacha se abalanzará a él con un grito. Cómo le acogerá después de tres años de ausencia, a él, que ha luchado con el fuegs y con la muerte. Le creerá perdido, o supondrá que él la ha olvidado? Es posible también que le espere todos los días, desde aquel en que la dejó sola con Niurka, en su habitación y se marchó, pasando desapercibido en la noche enemiga.
El hombre dejó caer al suelo, cerca de la valla, el grueso capote de pa210 gris y lucgo descargó sobre el el Su respuesta ante el tribunal inferior fué que usted no tuvo oportunidad de observarlo. Qué quiso usted decir cuando dijo que no tuvo oportunidad suficiente; sirvase decir, no travo oportunidad suficiente para observarlo? Sí, porque pasaba por la calle. Pasaba por la calle, sy ustod no tuvo oportunidad suficiente para observarlo como para poder identificarlo? Eso es lo que quise decir. Esa fué la única oportuni.
dad que usted tuvo? Sí, señor. No tuvo usted más oportuni.
dad que un vistazo rápido? El recuerdo de eso.
Veamos como comenta este testimonio el Dr. Morton Prince profesor de Psicología Dinámica de la Universidadde Haryard: No titubeo en decir que la testigo principal de la acusación testificó, a no dudarlo de buena fé, una cosa psicológicamente imposible. Miss Splaine declaró, aunque sólo vió a Sacco en el momento del disparo a una distancia de unos sesenta pies y durante un tiempo de uno y medio a tres segundos, en un automóvil que corría a una veloci.
dad creciente de más o menos quince a dieciocho milas por hora, qué vió, y al cabo de un año recordaba y podía describir, dieciséis detalles diferentes de su persona, hasta el tamaño de la mano, la longitud de su pelo, estimán.
dola entre dos y dos y media pulgadas, y la sombra de las cejas! Percepción y memoria semejantes en tales condiciones puede probarse sin esfuerzo que son psicológicamente imposi.
bles. Cualquier psicólogo lo sabe, y así lo manifiesta Houdini. qué pensaremos del ánimo y la honradex de la acusación que ofrece ese testimonio como instrumento de convicción, sabedora de que el jurado es harto ignorante para negarlo crédito. La Devlin se limitó a decir ante el tribunal de Quincy, un mes después del homicidio: El (Sacco) se parece muchísino al hombre que de pie en el asiento trasero hizo fuego. Afirma usted positivamente que él es el individuo que usted vió? No lo afirmo positivamente.
Cosa de un año después, en el juicio oral, ya no dudaba y cuando se le preguntó: Ha dudado usted alguna vez de su identificación de este hombre. respondió No. explicó así la discrepancia manifiesta de una identificación que llega a convertirse en certeza por el mero transcurso de tiem po, sin ulterior oportunidad de verificación: Por entonces tenía para mí que él era el hombre, pero considerando la enormidad del crimen y de todo me repugnaba decir la verdad sin rodeos.
El testimonio de otros dos testigos oculares respalda la improbabilidad intrínseca de una identificación tan precisa a base de una rápida ojeada de un desconocido en medio del barullo de una alarma repentina. Esos testigos, Ferguson y Pierce, desde una ventana del piso superior situada sobre la de.
la Splaine y Devlin, observaron exactamente lo mismo que éstas; sin embargo, se vieron en la imposibilidad de bacer ninguna identificación. Pelzer, aprendiz de cortador, juró que al oir los tiros alzó la mampara de su ventana echó un vistazo a la escena y vió al hombre que victimó a Berardelli. Cuánto tiempo permaneció usted en la ventana. Pues me parece que como un minuto qué bizo watod durante cae tiempo? Vi todo lo que pasó, entonces, como en un minuto.
Esla declaración sirvió de base para la siguiente identificación: Ve usted en la sala al hom.
bre a quien vió usted ese día disparar contra Berardelli? Bueno, yo no diría que es él, sino que es sa imagen cabal. El tes.
tigo senala a Sacco. Lo ha vuelto usted a ver des de entonces hasta que lo vió en la sala? No, seior.
saco que llevaba a la espalda. El gorro de tela, con la estrella roja abierta, cayó junto al saco. Permaneció inmóvil un momento, alzó los hombros bruscamente, hizo con los brazos albunos rápidos molinetes (era necesario tranquilizarse. limpiándose con la manga del uniforme, a cada movimiento, el sudor que le caía por la cara y que no llegaba a enjugar. Miraba las gradas de la puerta, sobre las que ésta, cerrada ante el enigma, parecía chirriar en su marco negruzco.
Apenas había bajado el brazo y volvía a hacer con él un movimiento circular, cuando la puerta se abrió y. Era Dachka, o no?
Una mujer con la frente ceñida por un pañuelo rojo, vestida con una blusa de hombre, apareció en el marco de la puerta y fijó en él una mirada adusta, el entrecejo fruncido. cuando su vista encontró la sonrisa de Glieb, sus cejas parecieron estallar, desgarrarse, y las lágrimas llenaron sus ojos. Era Dachka, o no?
Era, en efecto, su rostro (la mancha en la barbilla y la nariz redonda)
y su manera de mirar cuando sostenía fija la vista. Dachka! Pero el resto (todo lo que no basta una hora para enumerarlo) era extraño, no era femenino; el resto, él nunca lo había visto antes. Dachka, mujercita. Tú, mi pequeña. bien. Dió un paso hacia ella. Sus botas se escurrieron en el suelo. Abrió los brazos para estrecharla en ellos. No podía contener su corazón. Temblaban sus mejillas.
Ella había retrocedido temblando ante el paso de él y luego permaneció inmóvil en el umbral, espantada ante su vehemencia contra su debilidad de mujer. La sangre le afluía al rostro. Sólo pudo decir suavemente. Eres tú. Oh, Glieb! en la profundidad de sus ojos negros, un temor inconsciente brilló como un relámpago.
Glieb la estrechaba ya entre sus fornidos brazos de campesino y de macho, la abrazaba hasta hacer crujir sus huesos. Ella tenía sobre sus labios la barba cosquilleante del hombre, se abandono su voluntad, completamente inconsciente.
Entonces. estás bien, querida mia. Me has esperado, o te creiste viuda. Oh, amada mía. ella, no pudiendo separarse de él, seguía diciendo, con voz dulce, infantil. Oh, Glieb. Cómo se puede. yo, que no sabía nada. Oh, Glieb!
lo respaldo con el mayor peso posible de su crédito personal. luego ahí está Lola Andrews. Hace más de once años, señores, que desempeño este puesto, y en tan dilatado tiempo de servicios al Estado. no recuerdo haber visto ni oído nunca a testigo tan convincente como Lola An.
drews. Carlos Goodridge (de quien se supo, pasado el juicio oral, que era prófugo de la justicia de otro Estado y que declaró bajo falso nombre) dijo bajo juramento que al tiempo de los disparos se hallaba en una pileta de baños de South Braintree; que al oir los disparos, se encaminó a la puerta y vió venir un automóvil en dirección suys y que al acerearse el a la acera un hombre que estaba en el automóvil le apuntó con un revólver obligándolo a regresar a la pileta. Unos siete meses después identificó a Sacco por primera vez como al sujeto del auto y lo volvió a identificar en el juicio oral.
Cuatro testigos, incluso su patrón, contradijeron rotundamente la tardía declaración de Goodridge. Por enteramente desinteresado que sea, el testimonio identificatorio corre todos los graves azare debidos a las flaquezas y fallas de la observación y la memoria humanas; pero el testimonio de Goodridge, además de cualquier otra tacha, estaba viciado por un interés personal. Al tiempo de declarar como testigo de la acusación, hallábase a punto de ser encarcelado en un juicio por robo, del que estaba confeso; pero se había archivado el proceso. esto es, no se había dictado sentencia y se había sometido a Goodridge a prueba.
El Juez no permitió a la defensa demostrar que el testimonio de Goodridge en favor de la acusación estaba influído por la lenidad de que antes fuera objeto por el Fiscal Distrital en lo tocante a su confesado delito de hurto, así como por el temor de perder su inmunidad. Esta decisión, aunque posteriormente confirmada por la Corte Suprema de Massachusetts, es insostenible a la luz de los principios congagrados en materia de probanzas.
II. Examinemos ahora la prueba testimonial refrente a Vanzetti.
La acusación ofreció dos testigos que pretendieron identificar a Vanzetci como ocupante del automóvil del crimen. De ellos, uno, de nombre Dolbeare, afirmó haberlo visto horas antes del crimen; y solo otro individuo llamado Le Vangie sostuvo haberlo visto en el lugar del suceso. La acusación procuró hilvanar tan endeble testimonio con las declaraciones de otros dos testigos que pretendieron haber visto Vanzetti, el día del asesinato, en lugar diferente de Plymouth, aunque no en South Braintree. Un testigo, Faulkner, declaró recordar a un pasajero de un tren que iba de Cochesett a Boston, quien bajó en East Braintree, a las 54 e identificó a Vanzetti con aquel pasajero. El fundamento del recuerdo de Faulkner era tan frágil y fué tan decisivamente enervado por tres em pleados de ferrocarril, que hace supérflua la exposición ulterior de su testimonio. Finalmente, Reed, un guardavía de cruce, declaró reconocer en Vanzetti al individuo sentado en el asiento delantero de un coche que pretendió identificar con el del crimen. Ello ocurrió a cierta distancia de Braintree, más de una hora después del asesinato.
El testimonio de Reed que colocaba a Vanzetti en el asiento delantero del coche, pugnaba con la tesis de la acusación, que lo hacía aparecer en el de atrás. Por otra parte, Reed atestiguo que el inglés (de Vanzetti) era inequívoco y claro. al paso que en el juicio oral se halló aquél tan imperfecto que hubo de emplearse un intérprete, Harry Dolbeare declaró que a.
proximadamente entre las 10 y 12 a. vió un automóvil que iba por delante de él en South Braintree, con cinco pasajeros, a uno de los cualeg identificó como Vanzetti. dieron la impresión de una pandilla de maleantes. Fué justamente lo que sentí en ese instante. creo quo eso es todo. Es todo lo que recuerdo abora.
No hay más que lo declarado ya por él cuando describe a esos hombres como a una pandilla de maleantes. No sabe si los otros dos hombres que ocupaban el asiento trasero tenían bigote o barba de cualquier clase. No sabe qué clase de sombrero o gorra llevaba el hombre de enmedio que se inclinó hacia adelante para hablar. No sabe si ese hombre usaba gorra con visera o.
blíçua o si llevaba sombrero gacho.
Además, la declaración de Le Vangie fué contradicha por todos los demás testigos de identificación de ambas partes, quienes insistieron en que el conductor del auto era un sujeto joven, de pequeña estatura y de cabello rubio, en tanto que Vanzetti era de edad madura, moreno, de bigote negro. Pero, aunque el Fiscal Distrital se vió obligado a desechar el testimonio de Le Vangie, mantuvo de manera característica la identificación de éste. La siguiente cita del dictamen de ese Fiscal revela la invalidez del testimonio de Le Vangie y arroja no menos luz sobre la línea de conducta de la acusación.
Hallan falsa, señores, la declaración do Le Vangie. Dicen que Le Vangie yerra al decir que Vanzetti conducía el cocho. Convengo en ello, señores.
No procuraría hacer justicia a los en causados si pretendiese eso personal.
mente, en cuanto afecta a ustedes mi opinión personal al respecto, esto es, que Vanzetti conducía el coche al pasar este por el cruce. No creo nada de eso. Ustedes deben sentirso arrastrados por el testimonio de que al partir La producción inglesa como consecuencia de su deficiencia se ve desplazada actua mente de sus antiguas posiciones. En la China donde el comercio inglés gozaba de una potencia considerable, hoy se ve combatido por el comercio americano y. japonés. Los Estados Unidos van tomando cada día más influencia en el comercio y en los asuntos de la China, substituyendo en su rol al imperialismo inglés. El Japón que ha hecho de la Manchuria una provincia japonesa, ha establecido en esa región grandes fábricas de tejidos con cuya producción abastece a las otras provincias de la China.
En la India también se han establecido poderosas fábricas para la industria algodonera, permitiendo abastecer el mercado interior sin recurrir a la producción de la metrópoli.
Instalando en las colonias fábricas textiles el capitalismo obtiene una do ble ventaja: primeramente se han eliminado los fletes de transporte, que antes tenían que pagar los industriales para transportar la materia prima de la India a las fábricas inglesas y luego regresar la materia manufacturada.
Actualmente este transporte está suprimido, puesto que el mercado interior de la India se abastece con la producción indígena. En segundo lugar, la industria instalada en las colonias provecha la mano de obra barata del esclavo colonial que trabaja mucho niás tiempo y percibe una cuarta parte del jornal que gana un obrero inglés en la metrópoli.
Pero no solamente en sus colonias siente la competencia la industria textil inglesa el Egipto la industria italiana va tomando una gran influencia y en el campo semi colonial de América Latina, el mercado yanqui va batiendo en brecha al mercado inglés. esio se une el gran impulso que ahora está adquiriendo la producción de la seda artificial que amenaza con su bajo precio arruinar la industria algodonera.
La falta de mercados y la competencia constituye en el día la más seria preocupación del capitalismo. Ya se van apercibiendo los imperialistas de que el reparto actual del mercado mundial no eatá de acuerdo con sus apetitos y desarrollo industrial, y se tiende de nuevo a una revisión del campo colonial y semi colonial.
el coche lo conducía un hombre de cabello rubio, que tenía todo el aspecto de un enfermizo.
Nos está vedado amoldar el testi.
monio de los testigos, señores. Hemos procurado aceptarlos según declaran bajo juramento y ofrecemos a Le Vangie porque necesariamente ha debido estar allí. El vió algo. Habló a los testigos de un hombre de cabello rubio.
Ellos presentaron a Carter, el primer testigo que ofrecieron quien declaró que Le Vangie habló del hombre rubio, que el conductor era un hombre rubio.
Ello es verdad. Creo que mis colegas convendrán conmigo en ese punto, pero el testigo vió la cara de Vanzetti en el coche y ¿habrá que rechazar su testimonio porque no concuerda con el de nadie, si ustedes tienen el convenci.
miento de que él quiso decir honradamente la verdad?
LY no podrán ustedes armonizarlo con la posibilidad, no, con la verosimi.
litud, o, más aún, con la probabilidad de que en aquel instante Vanzetti es.
taba inmediatamente detrás del con.
ductor en la rápida ojeada que este hombre, Le Vangie, echó al automóvil mientras atravesaba con sus ocupantes el cruce. Verdadero o falso, tenemos que a.
ceptar ese testimonio tal como se nos ofrece. convengo en que si depende de la exactitud de la afirmación de que Vanzetti era el conductor, no es cierto porque tendria que rechazar personal.
mente el testimonio de testigos de la defensa y de la acusación, que declara.
ron lo contrario; pero les pido que a.
cepten, como cosa de sentido común a la luz de las deposiciones de otros testigos, que Vanzeiti se encontraba en el coche, y, si estab en el lado izquierdo, que pudo perfectamente haberse hallado detrás del conductor.
En otras palabras, obligada a rechazar el testimonio de Le Vangie de que Vanzetti ocupaba el asiento delantero, la acusación instó al jurado a que conviniese en que, a pesar de que Le Vangie dijo que Vanzetti ocupaba el asiento delantero, quiso decir que ocupaba el asiento trasero.
Mientras urgía al jurado a aceptar ese testimonio de Le Vangie, el Fiscal Distrital se había entrevistado con las dos únicas personas, Kelly y Kennedy, que tuvieron amplia oportunidad de observar al conductor del coche, y tenía en su poder declaraciones escritas de aquellos. La descripción minuciosa que allí hacían excluía en absoluto a Vanzetti; y no se ha discutido la veracidad de esos observadores ni de sus asertos. No obstante, el Fiscal no los llamó a declarar, a pesar de que llamó a Le Vangie. Por desgracia, la defensa ignoró hasta hace muy poco, la existencia de Kelly y Kennedy, y naturalmente, por lo tanto, su testimonio no pudo servir a Sacco y Vanzetti en el juicio oral.
Aa Para el proletariado inglés el problema que se plantea, no es el de la saivación actual o futura del capitalismo que le explota, sino que su verdadera preocupación es sólo tener existencia económica asegurada los jefes del Labour Party son capaces de cumplir su programa de reformas.
Sin embargo la actuación del Labour Party en el poder no da señales de ser un partido enviado por los obreros para conquistar sus mejoras, sino por el contrario un sosten cuidadoso del sigtema capitalista y del imperialismo.
En consecuencia para el proletariado inglés nacen nuevas tareas para luchar contra el capitalismo. Abandonar a los jefes reformistas y organizarse en las filas del comunismo que no transa con el imperialismo ni claudica sus principios.
La crisis de la falta de trabajo, el empeoramiento de la situación de los obreros ingleses, indudablemente no se resolverán por imposición del Labour Party al capitalismo imperialista, de medidas tendientes a conjurar la miseria que amenaza a las masas trabajdoras de la Gran Bretaña.
Los conservadores ingleses y los jefes del Labour Party, reposan por igual en la explotación de las clases pobres de Inglaterra y sus colonias y toda ten tativa de mejora de aquellas, son rechazadas brutalmente por los burócra tas en el poder.
No será la reacción, no será la social democracia las que conducirán a las masas laboriosas hacia su liberación de una explotación sin freno. Solo queda en pié la única solución que entre sus manos tienen las clases oprimidas, para batir en brecha al capitalismo, es decir la revolución organizada contra el poder burgués, de uno de los prole.
tariados más miserables de la Europa.
RESISTENCIA DEL PROLETARIADO Paris, Agosto 1929. Es decir, cara no bosdado sa, como quien dijera cara brutal? No tenía verdaderamente ca ra buena. por el Fiscal Distrital. Qué pensó usted, si pensó en algo, cuando se enteró del asesinato? Bueno, lo único que puedo decir es esto: cuando me enteré del a sesinato recordé en alguna forma al hombre que vi en el coche.
Cuatro testigos acreditados desau: torizaron por coupleto el testimonie de la Andrews. Baste para probarlo la siguientes muestra. Es el testimo nio de un tendero de Quincy: Le dije: Lola, Lola y ella se detu Yo y me contesto. Mientras me respon día, le dije: Parece usted como cansa da. Ella dice: Si. Dice: Me estás agriando la vida. Le digo. Qué di ce? Dice: Vergo de la cárcel. digo. Qué fué hacer a la cárcel. Me responde: La policía me llevó me cbligó a reconocer a esos hombres dice, y yo no te nada de ellos. Nupe los ri y no puedo reconocerlos. Dice desgraciadamente me han obligado cometer una treta, he visto a mucho hombres que no conozco y ni un ip!
tante he prestado la menor atenció a ninguno.
Con todo, el fiscal Distrital no sól ofreció el tes. imonio de la Andrew a la consideración del jurado, sino qu No obstante los intentos del reformismo para pactar con los industriales, los obreros han resuelto resistir enérgicamente a los ataques del patronado y no dejarse imponer una reducción de salario que, siendo ya tan corto, vendrá a agravar la situación de las clases laboriosas de la Gran Bretaña.
En efecto, el jornal semanal de un obrero especializado no pasa de 35 chelines, suma bajísima para hacer frente al costo de la vida tan alto en Inglaterra.
Si los patrones persisten en sus tentativas de disminución de salario, los obreros del tex. il están resueltos a hacer frente a todas las componendas y transaciones que los jefes reformistas y el capitalismo se apresuran a realizar Hecho significativo de esta voluntad de acción del proletariado inglés, es el de haber rechazado a una fuerte mayoría la tentativa de los jefes reformistas de entrar en arreglos con los patrones sobre la base de la disminución. El proletariado textil continuará la lucha contra el capitalismo para aa El anarquisto, a pesar de suas pecto de extremismo revolucionario es nada más que un hijo ideológico de la burguesía. Sólo en la sociedad burguesa, consumida, depravads, extenusda hasta la médula, en la que ya toda fe ha muerto, en la que las convicciones sin cesar parecen ridículas, y en la que algunos trabajadores que carecen de educación política y de disciplina se infectan por contagio de la ideologia de la pequeña burguesía, pueden ha llar eco los cantos de sirena del anar.
quismo.
Jorge PLEJANOV. Saja: Medida rusa equivalente a m, 1336. del