Democracy

IZQUIERDA 36 IZQUIERDA 37 PANORAMA EDUCACIONAL CONVENCION DE MAESTROS ASPECTO SOCIAL DEL CONGRESO ción original y limpia ha de darnos los datos que integren la urdimbre de la de mocracia del trabajo, de que nos hallamos próximos. Hemos dicho, pues, de que la democracia de Atenas era un organismo político compuesto por todos los ciudadanos.
Distingamos ahora, como verdad histórica, de que la Constitución de Solon reposaba sobre la idea según la cual los derechos políticos debían ser proporcionales a la riqueza individual, pero fué una idea que no se llevó a la práctica. Por lo demás, es esa la idea de desigualdad de que se han nutrido las democracias occidentales y que ha resultado tan atentatoria como absurda. La República Ateniense hacía uso de dos instrumentos políticos por los que lograba la total virtud democrática: el sorteo la elección. El sorteo obedecía, a lo que parece, a un sentimiento religioso, según la erudita opinión de Furtel de Coulanges. El referido autor ha sostenido la tesis de que el sorteo no era para los atenienses, como es para nosotros, un medio de dejar la elección al azar, sino que para este pueblo religioso la voz de la suerte era la voz misma de la divinidad. Croiset ha escrito por su parte: oncuéntranse, en efecto, en las Leyes de Platón frases en que tal idea está más o menos indicada y nadie ignora que los atenienses honraban a la fortuna como una divinidad. Pero no nos dejemos engañar por las palabras. El mismo Platón se expresa sobre eso con mucha reserva, y Aristóteles, en diversas ocasiones, considera la elección como un procedimiento aristocrático (en el sentido etimológico de la palabra) porque favorece a los mejores, mientras que el sorteo le parece esencialmente democrático porque esta Clece la igualdad de las probabilidades entre los ciudadanos todos. Indudablemente ese fué el fondo del pensamiento de los atenienses y la idea de la acción divina ocupaba en la concepción del sorteo un espacio menos grande que el de las igualdades.
De ser veridica la crítica enunciada, se ve bien que la democracia, en el sentido de la igualdad ciudadana, era llevada a límites hiperbolicos. El título de ciudadano daba el derecho para desempeñar las dignidades de las magistraturas suponiendo a priori el talento de que se ha menester. Basta con destacar el amplísimo principio para dominar la concepción de la democracia en toda su latitud.
No hay para qué hacer la objeción de que la igualdad así practicada por medio del sorteo, es elementalmente absurda si se la confronta con la experiencia, cosa que por cierto no ignoraban los atenienses, puesto que se valían de la elección para las magistraturas más delicadas. Pero lo significativo de la cuestión, es el respeto al principio igualitario y la gran estima que se profesaban los ciudadanos. Vale de cir, era suficiente con ser miembro de la democracia, para estar considerado como nombre de virtudes y de capacidades. Log libres ejercicios individuales y colectivos, no suponían la vana composición de una teoria, sino que eran reales manifestaciones vivientes.
Tan Hbres se comportaban los atenienses, que todo se hallaba Hbrado a la iniciativa del individuo. Las cuestiones trascendentales del Estado como la declaración de una guerra, por ejemplo, se ventilaban y resolvian en discusiones a la luz sol sol. la plaza pública concurrían todos los ciudadanos y allí se improvisaba el tribunal que fallaba. Los oradores desempeñaban el papel de intérpretes fieles de los sentimientos populares. Sólo en un medio como aquel de libérrimas manifestaciones corporales y espirituales, fué dable que cada filósofo creara un sistema de concebir el universo y la vida y de que las artes plásticas culminaran en la expresión de una belleza imperecedera.
La Grecia de aquel entonces entraña un momento capital en la historia humana, momento de vastas creaciones incomparables en que, por fuerza, tenemos que inspirarnos. bien. en qué se parecen las democracias que han pretendido asimilarse el modelo de la ateniense? En nada. Pero. en qué debe parecerse la que nosotros ilamamos del trabajo? Simplemente en su espíritu libre y de equidad, tanto como en su pensamiento desnudo de trabas que expansionábase con gracia por la república y cuyas cualidades antidogmáticas son las que deben henchir el municipio moderno, la provincia, la nación, el continente y la raza. No existiendo otra más grande sugestiva civilización que la helénica, es que reivindicamos su carácter de un eterno y puro clasicismo.
y Hasta ahora han tenido la dirección del mundo los políticos, los banqueros, los militares y los clérigos. ellos han creado en los países civilizados una patológica mentalidad guerrera que mantiene aún armados los espiritus, frustrando los ideaies limpios y generosos de la fraternidad universal. Siento una pena cotidiana dice Ga briela Mistral, la más excelsa mujer ame ricana, actualmente en Francia observando en Europa el éxito creciente de un nacionalismo rabioso que prepara otra guerra para de aquí 6 10 años. lo peor de todo, es que se infiltra el veneno de este chauvinismo en el alma de los niños a través de una educación crimi.
nal, que en lugar de quemar todos los libros que enseñan el odio, por el contrario los convierten en textos escolares, cual si el ideal del Estado y de su escuela pú.
blica, fuese perpetuar la maldita raza de Caín, preparando a la humanidad desde la cuna para la guerra.
Pero ha sonado la hora de la responsabilidad para quiénes pagados por el pueblo tienen la democrática misión de educar a los hijos del pueblo.
En suma, que ahora les toca hablar a los maestros y éstos se disponen a hacerlo sinceramente, para aclarar en la conciencia colectiva cuál es o debe ser el concepto verdadero de su función y en nombre de qué ideales humanos, no desde el punto de vista de los miserables intereses de clase que actualmente se debaten, sino desde el alto punto de vista de los intereses de la especie, deberán educar en estas tierras prometidas de la libertad, a las nuevas generaciones de América.
Con ese noble propósito, los trabajadores de la enseñanza que sirven conscientemente a los fines de la cultura misma y no de quiénes ponen la cultura a los fines del Estado, han citado a las figuras más destacadas de las nuevas escuelas que están propagándose en Europa y, sobre todo, a los maestros idealistas de América, para discutir en una Convención Internacional de Educadores que se reunirá el de Enero en esta Capital, no los asuntos baladies de la pedagogia oficialista, sino los problemas sociológicos de la cultura.
Hasta ahora se han realizado congresos internacionales y panamericanos de toda indole, pero es la primera vez que se piensa en una Convención Continental de educacionistas para debatir en su aspecto social (y no académico) los problemas de la educación popular que tiene por fin la formación y depuración de nuestras democracias americanas.
Por eso esta Convención interesa más que a los pedagogos del Estado, a los padres de familia de todas las clases sociales, para quienes el niño no es un conejo de experimento sino el sujeto real de sus amores, en quien cifran ellos sus mejores esperanzas para el porvenir.
Interrogado uno de los miembros del Comito que tiene a su cargo la celebración de esta Convención, sobre la importancia real que se le atribuye a dicho certamen educativo, nos ha respondido. Los organizadores de esta magna asamblea de maestros y amigos de la educación perseguimos dos fines que, aunque no se materialicen en hechos inmediatos, no por eso dejan de ser prácticos, pues, descontamos, en cambio, la trascendental repercusión que tendrá en el espíritu púy. hasta en la mente oficial, la cual si bien nunca inventa nada en esta materia, no podrá menos que enterarse de los innúmeros ensayos educacionales que se efectúan en el mundo y que sólo repudian los bárbaros.
En primer lugar, yo soy de los que creen que la unidad espiritual de América no la harán los diplomáticos al servicio de dictadores más o menos supeditados al oro de Wall Street, ni los papagayos del panamericanismo que el último ismo made in sino los maestros de escuelas, los intelectuales libres y los trabajadores manuales.
Pongo en primer término a los maestros porque de la hermandad intelectual de ellos depende en gran parte que América alcan.
ce la jerarquia espiritual de una cultura autónoma, superior por su contenido de humanidad, a la vieja cultura occidental envenenada de odio y chauvinismo.
Pero, aparte de este punto de vista, que pudiéramos denominar panorámico, yo creo que de esta Convención va a salir un plan bllco es Love Zonalus