AnarchismBolshevismBourgeoisieBujarinCapitalismCommunismJosé Carlos MariáteguiMarxismSocialismViolenceWorking Class

PAGINA No. No. А L OR PAGINA A 0 MAÑANAS COLLAS por Gamaniel Churata (Viene de la página MEXICO VASCONCELOS (Viene de la pág. 5)
na por la defensa de la soberanía economica y política de la América Latina frente a la invasión del imperialismo yanqui, y me complazco en reafirmar una vez más mi profunda y leal simpatía hacia la tradición ideológica de Vasconcelos, que es admiración por su talento, su hidalguía y su sinceridad. Oscar Cosco Montaldo SOBRE EL PROBLEMA INDIGENA El wano entona al polvo y el grano crece. Gran sabiduría de los achachilas! Ya nada produciría Mamapacha si el hombre no la ayudara, hasta ella pierde sus buenos recursos!
Obsesionado llegó a la finca donde lo esperaban los Amautas. Los signos revelan que tus antepasados mezclaban los pueblos de su dominio, para que estando separados de sus lugares olvidaran sus vicios, contagiándose las virtudes del gobierno.
No cabía duda. Las palabras del joven lector de kipus eran la voluntad del Sol.
Cierto día preguntó. Los kollawas son ya sumisos al destino superior del hombre. Ahora son bravos y duros, como siempre, tatay, Apu Inka, pero además son alegres y están sanos.
Otro día con aire imperioso ordenó. Echad kollas al ayllu corrompido!
Los kollas dejaron sus lugares, su lengua tosca y sabia, los riscos ásperos de su tierra, los fríos intensos de sus noches, el rayo y el trueno, la parquedad de sus chujllas. la tibieza de sus valles albergó simiente de hombres serios!
Ya entonces el mitmak era fórmula para llegar al hombre cósmico.
mi mujer y mi perro. Planto legunbres, arranco la mala yerba que vuelve a brotar sin cesar. Toda mi energia y todo mi tiempo se gastan en arrancar, arrancar, arrancar. Quizá esto ataque a la naturaleza de mi espíritu, quizá en este tiempo imperfecto. Pero soy totalmente feliz.
Solamente es bien triste, cuando no se sabe que escribir, en una ocasión semejante.
El pequeño japonés ha sabido, por estas sencillas líneas de una humilde vida feliz, de sabiduría y de la bor, realizar mucho mejor el ideal de Tolstoi y hablar su corazón que todos los doctos colaboradores al libro del Jubileo.
a Fué en su a Romain Rolland y el centenario de Tolstoy sus como no sus a medias. Se la debe decir toda entera o no decirla.
Es inútil agregar que no convenció a sus interlocutores.
Al menos, encuentra otros, mahometanos ilustrados, liberales, que simpatizan plenamente con él: en primera línea el célebre gran Mufti de Egipto, el cheikh reformador Mohamed Adbou, que le dirige desde El Cairo, en 1904, una noble carta, felicitándole por la excomunión de que ha sido objeto: por cuanto la prueba es la divina recompensa para log elegidos. Dice que la luz de Tolstoi aviva y reune a buscadores de la verdad, que sus ones están en espera de todo lo que él escriba.
Tolstoi responde con calurosa cordialidad. Recibe también el homenaje del embajador de Persia en Constantinopla, el principe Mirza Riza Chan, delegado en la primera conferencia de la Paz, en La Haya, en 1901.
Pero es sobre todo, atraído por el movimiento Bechista (Babista. con el que mantiene a sus eorresponsa les Entra en relaciones personales con ciertos Behaistas, como el misterioso Gabriel Sacy, que le escribe de Egipto (1901. y que había sido, dicen, un árabe de nacimiento, convertido al cristianismo, luego pasado al Behaismo. Sacy le expone su credo.
Tolstoi, responde que el Babismo le intersa desde hace tiempo y que ha leído todo lo que le ha sido accesible a dicho tema; no le da ninguna im.
portancia a su base mística ni a teorias; pero cree en su gran porve.
nir en Oriente, como enseñanza moral; temprano o tarde, el Behaismo se fundirá con el anarquismo cristiano. Por otra parte, escribe un ruso que le envía un libro sobre el Behaismo, que tiene la seguridad de la victoria de todas las enseñanzas religiosas racionalistas, que surgen actualmente de las diversas confesiones.
Bramanismo, Budismo, Judaismo, Cristianismo Las ve yendo todas hacia la confluencia de una religión únice universalmente humana. Tiene la alegría de saber que la corrien.
te Behaista ha penetrado en Rusia, entre los tártaros de Kazan, e invita a Iasnaia a su jefe Waissow, cuya entrevista con él ha sido señalada por Gussev.
En el libro del Jubileo, en 1908 ei Islam esta repjegentado por un jude Calcu, Abdullab al Mamun Suhrawardy, que levanta a Toisti un majestuoso monumento. Sc llama yogi, y suscribe a sus eriseñanzas la de No Violencia, que no juzgr opuestas a las de Mahoma: pero es necesario leer el Coran, como Tolstoi ha leído la Biblia, bajo la luz de la verdad, y no en la nube de la guperstición. Alaba a Tolstoi de no ser un superbombre, un Uebermensch. sino el hermano de todos. en una alabanza profética, anuncia que la predicación de Tolstoi por la No Violencia, mezclada las ñanzas de los sabios de la India, proen nuestro tiempo nuevos Meen Estos apuntes, que completan en cierta forma el ca.
pitulo sobre EL PROBLEMA DEL INDIO de ENSAYOS DE INTERPRETACION DE LA REALIDAD PERUANA. constituyen una breve revisión históri ca de la cuestión, escrita por José Carlos Mariátegui para la Agencia Tass de New York, que le pidio un artículo al respecto.
SUMARIA REVISIÓN HISTORICA La población del Imperio inkaico, conforme a cálculos prudentes, no era menor de diez millones. Hay quienes la hacen subir a doce y aún a quince millones. La Conquista fué, ante todo, una tremenda carnicería. Los conquistadores españoles, por su escaso número, no podían imponer su dominio sino aterrorizando la poblaciót indígena, en la cual produjeron una impresión supersticiosa las armas y los caballos de los invasores, mirados como seres sobrenaturales. La organización política y económica de la Colonia, que siguió a la Conquista, no puso término al exterminio de la raza indígena. El Virreinato estableció un régimen de brutal explotación. La codicia de los metatales preciosos, orientó la actividad económica española hacia la explotación de las minas que, bajo los inkas, habían si.
do trabajadas en muy modesta escala, en razón de no tener el oro y la plata sino aplicaciones ornamentales y de ignorar los indios, que componían un pueblo esencialmente agrícola, el empleo del hierro. Establecieron los españoles, para la explotación de las minas y los obrajes. un sistema abrumador de trabajos forzados y gratuitos, que diezmó la población aborigen. Esta no quedó así reducida solo a un estado de servidumbre como habría acontecido si los españoles se hubiesen limitado a la explotación de las tierras conservando el carácter agrario del paíssino, en gran parte, a un estado de esclavitud. No faltaron voces humanitarias y civilizadoras que asumieron ante el rey de España la defensa de los indios. El padre de las Casas sobresalió eficazmente en esta defensa. Las Leyes de Indias se inspiraron en propósitos de protección de los indios, reconociendo su organización típica en Comunidades. Pero, prácticamente, los intdios continuaron a merced de una feudalidad despiadada que destruyó la sociedad y la economía inkaicas, sin sustituirlas con un orden capaz de organizar progresivamente la producción. La tendencia de los españoles a establecerse en la Costa ahuyentó de esta región a los aborígenes a tal punto que se carecía de brazos para el trabajo. El Virreinato quiso resolver este problema inediante la importación de esclavos negros, gente que resultó adecuada al clima y las fatigas de los valles y llanos cálidos de la costa, e inaparente, en cambio, para el trabajo de las minas, situadas en la sierra fria. El esclaver neto reforzo la mirar un espatola fue a pesar de la despoblación indígena, se habría sentido de otro modo demográficamente demasiado débil frente al indio, aunque sometido, hostil y enemigo. El negro fué dedicado al servicio doméstico y a los oficios. El blanco se mezcló facilmente con el negro, produciendo este mestizaje uno de los tipos de población costeña con características de mayor adhesión a lo español y mayor resistenа cia a 10 indígena.
La Revolución de la Independencia no constituyó, como se sabe, un movimiento indígena. La promovieron y usufructuaron los criollos y aún los españoles de las coIonias. Pero aprovechó el apoyo de la masa indígena. Y, además, algunos indios ilustrados como Pumacahua, tuvie.
en su gestación parte importante. El programa liberal de la Revolución comprendía lógicamente la redención del indio, consecuencia automática de la aplicación de sus postulados igualitarios. Y, así, entre los primeros actos de la República, se contaron varias leyes y decretos favo rables a los indios. Se ordenó el reparto de tierras, la abolición de los trabajos gratuitos etc. pero no representando la revolución en el Perú el advenimiento de una nueva clase dirigente, todas estas disposiciones quedaron solo escritas, faltas de gobernantes capaces de actuarlas.
La aristocracia latifundista de la Colonia duena del poder conservó intactos sus derechos feudales sobre la tierra y, por consiguiente, sobre el indio. Todas las disposiciones aparentemente enderezadas a protegerla, no han podido nada contra la feudalidad subsistente hasta hoy.
El Virreinato aparece menos culpable que la República.
Al Virreinato le corresponde, originalmente, toda la responsabilidad de la miseria y la depresión de los indios. Pero, en ese tiempo inquisitorial, una gran voz cristiana, la de fray Bartolomé de las Casas, defendió vibrantemente a los indios contra los métodos brutales de los colonizadores.
No ha habido en la República un defensor tan eficaz y tan porfiado de la raza aborigen.
Mientras el Virreinato era un régimen medioeval y extranjero, la República es formalmente un régimen peruano y liberal. Tiene, por consiguiente, la República deberes que no tenía el Virreinato. la República le tocaba elevar la condición del indio. contrariando este deber, la República ha pauperizado al indio, ha agravado su depresión y ha exasperado su miseria. La República ha significado para los indios la ascensión de una nueva clase domi.
nante que se ha apropiado sistemáticamente de sus tierras.
En una raza de costumbre y de alma agrarias, como la raza indígena, este despojo ha constituído una causa de disolución material y moral. La tierra ha sido siempre toda la alegría del indio. El indio ha desposado la tierra.
Siente que la vida viene de la tierra y vuelve a la tierra.
Por ende, el indio puede ser indiferente a todo, menos a la posesión de la tierra que sus manos y su aliento labran y fecundan religins at In feudalidad criolla se ha com portado, a este respecto, mas ávida y más duramente que feudalidad española. En general, en ui encomendero LOS LIBROS John Reed COMO TOMARON EL PODER LOE BOLCHEVIQUES Ediciones Biblos, Madrid.
Con ocho años de retraso y siguiendo la normal oportunidad española de las traducciones, no obstante su pretendido meridiano intelectual. aparece este libro de John Reed.
Para todos los hambrientos de la caridad capitalista. Aquí tenéis John Reed, que fué comunista. Su caso, al lado de otros muchos, refuta esas idioteces que andáis ladrando por allí, a cambio de un hueso ya roído, como la de que solo son comunistas los envidiosos de los ricos y otras tantas burradas estilo revista bimestral EStudio. John Reed nació en Portland (0regón) el 22 de octubre de 1887, de una rica familia burguesa. Cuatro a.
ños de estudios en la aristocrática Universid de Harward. Fundación en éste de un Club socialista. Comienzo de su carrera literaria. Las grandes revistas le pagan honorarios excepcionales. Cinco meses en Méjico y da su libro Méjico er revuelta que causa sensación por sus revelaciones sobre las intrigas del capital americano. Pero cenuncia a los éxitos del periodismo y de la literatura burguesa, y aun a la herencia familiar, y se convierte en campeón del proletariado en todos los conflictos sociales. Papel de primera fila como periodista y come militante en las huelgas textiles de Paterson (New York) en 1913; de la Standard Oil en Bayonne (New Jersey) y del Colorado en abril 1914, en la que denuncia las responsabilidades de un Rockefeller. En agosto de 1914 va a Europa com corresponsal de guerra: Batalla del Marne, Alemania, Ausul.
Turquía, Italia, retirada de Serbia arriesgando en todas partes varias veces la vida por su audacia. En 1915, una gira de conferencias en América, en la que no guarda contemplaciones ni con la entente ni con los Imperios Centrales. Rusia. Aquí es detenido por sus artículos y por los documentos que había reunido sobre el antisemitismo, y para ponerlo en libertad es necesaria la intervención del Gobierno y de la Prensa de los Estados Unidos. En 1916 1917 prosigue sus trabajos de escritor y conferenciante, colaborando particularmente en la revista The Maset, cuya redacción, Reed comprendido, es perseguida después de la entrada de los Estados Unidos en la guerra, por un artículo antimilitarista. Reed vuelve a Rusia, y aquí sigue sobre el terreno, hora por hora, la marcha de la revolución, reuniendo una documentación de primer orden. De regreso a su país emprende la redacción de este libro que su editor a duras penas logra salvar de los atentados fascistas. Antes se le pagaban sus artículos a peso de oro: ahora se intenta hacerle callar. El capitalismo norteamericano, que honra a los revolucionarios muertos en 1776, que le dieron la independencia, no tolera a los revolucionarios vivos de 1918, que intentandar la independencia y la libertad a otros hombres.
John Reed ha muerto en Moscú el 17 de octubre de 1920, a consecuencia del tifus que contrajo en su viaje al Caucaso. Está enterrado en la Plaza Roja, al pie de la muralla del Kremlin, en tumba de honor.
Para refrescar la mala memoria de los intelectuales de la burguesía, cito a Lunacharsky, hijo de un consejero de estado; Alejandro Kollontay, de un oficial ruso, de familia noble: Gregorio Chicherin, que fué consejero de estado y burocrata en el Ministerio de Negocios Extranjeros; Bujarin, hijo de un consejero de la Corte. La lista es demasiado grande. Solo puede ser revolucionarios los hombres de gran corazón. La nicotica mentalidad de estos escritores encastados en fraile y pequeño burgués no puede ni podrá nunca alcanzar una concepción exacta del marxismo, que solo es accesible la a los hombres que estudian, aman verdad y tiene fe en su triunfo.
Ricardo Martínez de la Torre.
español había frecuentemente, algunos hábitos nobles de señorío. El encomendero criollo tiene todos los defectos del plebeyo y ninguna de las virtudes del hidalgo. La servi.
dumbre del indio, en suma, no ha disminuido bajo la Repùblica.
Todas las revueltas, todas las tempestades del indio, han sido ahogadas en sangre. las reivindicaciones desesperadas del indio les ha sido dada siempre una respuesta marcial. El silencio de la puna ha guardado luego el trá gico secreto de estas respuestas. La República ha restaurado, en fin, bajo el título de conscripción vial, el régimen de las mitas.
La República, además, es responsable de haber pletarLa causa de la gado y debilitado las energías de la raza.
redención del indio se convirtió bajo la República, en una especulación demagógica de algunos caudillos. Los partidos criollos la inscribieron en su prograina. Disminuyeron así en los indios la voluntad de luchar por su reivindicaciones.
En la Sierra, la región habitada principalmente por los indios, subsiste apenas modificada en sus lineamientos, dominio de la más bárbara y oinnipotente feudalidad.
la tierra coloca en manos de los gamonales. la suerte de la raza indígena, caída en un grado extremo de depresión e ignorancia. Además de la agricultura, trabajada muy primitivamente, la sierra peruana, presenta otra actividad económica: la minería, casi totalmente en manos de dos grandes empresas norteamericanas. En las minas rige el sala riado, pero la paga es infima, la defensa de la vida del obrero casi nula, la ley de accidentes de trabajo, burlada.
El siste na del enganche. que por medios de anticipos falaces esclaviza al obrero, coloca a los indios a mereed de estas empresas capitalistas. Es tanta la miseria a que los condena la feudalidad agraria, que los indios encuentran preferible, con todo, la suerte que les ofrecen las minas.
La propagación en el Perú de las ideas socialistas ha traído como consecuencia un fuerte movimiento de reivindicación indígena. La nueva generación peruana siente y sabe que el progreso del Perú será ficticio, o por lo menos será peruano, mientras no constituya la obra y no signifique el bienestar de la masa peruana que en sus cuatro quintas partes es indígena y campesina. Este misino movimiento se manifiesta en el arte y en la literatura nacionales en los cuales se nota una creciente revalorización de las formas y asuntos autóctonos, antes depreciados por el predominio de un espíritu y una mentalidad coloniales españolas. La literatura indigenista parece destinada a cumplir la misma función que la literatura mujikista. en el período pre revolucionario ruso. Los propios indios empiezan a dar señales de una nueva consciencia. Crece día a día la articulación entre los diversos núcleos indígenas antes Incomimicados por las enermes distancias. Inici esta vinculación, la reunión periódica de congresos indígenas, patrocinada por el Gobierno, pero como el carácter de sus reivindicaciones se hizo pronto revolucionario, desnaturalizada luego con la exclusión de los elementos avanzados y a la leva de representaciones apócrifas. La corriente indigenis presiona ya la acción oficial. Por primera vez el Gobierno se ha visto obligado a aceptar y proclamar puntos de vista indigenistas, dictando algunas medidas que no tocan los intereses del gamonalismo y que resultan por esto ineficaces. Por primera vez también el problema indígena, escamoteado antes por la retórica de las clases dirigentes, es planteado en sus términos sociales y económicos, identifjcándose le ante todo con el problema de la tierra. Cada día se impone, con más evidencia, la convicción de que este problema no puede encontrar su solución en una fórmula humanitaria. No puede ser la consecuencia de un movi.
miento filantrópico. Los patronatos de caciques y de rá.
bulas son una hefa. Las ligas del tipo de la extinguida Asociación Pro Indígena son una voz que, clama en el desierto. La Asociación Pro Indígena no llegó en tiempo a convertirse en un movimiento. Su acción se redujo gradualmente, a la acción generosa, abnegada, nobilísima, personal, de Pedro Zulen y Dora Mayer. Como experimento, el de la Asociación Pro Indígena sirvió para contrastar, para medir, la insensibilidad moral de una generación y de una época.
La solución del problema del indio tiene que ser una solución social. Sus realizadores deben ser los propios indios. Este concepto conduce a ver en la reunión de los congresos indígenas un hecho histórico. Los congresos indígenas, desvirtuados en los últimos anos por el burocratismo, no representaban todavía un programa; pero sus primeras reuniones señalaron una ruta comunicando a los indios de las diversas regiones. los indios les falta vinculación nacional. Sus protestas han sido siempre regionales. Esto ha contribuído, en gran parte, a su abatimiento. Un pueblo de cuatro millones de hombres, consciente de su número, no desespera nunca de su porvenir. Los mismos cuatro millones de hombres, mientras no son sino una masa orgánica, una muchedumbre dispersa, son incapaces de decidir su rumbo histórico. Viene de la página mentable de estos pueblos de Europa, con el infierno de su proletariado, con sus luchas de clases, su desenfrenada carrera hacia los armamentos y sus guerras sin fin, su politica de rapiña colonial, la bancaITOTA sangrienta de toda una civilizaeión! Europa es un ejemplo, isi. de lo que no se debe hacer.
China no puede, por otra parte, quedarse en el estado presente, en que se ve entregada a todas las agresiones, una sola vía tiene abierta: la de la No Resistencia absoluta, vis vis, de su gobierno y de todos los der gobiernos. Que con e imposible el cultivo de la tierra sometiendose a la única ley de Dios! Europa se encontrará desarmada ante la pasividad heroica y serena de 400 millones de hombres. Toda la sabidoria humana y el secreto de la felicidad están en el trabajo tranquilo de cada uno en su campo, gujándose según los principios de las tres religiones de China: el Confuciopismo, que liberta de la fuerza bruts: el Taoismo, que prestane quo bay que hacer los otrba 10 que ho quiere que los otros nos hagan; y el Budismo, que es todo abre ción y amor.
Ya vemos el caso que la China de boy parece hacer de los consejos de Tolstoi; no parece que su docto con Fresponsal Ku Hung Ming haye provecho mucho: por que tradicionalismo, distinguido pero limitado, ofrece por toda penaces para la fiebte del mundo moderno en actividad una gran carte de fidelidad al orden establecido anteriormente. Pero no hay que juzgar al inmenso ocpano por las olas de su superficie Quién puede decir si el pueblo de China no está mucho más cerca de los pensamientos de Tolstoi que concuerdan con la milenaria tradición de sus sabios, que no le harían suponer esas guerras de partido y esas revoluciones, que pasan y que mueTen sobre su eternidad?
rists En su calidad de ruso, Tolstoi tenia. numerosas ocasiones para conocer a los mahometanos, ya que el imperio de Rusia contaba veinte millones de súbditos de ta religión También tienen éstos un amplio lugar en su correspondencia. Pero apenas aparecen antes de 1901 la primavera de aquel año, su respuesta al Santo Sinodo y excomunión, lo que le conquisto. La elevads y firme palabra atravesó el mundo musulman como el carro de Elias. Sólo conservaron la afirma ción monoteista, en que les parecía que repercutia la voz de su Profeta y procuraron ingenuamente anexionársela. Los Baschirs de Rusia, los Muftis indios, los Musulmanes de Constantinopla, le escriben que han Plorado de alegria leyendo el mentis público infligido por su mano a toda la cristiandad; le felicitan de haberse liberado al fin de la sombría creencia de la Trinidad. Lo llaman sy hermano y se esfuerzan en convertirlo del todo. Con cómica inconciencia, uno de ellos, Muti de la India, Mohammed Sadig, de Kadian, Gurdaspus, se congratula de darle a conocer que su nuevo Mesías islámico (un cierto Chazrat Mirza Gulam Achmed) acaba de aniquilar el engaño cristiano de la Resurrección, encontrando Kaschmir he tumba de Juz Aza (Jesús. y le envía una fotografia con el retrato de gu santo reformador.
No se podría imaginar la admirable tranquilidad, apenas teñida de ironía (o de melancolía. con la cual Talatai Neeibe ARO estratos adelantos. Quien no lo ha visto en estas, controversias, no conoce la soberans moderación a que su naturaleza imperiosa había llegado. Jamás se apertabe de su cortesía y de su reposado buen sentido. El interlocutor mahometado, es el que se encoleriza, el que le atribuye, irritado, un resto de los prejuicios cristianos de la Edad Modia. y que, a su negativa de creer en el nuevo Mesias musulmán, le opone la clasificación amenazadora que el santo hombre hace, en tres grupos de los que reciben la luz de la verdad. Los unos la reciben por su propia razón. Los otros, por los signos visibles y los milagros. Los terceros, por la fuerza de la espada. Ejemplo: El Faraón, a quien Moisés tuvo que hacer beber el Mar Rojo para convencerle de su Dios. Porque el profeta enviado por Dios debe enseñar al mundo entero.
Tolstoi no sigue a sus corresponsales agresivos en el terreno del combate. Su noble principio es que los hombres amantes de la verdad, no deben nunca apoyarse en las diferencias entre las religiones y en sus de fectos, sino en lo que las une y lo que les da valor. Es en lo que yo me esfuerzo, dice, con respecto a todas las religiones, y principalmente con el Islan. Se contenta con responder al fogoso Mufti que el deber de cualquiera que posee un sentimiento verdaderamente religioso es dar el ejemplo de una vida virtuosa. He ahi todo lo que necesitamos. Admira no obstante a Mahoma; algunas de sus palabras lo han Pe Mahona no es nada más que un hombre, como el Cristo. Para que el Manometisino, así como el Cristianismo, se conviertan en una religión justa, se necesitará qué renuncien a la fe ciega en un hombre y en un libro; que admita solamente lo que está de acuerdo con la conciencia y la razón do todos los hombros. Hasta en la forma mesurada con que leviate su pensamiento. Tolstoi se preocupa de no herir la fe del que le habla. Perdonadme si he tenido que heriros No se puede decir la verdad tro tiempo. se dejaba arrollar, algunas semanas después, por la ola del delirio patriótico, después de la destrucción de la flota ruse por los japoneses en Tsusima, y terminaba por publicar contra Tolstoi un pésimo libro en que lo atacaba.
Más sólidos y sinceros, pero tan alejados del verdadero pensamiento de Tolstoi! los social demócratas japoneses, protestadores heroicos contra la guerra, que escriben a Tolstoi en septiembre de 1904, y a quienes Tolstoi al darles las gracias, les expresa su condenación absoluta la vez de la guerra y del socialismo.
Pero el espíritu de Tolstoi penetraba, a pesar de todo, en el Japón, y lo labraba hasta el fondo. Cuando en 1998, para su 80º aniversario, amigos rusos se dirigieron a todos los amigos del mundo, a fin de publicar un libro de testimonios. Naoshi Kato envió un interesante ensayo que muestra la influencia considerable de Tolstoi en el Japón. La mayor parte de sus libros religiosos habían sido traducidos; hacia 1902 1903, produjeron, dice Kato, una revolución moral, no solamente entre los cristianos japoneses sino también entre los budistas; de esta conmoción salió una renovación del budima Hasta tonces, la religión era un orden establecido y una ley de fuera. Volvió a tomar un carácter interior. Conciencia religiosa fue desde entonces la palabrs de moda. Por cierto, este despertar del Yo no dejaba de tener peligro. Podía conducir y condujo en numerosos casos hacia otros fines que no eran ni espíritu de sacrificio ni amor fraternal al goce egoista, al indiferentismo, a la desesperación y hasta al suicidio: hubo catástrofes en este pueblo vibrante que, en sus crisis de pasión llevó consecuencias.
Pero se formó también, al lado de Kioto, pequeños grupos tolstoianos, que trabajaban su campo y profesaban el puro Evangelio del amor.
De una mane general se puede decir que la vida espiritual en el Japón ha sufrido, en parte, la impre sión de la personalidad de Tolstoi.
Todavía hoy subsiste en ese país una sociedad Tolstoi. que publica una revista mensual de 70 páginas, interesante y nutrida.
El más amable ejemplo de los discipulos japoneses es el joven Kenjiro Tokutomi, que contribuyó también al libro del Jubileo de 1908. Había escrito, de Tokio, una caria entusiasta a Tolstoi, en los primeros meses de 1906; Tolstoi había respondido al. nstante. Pero Tokutomi no había te.
nido la paciencia de esperar la respuesta; se embarcó en el primer bar co para ir a verlo. No sabía una pelable de uso y muy poco de lies Llego a Tasmura en Juliu y permane.
ció ahi cinco dius, recibido con una bondad paternal, y volvió a partir directamente para el Japón, conservando durante todo el resto de su vida, los grandes recuerdos de esta seniana y la luminosa sonrisa del unciano. Lo evoca en sus encantadoras páginas de 1908, donde habla su corazón sencillo y puro: Veo su sonrisa a traves de la niebla de los 780 dias pasados desde que lo he encontrado, y por encima de los diez mil kilómetros que nos separaban.
Ahora yo vivo en una pequena uldoa, en una mezquina casa, con recidas después de muchos siglos, para hablar según el gran estilo de la India, al sentido profundo, dos milagros del espíritu: Ramakrishna (1836 1886. el loco Dios, que abarcaba en su amor todas las reformas de lo Divino y su discípulo heroico Vivekananda (1863 1902. a cuya torrencial energia ha despertado para los siglos venideros en su pueblo a.
gotado, el Dios de acción, el Dios de la Gita.
La vasta curiosidad de Tolstoi no los desconocía. Leyó los tratados de Dayananda, que le envió el director de The Vedic Magazine (Kangra, Sakaranpur. Rama Deva. Desde 1896 se había entusiasmado con los primeros escritos publicados por Vivekananda; y saboreaba las Pláticas de Ramankrishna. Es una desgracia para la humanidad que Vivenananda, cuando su viaje a Europa en 1900, no se orientase hacia lasnia Poliana. El que escribe estas linear no pudo consolarse aquel año de la Exposición Universal en que el gran Swami pasaba por Paris, tan mal acompañado, de no haber sido el que hubiera puesto en contacto los dos Videntes, a los dos genios religiosos de Europa y de Asia.
Así como el Swami de la India, Tolstoi se nutría con el espíritu del Krishna, señor del Amor. Más de una voz de la India lo saludo como un Mahatmá, un antiguo Rishireencarnado. Gopal Gretti, director del The New Reformer. que era un devoto de las ideas de Tolstoi en la India, se aproxima a él en su escrito para el Libro del Jubileo (1908. comparándole al Buda, el príncipe que renunció: y dice que si Tolstoi hubiera nacido en las Indias, hubiese sido considerado como un Avatara, un Purusha (encarnación del Alma Universal. un Sri Krishna.
Pero la corriente fatal del dios de la historia iba a llevar a Tolstoi, del Sueño de Dios de los yogis, a los umbrales de la gran acción de Vivekananda y de Gandhi, al Hind Swaraj.
Extraños cambios del destino! El primero que lo condujo alli fué el hombre que, más tarde, debía llegar a ser el mejor teniente del Mahatmaindio, pero en aquel tiempo, ere to davía, como Pablo, anter. del Camaro de Damaso el violento enemigo de estos pensamientos: B. Das.
Nos será permitido pensar que la voz de Tolstoi ha podido contribuir a hacerlo volver a su verdadera misión? fines de 1908, Das estaba en el campo de la Revolución.
Escribió a Tolstoi sin ocutarle su fe violenta: combatia abiertamente la dostrina tolstoyana de Is No Resistencia; y, no obstante, le pedís una palabra de simpatis para su periódico: Free Hindostan. Tolstoi respondió en una larga carta, casi un tratado, que bajo el título de Carta a un Indio. 14 de Diciembre 1908. se esparció en el mundo entero. Proclamaba enérgicamente la doctrina de la No Resistencia y del Amor, encuadrando, cada parte de su argumentación con citas del Krishna. No ponia menos vigor en su lucha contra la nueva superstición de la ciencia que contra las antiguas supersticiones religiosas. Reprochaba a los Indios el renegar de su sabiduría antigua para abrazar el error de Occidente.
Es de esperar, decía, que en el inmenso mundo bramano budista y confucionista, este nuevo prejuicio cientifico no encontrará sitio y que los chinos, los japoneses y los indios comprenderán el error religioso que justifica la violencia y llegarán direc. tamente concebir la ley del amor, propia de la humanidad, que fue promulgada con la fuerza brillante por los grandes maestros de Oriente. Pero la superstición de la ciencia, que ha reemplazado a la de la religión, engloba cada vez más a los pueblos de Oriente: Ella subyuga ya al Japón y le prepara los mayores desastres. Se extiende sobre los que, en China y en la India, pretenden ser, como vos, los conductores de sus pueblos. Vos invocáis, en vuestro periódico, como principio elemental que debe guiar la actividad de la India, la idea sigutente. Resistance to agression not simply justificable, but imperative; hon rentance hurts both altruim and egoism. qué, vos, miembro de uno de los pueblos más religiosos, vais, con el corazón tranquilo y confiado en vuestra instrucción cientifisu ron enceducirá sías.
con Todo lo contrario de los chinos, los japoneses, con su febril vkalidad, su curiosidad hambrienta de todo nuevo pensamiento en el Universo, fueron los primeros en Asia quienes Tolstoi entró en relaciones (en 1890 o poco tiempo después. Desonflaba de ellos, de su fanatismo nasional y guerrero, sobre todo de su prodigiosa flexibilidad para adaptarse a la civilización de Europa y abrazar al instante todos los abusos. No se puede decir que su desconfianza haya estu do completamente injustificada; porque la correspondencia bastante abundante que sostuvo con ellos le proporcionó más de un disgusto. Alguno que se llamaba su discipulo, teniendo la pretensión de conciliar su enseñanza con el patriotismo, lo desautorizó públicamente, como el joten Jokai, redactor en jefe del diario Didaitachou lu. en 1904, en el mom mento de la guerra del Japón con Rusia. Todavia fué más falaz el joven Tamura que, emocionado al principio, hasta saltarle las lágrimas, con la lectura de un artículo de Tolstoi sobre la guerra ruso japone. exclamaba transportado que Tolstoi era el único profeta de nuesEs de la India, en efecto, de donde debía salir el Verbo activo, del cual Tolstoi fué el anuncio.
La India estaba, a fines del siglo XIX y a principios del XX, en pleno despertar. Europa no conocía todavía (aparte de una élite de sabios bien documentados que no tienen mucha prisa para dar a conocer su ciencia a la mayoría de los mortales, y se cantonan de buena gana en su CAScarón lingüístico, en donde se hallan encerrados. Europa está todavia lejos de imaginar la prodigiosa resu rección del genio indio que se anunció desde los años 1830 y resplandeció hacia 1900.
Fué una floración brillante y repentina en el campo espiritual. Er el are, en la ciencia y en el pensa miento El solo nombre de Rabindranath Tagore. desprendido de la constelación de su gloriosa amilia esplandeció en todo el mundo. Casi al mismo tiempo, el Vedantismo era renovado por el fundador del Arya Samaj (1875. Dayananda Sarasvati, al que se ha llamado el Lutero indio; y Keshub Chunder Sen, hacia del Brahmy Samaj un instrumento de reformas socinles apasionadas y un medio de aproximación entre ei pensamiento cristiano y el de OrientePero sobre todo, el firmamento religioso de la India se iluminaba con dos estrellas de primera magnitud, súbitamente aparecidas. reapa LABOR QUINCENARIO DE INFORMACION IDEAS PUBLICADO POR LA SOCIEDAD EDITORA AMAUTA Para extender nuestra labor de difusión cultural, y llegar a los sectores de público a los cuales AMAUTA no alcanza, hemos resuelto la publicación do este periódico, que tendrá el mismo espíritu y programa. LABOR se venderá en toda la república al precio de 10 centavos ejemplar y aparecerá el ler. y 3er.
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