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No. L PAGINA A o NUMERO L B R PAGINA L S LIBROS ADMONICION DEL 10. DE MAYO La Revolución Mexicana El Devenir de la Política Mundial Mo, Eulogio Por: POR LUIS ARAQUISTAINN. Madrid, 1929.
eEL TERMIDOR MEJICANO nista, en todos los órdenes, va a terminar con el miraje. Lentamente, vemos erguirse la auténtica concepción sindicalista y el genuino partido proletario mexicano.
los deshonradores son sus propios caudillos.
Dado una vez el impulso, los verdaderos revolucionarios deberían seguir le en todas sus evoluciones. Pero modificarse con los acontecimientos, expeler las convicciones vetustas y asimilarse las nuevas, repugnó siempre al espíritu del hombre, a su presunción de creerse emisario del porn venir y revelador de la verdad definitiva. Envejecemos sin sentirlo, nos quedamos atrás sin notarlo, figuran.
donos que siempre somos jóvenes y aanunciadores de lo nuevo, no resignardonos a confesar que el venido después de nosotros abarca más horizon te por haber dado un paso más en la ascensión de la montaña. Casi todos vivimos girando alrededor de fé.
retros que tomamos por cunas o morimos de gusanos, sin lagrar un capullo ni transeformarnos en mariposa Nos parecemos a los marineros que en medio del Atlántico decian a Colón: No poseguiremos el viaje porque na.
da existe más allá. Sin embargo, más allá estaba la América.
Pero al hablar de intelectuales y de obreros, nos hemos deslizado a tratar de revolución. Qué de raro? Discurrimos a la sombra de una bandera que tremola entre el fuego de las barricadas, nos vemos rodeados por hombres que tarde o temprano lanzarán el grito de las reivindicaciones sociales, hablamos el 1o. de Mayo, el día que ha merecido llamarse la pascua de los revolucionarios. La celebración de esta pascua, no sólo aquí sino en todo el mundo civilizado, nos revela que la Humanidad cesa de agitarse por cuestiones secundarias y pide cambios radicales. Nadie espera ya que de un parlamento nazca la felicidad de los desgraciados ni que de un gobierno llueva el maná para satisfacer el hambre de todos los vientres. La oficina parlamentaria elabora leyes de excepción y estableec gabelas que gravan más al que posee menos; la máquina gubernamen al no funciona en beneficio de las naciones, sino en provecho de las banderías dominantes.
Reconocida la insuficiencia de la política para realizar el bien mayor del individuo, las controversias y luchas sobre formas de gobierno y gobernantes, quedan relegadas a segundo término, mejor dicho, desaperecen. Subsiste la cuestión social, la magna cuestión que los proletairos resolverán por el único medio eficaz la revolución. No esa revolución local que de rriba presidentes o zares y convierte una república en monarquia o una autocracia en gobierno representativo; sino la revolución mundial, la que boTra fronteras, suprime nacionalidades y llama la Humanidad a la posesión beneficio de la tierra.
en cifista. Un pacifismo que si bien puede ser mucho más sincero que el de Kellog, no por éso deja de tener la misma marca ni de pertenecer a la misma estirpe. Tocado de un nirvanico panteismo indostánico el maestro reclama el respecto a la vida humana, respeto a la dolida humanidad de los reaccionarios y de los soldados de Cristo Rey.
Vasconcelos se enuncia partidario en economia de los cuantiosos presupuestos y, por consecuencia, de los pesados impuestos. La política es para él cuestión de severa y honesta administración a la vez que de estímulo a la producción y ésto con el objeto de aumentar los ingresos. Bastante conocidos son su ideario y su actividad en lo que a educación se refiere: Plotino, Tolstoi, los Evangelios, el Buhdismo. Desconocemos aún el programa de gobierno del maestro, pero lo esencial hoy es conocer la posición que toma y la clase a la que va a servir de corifeo. Maestro de la Juven.
tud, se prepara quizás a darle su úl.
tima lección: la juventud estudiantil de América Latina está llamada a in.
terpretarla y a pronunciarse sobre ella. Vasconcelos no ha sido nunca un maestro proletario.
en el corazón de la muchedumbre los simples individuos que pospusieron su felicidad a la felicidad de sus se mejantes, los que en la arena muerta del egoismo derramaron las aguas vivas del amor. Si el hombre pudiera convertirse en sobrehumano, lo conseguiría por el sacrificio. Pero el sacrificio tiene que ser voluntario. No puede aceptarse que los poseedores digan a los desposeidos: sacrifiquense y ganen el cielo, en tanto que nosotros nos apoderamos de la Tierra.
Lo que nos toca, debemos tomarlo porque los monopolizadores difícilmente nos lo concederán de buena fé y por un arranque espontáneo. Los de agosto encierran más aparato que realidad: los nobles renuncian a un privilegio, en seguida reclaman dos; los sacerdotes se despojan hoy del diezmo, y mañana exigen el diezmo y las primicias. Como símbolo de la propiedad, los antiguos romanos eligieron el objeto más significativouna lanza. Este símbolo ha de interpretarse asi: la posesión de una cosa no se funda en la justicia sino en la fuerza; el poseedor no discute, hiere ;el corazón del propietario encierra dos cualidades del hierro: dureza y frialdad. Según los conocedores del idioma hebreo. Cain significa el primer propietario. No extrañemos si un socialista del siglo XIX, al mirar Cain el primer de. entador del suelo y el primer fratricida, se valga de esa coincidencia para deducir una pavorosa conclusión: La propiedad es el asesinato. Pues bien: si unos hieren y no razonan ¿qué harán los otros? Desde que no se niega a las naciones el derecho de nurrección para derrocar a sus malos gobiernos, debe concederse a la Humanidad ese mismo derecho para sacudirse de sus inexorables explotadores. la concesión es hoy un credo universal: teóricamente, la revolución está consumada porque nadie niega las iniquidades del régimen actual, ni deja de reconocer la necesidad de reformas que mejoren la condición del proletariado. No hay hasta un socialismo católico? Prácticamente, no lo estará sin luchas ni sangre, porque los mismos que reconocen la legitimidad de las revindicaciones sociales, no ceden un palmo en el terreno de sus conveniencias: en la boca llevan palabras de justicia, en el pecho guardan obras de iniquidad.
Sin embargo, muchos no ven o fingen no ver el movimiento que se 0pera en el fondo de las modernas 30ciedades. Nada les dice la muerte de las creencias, nada el amenguamiento del amor patrio, nada la solidaridad de los proletarios, sin distinción de razas ni de nacionalidades. Oyen un clamor lejano, y no distinguen que es el grito de los hambrientos lanzados a la conquista del pan; sienten la trepidación del suelo, y no comprenden que es el paso de la revolución en marcha; respiran en atmósfera saturada por hedores de cadáver, y no perciben que ellos y todo el mundo burgués son quienes exhalan el olor a muerto.
Mañana, cuando surjan olas de proletarios que se lancen a embestir contra los muros de la viej sociedad, los depredadores y los opresores palparán que les llegó la hora de la batalla decisiva y sin cuartel. Apelarán a sus ejércitos, pero los soldados contarán en el número de los rebel.
des; clamarán al cielo, pero sus dioses permanecerán mudos y sordos. Entonces huirán a fortificarse en castillos y palacios, creyendo que de alguna parte habrá de venirles algún auxilio. Al ver que el auxilio no llega y que el oleaje de cabezas amenazadoras hierve en los cuatro puntos del horizonte, se mirarán a las caras y sin. iendo piedad de sí mismos (los que nunca la sintieron de nadie) repetirán con espanto: Es la inundación de los bárbaros! Mas una voz, formada por el estruendo de innumerables voces, responderá: No somos la inundación de la barbaric, somos el diluvio de la justicia.
Después de sus interesante obra La agonía antillana. que tanta moción produjo entre los círculos de vanguardia de Indo América y que mereciera una persecución inquisitorial de parte del gobierno de Cuba, Luis Araquistain, el inquieto escritor hispánico, acaba de lanzar a la publicidad el fruto de sus estudios y observaciones en tierra mejicana.
Arquistain pertenece a la falange de intelectuales, jóvenes o en plena madurez, que en España luchan, desde una reducida trinchera, por imponer a la vida colectiva de su país el ritmo de ascensión social que más o menos definidamente se va marcando en todos los países civilizados. Las condiciones políticas por las que atravieza la Península no le permiten ser un actor apasionado de su ideario político. Es por eso que, compensando esta impotencia, se ha lanzado a iuchar en otros campos por la libertad y la justicia. es en América, escenario de un interesante proceso SOcial, donde sus actividades de escritor inteligente han encontrado material bastante para forjar las armas de sus libros, útiles a la batalla que las vanguardias indo americanas libran contra un poderoso enemigo. La revolución mejicana. no aspira a ser un estudio científico y profundo de este trascendente hecho histórico. Aunque según se ve por la lectura del mismo, Araquistain está más o menos influenciado por el materialismo histórico, y le interpretación que da de muchos hechos es en parte una exégesis de carácter marxista, no puede decirse, sin embargo, que ensaya el estudio económico de la Revolución mejicana. Su ideología, que fluctúa entre el socialismo reformista y una tendencia anarcoide, lo cual no es paradógico, sino más bien común, entre los intelectuales llamados de vanguardia que no se han compenetrado totalmente con las aspiraciones y necesidades del proletariado, le impide muchas veces tomar los acontecimientos en su verdadera importancia histórica y revolucionaria. Es así como se explica que, reconociendo el fundamento económico de la revolución mejicana, no ensaye un esclarecimiento exacto de la lucha de clases que, como en todo proceso social, ha estado en la base de aquella. Por el contrario, presta demasiada importancia al actor eminente, al caudillo, inearriendo en algunos casos, como en el de Obregón, en apreciaciones, a nuestro juicio, hiperbólicas, o en ca lificaciones contrarias a la realidad revolucionaria. En el CASO de la CROM, por ejemplo, creemos que ha debido precisarse más bien el caracter retardatario de esta organizacion y denunciar sus concomitancias con la Panamerican Federation of Labor, COMO una complicidad contra revolucionaria, ya que nadie ignora el carácter y los manejos imperialistas de esta última institución, en vez de signarle la función de gran órgano de la Revolución mejicana. Por lo demás, el libro de Arquistain constituye un cautivante relato de las grandes etapas de la revolución azteca, que pone de manifiesto el esfuerzo verdaderamente heroico de las nosas populares mejicanas, por romper con un pasado de ignominia y construir un régimen social que responda a sus aspiraciones de justicia.
Sobre todo, un hecho fundamental se pone de manifiesto a través de la nerviosa descripción de Araquistain.
Es el fundamento agrario de la revolación majicana. Esa hambre de tierras. que secularmente conmuevo las rou339 indígenas, expoliadas desde los tiempos remotos de los emperadores aztecse, es la determinante fandamental de la gran conmoción bridismo criollo de la ideologia que padecen los corifeos del trade unionismo mexicano. Reconocen la lucha de clases, pero conservan una concepción bastante peculiar de esta lucha, que en efecto es lucha frente al feudalismo y a la reacción caciquista, pero que se traduce en estrecha colaboración respecto a la burguesía. El pensamiento de sus hombres dirigentes antiguos obreros convertidos en funcionarios de un gobierno burgués y en burócratas del vasto aparato trade unionista, no tiene nada que ver con el marxismo, ni con la concepción sindicalista soreliana. Está cerca del reformismo lasalliano, pero mucho más cerca aún de la domesticidad puritana y racionalista de la Pan American Federación of Labour, a la que la Crom. se halla adherida.
La oportunista burocracia dirigente, parapetada en sus sinecuras y en el Grupo Acción. llegó a constituirSE en Partido Laborista. Los principios y los puntos programáticos del aborismo mejicano, son ajenos a la doctrina y a la concepción socialistas.
No se diferencia, sino en la dosis jacobina, del liberalismo democrático burgués: humanitarismo pacato, protección a la industria nacional, arbitraje obligatorio en los conflictos entre el capital y el trabajo, apoyo a la pequeña industria, resistencia pasiva al monopolio, lucha contra la reacción del clero católico. Objetivamente, el Partido Laborista mexicano es un gran rótulo, cuya iluminación demagógica y teñida de rojo, ha nutrido y mantiene aún una ilusión intermitente entre las masas obreras, cuyas vanguardias, a pesar de ello, emprenden ya su verdadero camino.
social que derriba primero la tiranía porfirista y ensangrienta luego el suelo mejicano. Precisa que quienes luchan en América por imponer en ella normas de justicia social, deriven del hecho mejicano las enseñanzas que él ROS ofrece en orden a la mejor consecución de tan altos propósitos. El fundamento agrario de la transformación social que ha de operarse en América, no debe perderse de vista en ningún momento, porque las perspectivas que de tal hecho se deducen, 2yudarán a plantear primero y resolver después en sus exactos términos, los numerosos problemas que tal acontecimiento histórico ha de suponer.
Decir revolución agraria, en un escenario casi o totalmente feudal, como el de América, supone el carácter deinocrático burgués de tal revolución, según la denominación de los modernos marxistas. Este punto de vista que nosotros suscribimos ayuda a interpretar debidamente la revolución mejicana y ayudará a plantear sin equivocos los postulados de las próximas revoluciones. En ello diferimos de nuestro estimado compañero, el director de esta revisia, quo aceptando el calificativo de agraria y anti imperialista de la futura revolución, le supone un fundamento y una calidad socialistas.
Este carácter sólo puede aparecer posteriormente y si el deber de los verdaderos revolucionarios es el de apresurar esa trasformación y si nu merosos elementos socialistas, en primer término el prole ariado, colaboran al triunfo de la revolución graria, no es menos cierto que ello no es bastante, como no fué en el caso de la revolución rusa de 1905, para definir su contenido social on aquel sentido. Desde este mismo punto de vista, encontramos errónea, de acuerdo con la observación de un compañero, la interpretación que Haya de La Torre hace de la gesta zapatista, suponiéndola síntesis socialista de la revolución mejicana.
Exeúsesenos estas pequeñas disgreiones y volvamos al libro La revolución mejicana. Araquistain hace desfilar en él con su maestría habitual, las figuras y los hechos de este gran acontecimiento, dándoles un movimiento y un colorido verdaderamente sugestivos. Desde la ruda y heroica personalidad de Hernán Cortez, a quien trata de defender de los cargos que algunos historiadores le han hecho, hasta la del actual presidente Portes Gil, el autor retrata con mano ágil a los dietintos actores de la historia de Méjico. Pero se detiene especialmente en aquellos que gestaron o acuaron la evolución. En el interesante film aparecen Madero, el apóstol de los ojos ausentes. cuya figura nos parece descrita con justicia, y luego la noble y recia del indio Emiliano Zapata, el Espartaco de Méjico. delineada con vigorosos trazos. después Obregón, a quien supone Araquistain el Hombre de la Revolución Mejicana. Desfila luego el bandido Pancho Villa, a quien escritores sicópatas han pretendido divinizar. en seguida Adolfo de La Huerta, taimado y cobarde. finalmente, Calles, a quien dedica numerosas páginas, presentándole como al Cincinato mejicano y verdadero construc tor de la consolidación de la Revolución.
En cuanto a la revolución misma, no obstante los adjetivos, a veces hiperbólicos, que la obra emprendida por ella y las perspectivas que ha abierto, merecen al autor, no puede dejar de comprobar que ella ha hecho todavía muy poco por la suerte del indígena y del obrero. Así se ve forzado a consignar, no sin cierta melancolia desde luego, que la repartición de tierras y disolución de los latifundios, propósito fundamental de Ia9 aspiraciones revolucionarias de las masas y grito constante de los demagogos, apenas alcanza en la actualidad a un por ciento. Coeficiente insignificante que no basta a compensar la sangre vertida por los muchos miles de peludos y obreros mejicanos durante o proceso revolucionario.
Estas constataciones, por lo demás harto conocidas, sugieren otra intere.
sante reflexión. Ellas nos enseñan que La conmerioración del lo. de Mayo, ha ido adquiriendo, en el proceso de la lucha por el socialismo, un sentido cada vez más profunda y preciso. Hace ya mucho tiempo que no se reduce a la conmemoración de los mártires de Chicago. Ese fué su punto de par.
tida. Desde 1888, en que el Congreso de París instituyó esta conmemoración, el proletariado mundial ha recorrido una parte considerable del camino que conduce a la realización de sus ideales de clase. En este tiempo, se han sucedido, en su historia, muchas jornadas de luto y también muchas jornadas de gloria. La clase obrera, ha entrado en su mayor edad.
La crónica de su ascensión económica y política, registra siempre grandes acontecimientos, que impiden al proletariado limitar la significación del lo. de Mayo a una sola ofemérides. La experimen.
tación, la actuación del socialismo ha empezado desde 1918. Quedan aún por ganar las más difíciles y largas batallas. Pero, en la lucha, la clase obrera acrecenta incesantemente su capacidad para crear un orden nuevo: el orden socialista.
El lo. de Mayo, afirma todos los años la solidaridad internacional de los trabajadores. Es la fecha internacional, universal por excelencia. En su celebración coinciden las avanzadas del proletariado de los cinco continentes. En este hecho reside su mayor significación revolucionaria. Lo sienten bien los nacionalismos reaccionarios cuando, como el fascismo en Italia, se empeñan en proscribir esta fecha del sentimiento de la clase trabajadora. Empeño inútil, por que nada dará un carácter más religioso y profundo a la conmemo.
ración del lo. de Mayo, en el espíritu de cada obrero, que la persecución y condenación reaccionarias. El fascismo está resucitando en Italia la edad heroica de las catacumbas. Este día trascurre boy en Italia, sin comicios, sin huelga, himnos revolucionarios, sin banderas rojas; pero en mil hogares escondidos se jura, con más fervor y resolución que nunca, la fé en el socialismo.
Hay que desterrar del lo. de Mayo, todo lo que en muchos ha tenido, y tiene todavía, de rito mecánico, de simple efemérides. La lucha por el socialismo, no se nutre de evocaciones dolientes o coléricas ni de esperanzas exaltadas.
Es, antes que nada, acción concreta, realidad presente. Trabajan por el advenimiento de una sociedad nueva los que todo el año, disciplinada, obstinadamente, combaten por el socialismo; no los que u otra fecha sienten momentáneo impulso de motíno asonada.
Para nuestra vanguardia obrera, cada 1º de Mayo representaría muy poco si no señalara una etapa en su propia lucha por el socialismo.
Año tras año, esta fecha plantea cuestiones concretas, actuales. Cuáles han sido los resultados y la experiencia de la acción desa.
rrollada. Cuáles son las tareas del porvenir? El problema que hoy se presenta, en primer plano, es sin duda, un problema de organización, La vanguardia obrera tiene el deber de impulsar y dirigir la organización del proletariado peruano, misión que reclama un sentido de responsabilidad, al cual no es posible elevarse sino en la medida en que se rompa con el individualismo anarcoide, con el utopismo explosivo e intermitente de los que antes, guiando a veces a las masas, se imaginaban que se les conduce hacia un orden nuevo con la sola virtud de la negación y la protosta. Reivindiquemos integra, absolutamente, el derecho de asociación de los trabajadores, su libertad de organización legal, on las ciudades, las minas y las haciendas. asumamos la tarea de que la reclamación de este derecho, sea la afirmación de una capaci.
dad. He aquí la obra por cumplir; he aquí la misión por absolver.
Que el lo. de Mayo sirva esta vez para que, comprendiéndolo, afirmemos, sin inútil declamación, la voluntad y la aptitud de realizarlas.
vimiento revolucionario. Portes Gil es el hombre salido de las izquierdas obregonistas. En México y más aallá, se le mira a través de un halo socializante. No es sino un demócrata. demócrata de la hora presente: manchesteriano, colaboracionista y taylorizante. El Termidor que Obie.
gón no pudo realizar, debuta con Portes Gil y será consolidado por su sucesor. El Código del Trabajo que se trata de promulgar su obra y la esencia de su credo es uno de los mejor estatuidos por la burquesia para someter y domar al proletariado.
La democracia burguesa, en México como en todas partes, cae sobre las espaldas del trabajador con todo el peso de la ley. los jefes del laborismo y del trade unionismo mexicano, distanciados hoy del poder, alzan su tardia y simplista protesta, sin energías y sin fuerza para imponer el verdadero Código del Trabajo, hecho por los trabajadores, aplicado por los proletarios.
La izquierda obregonista trata de liquidar el problema de la tierra. El sector más perspicaz de la burguesía comprende que mientras el feudo subsista, aunque desarmado, no está vencido. Comprende que económica y políticamente no podrá instaurar su hegemonía de clase, ni disfrutar de la paz que necesitan los negocios, mientras la servidumbre y el feudalismo no hayan sido cabalmente cancelados. esto último está muy lejos de haberse realizado. De los 4, 000 pueblos a los que los hacendados despojaron de sus tierrasdice en un documentado estudio, Cuadros Caldan sólo 81 han podido ser restituidos de 1916 a 1926 inclusive. En la jurisprudencia, es preciso un trámite que dura dos años, para que el campesino pueda obtener la entrega de la tierra. En la práctica, la mayoría de los pueblos continúa el mismo autor vienen a recibir suus tierras después de cuatro o cinco años y hay algunos quc iniciaron sus expedientes en 1917 y que todavía no las reciben. ha habido casos aislados en que un pueblo se ha apoderado por la fuerza de las tierras que reclamaba, pero se puede asegurar que, en todo el país, estos casos no llegan a cien. El feudalismo y la servidumbre, son pues, aun, en México, realidad viva y operante. La pequena propiedad de la tiera, una de las bases del liberalismo, no se halla aún eficaz y sólidamente establecida. La burguesía mexicana se da cuenta de que es preciso liquidar esta herencia del pasado y trata de resolver el problema de su propio porvenir.
La Revolución Mexicana es el acon.
tecimiento social de más alta magni tud acaecido en Latino América, durante los años de este siglo. Insurrección de clases oprimidas contra la dominación del feudalismo, revuelta contra los caciques y su clientela de intelectuales, doctores y iicenciados, predicada por la clase mercantil, apoyada por el antagonismo de los petroleros imperialistas, realizada principal mente por las masas obreras y campesinas y usufructuada por los sectores hoy preponderantes de la burguesia.
El conflicto religioso agudizado después de la victoria, no ha sido sino la conflagración determinada por la lucha económica. El clero era el más grande terrateniente, el más poderoso cacique y el más macizo baluarte del feudalismo criollo. El torbellino de la guerra civil, desencadenado por la miseria y opresión de los siervos, tenía que chocar con sus múltiples in tereses. El triunfo de la revolución, hecha al grito de la tierra para quien la trabaja. tenía que lesionar sus privilegios. La superestructura sicológica y moral tenía que sufrir el avatar condicionado par la nueva estructura económica.
Las clases opi imidas se rebelaron en un amplio y desconcertado frente único. La auténtica organización clasista estuvo ausente durante y después de la revuelta. Los campesinos, con su duro pragmatismo empírico, dirigidos por Emiliano Zapata, proclamaron que no depondrían las armas mientras torturados por el hambre y la pobreza, se vieran obligados a a bandonar sus hijos en tierna edad y mandarlos a cultivar las tierras de sus señores, antes de que hubieran a aprendido el alfabeto.
La clase obrera, terrorizada por el porfirismo, balbuceaba un fraseario ácrata, en corporaciones mutualistas y en fraternidades con rezagos de francmasonería. Arrastrado por los acontecimientos, el proletariado se fusionó con las fuerzas de la burguesía y de la pequeña burguesía insurrectas y marchó a la vanguardia en la lucha, a la retaguardia en las conquistas.
Cuando Carranza trató de, combatir al campesinado que reclamaba Tierra y Libertad. los dirigentes del proletariado, inconscientes del destino histórico de su clase, colaboraron en el combate con el ala reaccionaria. El primer error del proletariado mexicano fué olvidar su más elemental reivindicación: la independencia política de su clase en medio de la lucha contra el enemigo común; fue olvidar su rol histórico: conducir al peón y al campesino hacia la conquisla integral de la tierra y de los instrumentos de trabajo.
La Revolución quedó consolidada después de la victoria obtenida por el general Alvaro Obregón. Figura romancesca de caudillo sin miedo, constituyó el punto de concentración de la burguesía y de gran parte de la pequeña burguesía urbana y agraria. El y su partido, el partido obregonista, han sido los gestores de la política mexicana, desde la caída de Carranza hasta el presente. Obregón aparecía como el hombre imputrescible, llamado a sucederse a sí mismo.
Revolucionario militante primero, propulsor de las reformas y transformaciones condicionadas por la revolución, después, surgía nuevamente como el hombre del Termidor. Hasta su muerte, Obregón se presentó como el protagonista llamado a interpretar el drama mexicano. La pistola de León Toral aniquiló al caudillo; pero, ni una pistola, ni la mano de un asesino, son capaces de cambiar la realidad social, ni de virar el derrotero de sin Las próximas elecciones presidenciales en México se anuncian con probabilidades fuertemente favorables para el triunfo del obregonismo. Los candidatos del momento epresentan las izquierdas y las derechas del pare tido, pero el resultado final no cambiará la esencia de la política a seguir.
Más que como cuestión de individuos debemos mirar el devenir político como cuestión de clases. Las tiranías que algunos quieren denominar personales. no son, en sustancia, sino tiranías de clase. El Gobierno personal es una de las tantas elucubraciones de nuestros pensadores y sociólogos criollos. Es una frase, válvula de escape de pequeños burgueses descontentos, de intelectuales en levuelta. Frase inválida puesto que no concuerda con la realidad social.
El laborismo mexicano no está en condiciones de aventurarse sólo en la batalla política y electoral. No obtendría un triunfo apreciable. Todas las previsiones están concordes en que irá de nuevo en alianza con el obregonismo.
La reacción, por su parte, conjunciona todas sus fuerzas, reune toda su grey, vigoriza sus más debilitados sectores, para tratar de llevar a cabo el último intento. Fusilados Gómez y Serrano, sus más activos corifeos, desprestigiados los otros, incapaces o cobardes los demás, afanosamente, en pleno día, con una linterna en la mano, la reacción busca un hombre. Un hombre que no tenga taras de sospechoso, ni necados de contra revolucionario. Un hombre prestigioso, sin prestigios de general, ni medallas de dictador. Un hombre que, a todas estas virtudes, una la singular de sentirse perseguido por un espectro: el espectro del comunismo y de la Revolución Rusa. el cable vibra anunciando la candidatura del Licenciado don José de Vasconcelos a la Presidencia de la República.
Vasconcelos fué uno de los campeones de la revuelta que encabezó Francisco Madero. Distanciado del obregonismo, no ha cesado de combatirlo desde su punto de vista individual. Nadie más individualista que este soñador de la Raza Cósmica. Iniciado como revolucionario, continuo como Maestro de la Juventud y Ministro de Educación y se presenta hoy como paMéxico brinda al proletariado latino americano, una preciosa enseñanza, una típica experiencia, que no puede ser tachada de extranjera, ni puede ser acusada de traer un sello de exportación. La lógica dialéctica de la Historia no varía en su esencia, al travesar el océano. En América como en China, en México como en Turquía el proletariado que no sabe conservar su independencia de acción, dentro de sus propios organismos políticos y sindicales de clase, el proletariado que adormecido por cualquier alianza tentporal y necesaria, en los paises semi coloniales, olvida la vigilia de la lucha de clases, pasado el peligro, trasmontada la hora álgida, despertará traicionado, sometido a una opresión más aguda, bajo el signo violento e impecable del Termidor.
Eudocio RABINES.
París, 1929.
III (1. de la Este artículo de nuestro compañero Rabines es an.
terior a la insurrección militar de Escobar y Tapete, que aunque transitoriamente obliga al frente revolucionario a reconstituirse, no altera las líneas del proceso estudiado en este trabajo.
en esta un 2de En defensa de la Asociación Profesores de Chile a Falta aún el análisis marxista que esclarezca y precise los contornos de la Revolución Mexicana. Malgrado la ausencia de esta exegesis, a pesar de que muchos de sus episodios se hallan aureolados por el ensueño y el fraseario del socialismo utópico, este gyan movimiento colectivo, si bien puede ser clasificado como una Revolución Social, no es ni tiene los caracteres específicos de una Revolución Socialista.
El verdadero socialismo, socialismo científico, socialismo marxista leninista, no tiene nada que ver con la utopía, ni con los anhelos sentimentales de la Ciudad Futuro y la Sociedad Mejor. No es una hipótesis más menos osada, sino una eoria científica. El Socialismo ha sido engendrado, no como la elucubración subjetiva de uno o más reformadores del mundo, sino como la teoria de una realidad y un dinamismo iinamente objetivos y proletarios. Negación historica del capitalismo, ha salido de la fábrica, ha sido templado en la usina, ha sido contexturado por el maquinismo, por el surgimiento y el desarrollo de la nueva clase que le na ció a la Historia. El hogar del socialismo fue la urbe, hogar proletario, como el hogar del capitalismo fué el burgo. El agro puede ser teñido o influenciado por el socialismo, pero no pucde ges. arlo ni construirlo. Cualquier hombre honrado, cualquier caudillo demagogo, cualquier espíritu sincero, cualquier capitulero jacobino, puede predicar el socialismo, pero sólo el proletariado puede hacerlo. El es el único que no tiene vinculos con la propiedad ni con el lucro capitalistas.
El Laborismo mexicano ignora este axioma. Olvida la verdadera concepción de clase, la olvidó durante y después de la Revolución. De aquí su oportunismo maleable, su derrotismo permanente, su impotencia flagrante para conjurcionar la fuerza capaz de enfrentarse presentemente al Termidor que llega.
El proletariado mexicano, en gran mayoría, ha tenido la desgracia de pasar por la ilusión de un reformismo criollo. Pero el imperialismo, la racionalización, el desarrollo del monopolio, la standarización de los países indoamericanos por el imperialismo, el fracaso de la táctica oportuSi antes de concluir fuera necesario resumir en dos palabras todo el jugo de nuestro pensamiento, si debieramos elegir una ensena luminosa para guiarnos rectamente en las sinuosidades de la existencia, nosotros diriamos: Seamos justos. Justos con la Humanidad, justos con el pueblo en que vivimos, justos con la familia que formamos y justos con nosotros mismos, contribuyendo a que todos nuestros semejantes cojan y saboreen su parte de felicidad, pero no dejando de perseguir y disfrutar la nuestra La justicia consiste en dar a cada hombre lo que legítimamente le corresponde; démonos, pues, a nosotros mismos la parte que nos toca en los bienes de la Tierra. El nacer nos impone la obligación de vivir, y esta obligación nos da el derecho de tomar, no sólo lo necesario, sino lo comodo y lo agradable. Se compara la vida del hombre con un viaje en el mar. Si la Tierra es un buque y nosotros somos pasajeros, hagamos lo posible para viajar en primera clase, teniendo buen aire, buen camarote buena comida, en vez de resignarnos quedar en el fondo de la cala donde se respira una atmósfera pestilente, se duerme sobre maderos podridos por la humedad y se consume los des perdicios de bocas afortunadas. Abun.
dan les provisiones? pues todos comer según su necesidad. Escasean los víveres? pues todos a ración, desde el capitán hacia el infimo grumete.
La resignación y el sacrificio, innecesariamente practicados, volverían injustos con nosotros mismos.
Cierto, por el sacrificio y la abnegación de almas heroicas, la Humanidad va entrando en el camino de la justicia. Más que reyes y conquistadares merecen vivir en la Historia y Fisonomía de la Asociación de Pro.
fesores El proletariado mexicano llevó cabo su organización sindicalista dentro del cuadro nacional, durante los años 18 y 19. Después de varios intentos surgió la Confederación Regional Obrera Mexicana. vasto organismo en el cual se agrupan obreros, campesinos, artesanos y pequeños burgueses.
Durante el período álgido y heróico, la táctica de lucha sindical de la Crom, se caracterizó por una etapa violenta de anarco sindicalismo. Posteriormente, declararon sus líderes, la táctica de lucha del sindicalismo mexicano se ha caracterizado por sus procedimientos juetos y equitativos.
Ha humanizado sus actos y ha suavizado el rigor de su doctrina, facilitando la armonía y el equilibrio de esas dos fuerzas que es preciso que se comprendan: capital y trabajo.
Sin torcer los principios de su doctrina, he procurado un acercamiento entre los intereses patronales y los del elemento obrero, tratando de acabar con el antagonismo tradicional de ambos factores, para lograr la armonia de esos intereses, no sólo desde el punto de vista social sino, muy principalmente, en su aspecto económiCO.
Estos postulados denuncian el hipara siempre ignorados porque, o sucedieron en el alma de un profesor que luchaba en una apartada región, de provincias y que se había unido al ideal, o es un vejamen que queda en el fondo del calabozo donde tuvo lugar.
Lo grande de la Asociación de Pro fesores de Chile no está solamente en sus seis mil asociados, no está solamente en sus diez hogares sociales destruidos y en sus noventa agrupaciones regionales hoy disueltas; tampoco está materialmente en las numerosas publicaciones de periódicos y revistas. No. Aún así sería una personalidad institucional demasiado concreta. Lo verdaderamente interesante está en que en un instante determinado, cuando sonó la hora, estaba preparada con sus hombres y sus ideas claras para un movimiento, que le correspondía, para una acción social que es propia de la unción que desempeña, y que cuando aquello fue impedido, todos, sin excepción ni de los que ocupaban altos lugares, acep En la introducción dei Plan de Reconstrucción Educacional de la sociación General de Profesores de Chile. se encuentran estas palabras de Claparede que nos dan la señal de la gran conquista que los maestros de América deben realizar. Por otra par te el hecho de que la pedagogía haya sido, mas que ninguna otra disciplina, pasto de las autoridades (autoridades eclesiásticas y civiles) explica claramente el tradicionalismo que le caracteriza. Hase viso alguna vez a una autoridad hacer una revolución?
No fué ciertamente el Papa quien hizo la Reforma. ni un Luis de Francia quien demolió la Bastilla. Podemos de cir el hecho de haber dado una respuesta material a ese llamado del sabio Cleparede, está nuestro gran pecado contra la dictadura de Chile; por ello han sido todos nuestras esfuerzos y por ello son hoy día todos los sacrificios.
Algunos de esos sacrificios pasarán CLOLECCIONES COMPLETAS DE AMAUTA su Dos colecciones sin encuadernar, del número uno al diez y seis, cada una Las mismas colecciones, hasta el dimo número, cu nos 00 Tenemos en venta, tres colecciones completas de Amauta en las siguientes condiciones: Un colección, eticuadernada en cuero y tela, del número uno al dica y seis, dos tomoo (Edición numerada de Lp. 00 la Historia 00 Escriba al apartado 2107.
Actualmente, el Gobierno de MéxiCo se halla en manos del partido de Obregón, o sea de la clase mercantil, burguesa y pequeño burguesa que tomó parte activa y militante en el mo(Pasa a la pág. 8)