Democracy

IZQUIERDA 26 IZQUIERDA 27 debe Vd. nada, pues si alguna vez expresé un juicio y apoyé una solución, a base de informaciones de mi amigo don Juan José Millán, miré sólo el servicio público con la amplia y tolerante norma con que he patrocinado y nombrado varios hombres con cuyos credos disiento; b) Los izquierdistas no tienen cuenta corriente con el Ministro, pues éste se precia de ambidextro, aunque sea poca la destreza de sus ambas manos. En Millán, Bordato, Palcos, Ingenieros, Gómez, Veyga, Mouchet, Giusti, Troise, los Orgaz, como en Morris, González, Amatusso, Serie, Terán, Ramirez, Victoria, Abeledo, Ferrey ra, Pandolfini, Chelia, Reula, Nielsen, Doello y tantos otros con los cuales, directa o indirectamente, comparte o compartió tareas, ideas y responsabilidades docentes, no ha mirado, además de sus capacidades, otra cosa que su enjundia moral y el amor apostólico que ponen en la tarea de cada día, sea ésta oficial o privada.
Reiterándole reconocimiento, lo saluda atte. Antonio Sagarna.
RESPUESTA ¿Pero, dónde están las huellas de su obra y de sus ideas progresivas?
Cuánto más glorioso para usted y más útil para el país, habría sido que en lugar del licor espumante de su optimismo verbal escanciado pródigamente en forma de discursos y conferencias, le hubiese legado a la docencia nacional y a la juventud que se educa, innovaciones útiles que conectasen los planteles de enseñanza con las necesidades sociales del presente.
Hace usted bien, doctor, de enorgullecerse por haber pertenecido a tantas instituciones de fomento y estímulo docente como las que enumera en su carta, y que son otros tantos titulos de honor para su vida ciudadana, particularmente aquel de sus servicios gratuítos de maestro durante los tres años de máxima pobreza.
Debe ser grato evocar los recuerdos de la pobreza desde la prosperidad y el encumbramiento político. Ella ha sido y seguirá siendo mi fiel compañera de viaje, doctor, y a ella le debo esta acumulación de riqueza espiritual que nos es dado atesorar a los hombres que no se llevó consigo la corriente de la vida puramente externa, mundanal y sensualista.
Tan sorprendido como usted de la lectura de mi libro, lo estoy yo, doctor, de su extraño concepto (un tanto napoleónico) sobre la pretendida incompatibilidad de mi función docente con mis ideas reformadoras de educador. Es indispensable, pues, que un maestro del pueblo pagado por el pueblo, sea una mula de noria con anteojeras pedagógicas, atada al molino de la rutina?
Seria lamentable que un profesional no pudiera subrayar los errores a veces criminales de la enseñanza. Cuando empleo la palabra criminal no lo hago en lenguaje jurídico, sino en el de la ética social, pues señalo crímenes de lesa patria y lesa humanidad que no tienen sanción en el Código Penal pero sí en la vindicta pública. cuando a los veinte años de experiencia en el oficio, se suman otros títulos que han extendido el nombre del suscripto más allá de las fronteras nacionales; cuando el que publica un libro de crítica severa a nuestros sistemas educacionales, es un obrero infatigable de la libre organización de la cultura; que ha creado instituciones populares encargadas de difundirla; que ha llevado los prestigios de la intelectualidad nacional a la mitad de las repúblicas americanas; que ha legislado en materia escolar en alguna de ellas, conquistando el título de ciudadano honorario de la misma, creo que bien merece ser escuchado y discutido con ciertos miramientos.
Sería paradojal que sólo en mi patria fuese yo un expatriado cuando otras patrias se honraban en hacerme su hijo adoptivo.
El hecho de que yo le alquile al Estado mis aptitudes profesionales, no implica que le alquile también mi conciencia. No exije un Estado democrático semejante esciavitud. lo podrá exigir un Estado fascista, pero jamás el Estado argentino, cuya carta magna garantiza por sobre todas las cosas el derecho de expresar libremente las ideas.
Precisamente, yo señalo en mi libro la herencia de esclavo que pesa sobre los encargados de formar a los hombres libres. sostengo, que la reconstrucción de nuestro sistema educativo comienza con la liberación espiritual del maestro.
El concepto anti democrático e inconstitucional de que el maestro del Estado no aebe tener nunca ideas distintas (y mucho menos opuestas) a las de los mandatarios, ha sido funestisimo para la cultura nacional: ha contribuído a deformar la fisonomía cívica de la nación.
Con ese criterio destituye el sectarismo religioso de Estados Unidos al maestro Scopes por enseñar la teoría de la evolución; y con la misma intolerancia política se nos brindaria aquí la cicuta a los herejes que tenemos la osadía de pronunciarnos contra el catecismo de las infalibilidades oficiales.
No, doctor, usted que siendo profesor tuvo el bello gesto de decirle al ministro Naon un día que éste lo interpelara sobre si era o no cierto que usted, Millán y Bordato profesaban ideas avanzadas: el señor ministro no tiene ninguna jerarquía sobre el fuero privado de nuestra conciencia. no puede sustentar ahora una tesis tan opuesta. No insistiré sobre el prejuicio con que usted ha leído lo poco que leyó de mi libro.
Usted mira el panorama de la docencia nacional, desde arriba, y es explicable que lo vea a través de la poesia engañosa del poder. Y, naturalmente, lo ve color de rosa, así como desde lejos se ven azules las montañas.
Yo lo miro desde abajo, como perito del oficio, y me topo con la cruda realidad.
No es, pues, literatura lo que yo hago, si no un diagnóstico. Literatura hacen los diletantes que no se han especializado en nada y hablan de todo. También es Xenius quien aconseja: Procura hacer bien una cosa; dedicate a tu arte o tu oficio por modesto que el sea, con todo tu amor y vocación; y serás alguien. No recuerdo textual.
mente la frase. Olvida usted que yo soy maestro por los cuatro costados?
Se extraña usted que yo haga una autopsia de nuestro arqueológico régimen educacional? mi regreso de una corta gira de inspección escolar por la Provincia de Buenos Aires, me encuentro con su atenta del 23 del corriente acusando recibo de mi libro.
Respetuoso del tiempo que le embargan sus altas y múltiples funciones de Secretario de Estado, me habría abstenido de contestar su apreciación equivocada relativa al autor (ya que no a su obra) que involucran ciertos párrafos de su carta.
Pero como reitera usted la misma apreciación personal que en otra oportunidad ie mereció una carta mia con la cual seguramente heri su susceptibilidad, aunque el sentir ento que la aspiraba era de fecto hacia persona, pues, sinceramente, me habría gustado verlo actuar como un actor de sarmientesca talla en el Ministerio de Instrucción Pública, espero que me concederá, por esta vez, el derecho a la defensa.
Deseo demostrarle sin ánimo de entrar en polémica que no hay tal dualismo en mi conducta, ni tal incompatibilidad entre el funcionario y el crítico de la ense.
ñanza.
Podrá, tal vez, haber demasiada impetuosidad en el ataque de lo que considero Luestras calamidades institucionales. lo que alejaria toda sospecha de complicidad con ellas) pero ello es producto de un temperamento intelectual. Con la misma temperatura con que se manifiesta usted tan optimista respecto a la enorme y admirable obra realizada por el Estado argentino con amplitud inigualada en materia de ensefianza expreso (yo que tengo veinte años de magisterio) mi decepción profunda frente a la incapacidad de nuestros gobernantes para convertir nuestra educación pública en la gallina de los huevos de oro, como con tanto éxito lo ha hecho el yanqui, a pesar de sus imbecilidades típicas.
Ni mi libro, ni mi larga obra (buena o mala, pero firme) de predicador laico dentro y fuera de las filas del magisterio, me acreditan un pesimismo amargo y sombrio.
No lucha el que no tiene ideales. Tener ideales y servirlos fielmente como a una Dulcinea del alma, es tener fe, entusiasmo, optimismo y coraje.
La diferencia entre mi optimismo y el suyo consiste en que usted cree que al pueblo no le resta nada por hacer en pro de educación, porque los hombres del Tostado que proclaman que ésta es función exclusiva del gobierno lo han hecho ya todo, mientras yo opino que ese es el eraso error de nuestra pseudo democracia, y con hechos y papeles en la mano, me propongo demostrar que lo único incurable en esta materia, es la ceguera oficial y el peor negocio que pudo hacer el pueblo argentino fué instituir al Estado en entidad edagógica única ental, subordinando así la cultura a la política que todo lo corrompe y todo lo avasalla.
Yo le doy a usted, indudablemente, la impresión de un demagogo acre y estrepitoso. usted haciendo el panegirico de nuestro régimen educacional, lo que de rebote implica una sanción benévola de su gestión pública como hombre de gobierno, a su turno, refuerza mi convencimiento de que poco o nada hay que esperar de los dirigentes, mientras no se descentralice política y administrativamente la enseñanza.
No es mi ánimo ofenderlo, doctor Sagarna: pero yo le planteo a su espíritu apóstólico (tomo de su léxico el calificativo) este problema: qué es peor, inyectarle la worfina del conformismo a la opinión pública, o aplicarle la ducha fría para hacerla reaccionar?
Lamento que su vehemencia vasco entrerriana le haya impedido leer algunos capitulos más de mi libro, antes de pronunciarse con el improntu con que lo ha hecho. Cómo puede usted juzgarme un demagogo más o menos negativo, cuando empiezo por dedicar mi libro a un ex ministro (que ahora no puede dar ni quitar puestos) aplaudiendo su obra?
Con cuanto mayor motivo hubiera batido palmas a la suya, si hubiera encontrado que también usted dejaba su nombre vinculado a reformas e iniciativas de alguna trascendencia social.
DSO