IZQUIERDA 21 IZQUIERDA 25 burro, ella le falta en esa forma. Cualquiera en su caso hubiese hecho lo mismo.
la noche anterior. Pero, observa en la casa un ambiente tan tranquilo que está por creer que todo fué una pesadilla. Se siente feliz. Vístese de prisa y con un loco deseo de andar correteando por las calles, innundadas de luz.
Cuando en el comedor se encuentra con su padre, no puede soportar su mirada y rehuye la conversación con él. Sale a la calle y todo le parece nuevo como si por primera vez recorriese la ciudad. Hasta las mismas sensaciones que experimenta tienen un encanto extraño. En el taller esos sentimientos se agrandan y ya no es el sueño que le acecha hosco desde los rincones, sino el rostro piadoso y dulce de su madre.
quel Rodring La eterna divergencia elogio de Pedro al recordar esas palabras se estremece. Entonces observó el rostro de su madre. Ella, impasible, sin la menor sombra que alterase su plácida fisonomía había respondido. Vaya a saber la vida que pasaba ella. Pedro cuenta los golpes de la campana, cuyo eco se prolonga en el silencio de la noche. Las doce. Ninguna sombra mancha el patio de luz. Siente un cansancio enorme. En las tinieblas que se encogen en el zaguán, cree percibir rostros deformados, de pupilas abiertas por el espanto. Se tendería sobre el mármol para dormir un sueño largo, del cual no quisiera despertarse.
Se vé de pronto en una pradera florecida. El césped es blando y la atmósfera vibrante. Se sienta y contempla el rodar indolente de las nubes de borde escarlata. Ahora, de cada flor se desprende una mariposa. Son tantas que oscurecen el día. Las mariposas se tornan en unos animales fantásticos, de pezuñas puntiagudas, que lo embisten. El, trata de huir, pero las bestias lo acorralan. Entonces toma un hierro rojo para defenderse. Siente que le arden las manos y, por primera vez en su vida, invoca el nombre de Dios.
Despierta sobresaltado. Lo que primero oye es la voz de su padre, que parte desde el comedor, dura, cortante. Un escalofrío de terror conmueve hasta sus fibras más íntimas. Cómo no lo oyó entrar, Dios mío! Siempre tuvo tiempo de anticiparse a su llegada. Qué sucederá ahora? Se acerca al patio y trata de adivinar en el abanico de luz, lo que ocurre dentro de la habitación. Supone que a ese breve silencio preñado de amenazas, seguirá el crimen. Hasta por momentos cree adivinar, en una de las siluetas, la mano armada de su padre. Tres sombras inmóviles se fijan en el patio; tres sombras que están fijas, en una dolorosa expectativa, como cuando se está inclinado en presencia de un moribundo. Por fin, la voz del padre, arrastrando las sílabas y haciéndose punzante en el insulto, rompe el silencio. Por mi hi. jo. Entienden. Só lo. por. él. Canallas! vé Pedro al amigo que sale de la casa, curvándose un poco, como las sombras que se le echan encima.
Luego, todo queda envuelto en silencio. Pedro se retira cautelosamente hacia su cama. Se acuesta y escucha. En la pared del comedor se proyecta la cabeza del padre. Advierte que está de codos sobre la mesa y con los dedos hundidos en la maraña de los cabellos. veces, las manos descienden, apretando las mandíbulas. La madre debe estar tirada en el lecho. Llorará, sin duda, esperando el castigo. Ella, tan buena. Por qué suceden estas cosas. piensa Pedro, y un torbellino de ideas oscuras agitan su alma.
Ahora, el padre se ha levantado. Pasea de uno a otro extremo de la habitación. Se detiene un instante, mira el patio en sombras y torna a pasear, Pedro, sin querer, ha suspirado tan fuertemente, que el padre se acerca y le interroga. No dormís, Pedro?
El, no contesta. Esa pregunta le produce espanto. Qué espera. de pronto se apaga la luz. Pedro aguza el oído y abre bien los ojos, sondeando ias tinieblas. Permanece mucho tiempo así, hasta que por fin, el sueño lo rinde. a la mañana siguiente, la voz de la madre, más cariñosa, más blanda, le llama. Pedrito, Pedrito, levantate que es tarde!
El se levanta sobresaltado. Su primer pensamiento es para lo sucedido dincu En el número anterior insertamos una carta donde Gabriela Mistral hacia el eiogio del ministro de instrucción pública Antonio Sagarna. También hacia el nuestro compañero de tareas Julio Barcos a quien iba dirigida Publicamos ahora, estas dos cartas que se dirigieron los elogiados, en las cuales se podrá ver el concepto que le merece a Antonio Sagarna, Julio Barcos y el concepto que le merece, a su vez, a Julio Barcos, Antonio Sagarna.
PREGUNTA Agradezco a Vd. el envío de su libro Cómo educa el Estado a tu Hijo. con una dedicatoria en que el autor se carga una deuda de gratitud para con el Dr. Antonio Sagarna y acusa al actual Ministro de Justicia e Instrucción Pública otra deuda para con la intelectualidad izquierdista del país.
He leído parte del volumen y por los enunciados conque encabeza cada capitulo, me doy cuenta del resto. No deseo discutir su tesis, que es muy contraria a la que he traducido en cerca de treinta años de docencia y de fomento y estímulo docente; siendo maestro gratuito, durante años de mi máxima pobreza, en las Escuelas Evan.
gélicas de Mr. Morris; presidente y conferencista en la Sociedad Fomento Educacional de Gualeguay; vocal y presidente de La Fraternidad. vocal y profesor del Comité de Extensión Universitaria; secretario y presidente de la Comisión de Propaganda Escolar; fundador y secretario de la Escuela Profesional de Mujeres; fundador y secretario del Comité de ex Alumnos del Colegio Histórico; fundador, presidente y delegado del comité de Libre Pensamiento, todo en Concepción del Uruguay; profesor gratuito de la Escuela de Comercio, profesor extensionista en la Escuela Normal; vocal de la Comisión de la Biblioteca Popular; decano ad honorem de la Facultad de Educación, todo en Paraná; y todo eso sin jamás dudar que el Estado ha hecho lo más y lo mejor que en materia de educación se ha hecho en la Argentina y en toda la América Latina.
Lo que me causa cierta extrañeza es que un hombre de su inteligencia y de sus principios, colabore en la obra criminal de la educación oficial. Eso es coparticipación y coparticipación consciente. Solo que yo no creo en su tan acre repudio de la enorme y admirable obra que el Estado argentino ha realizado con amplitud inigualada en materia de enseñanza, sino que un poco de consonante de literato y un poco de hiperbole de avanzado le llevaron a forzar la nota. Pero, aún así, aparece vd.
menospreciando y repudiando la función que desempeña y ha desempeñado; y por ahí anda un admirable Ensayo de Xenius que le convendría leer.
En cuanto a la dedicatoria, necesito hacerle una doble rectificación: a) No me