44 IZQUIERDA IZQUIERDA 45 a te Terminado el ciclo de los secretariados, comenzó el ciclo de los proletariados. Con un muchacho portefio, Norry, entré como ayudante de empapelador de habitaciones y como pintor al ripolin. Este muchacho, que es fotógrafo de profesión, ha debutado recientemente como pintor de retratos al Oleo. con un éxito sorprendente. Como ves, en París todo es posible. Por lo que a mi toca, te garanto que, como ripolinizador, soy una fiera. No en vano estuve más de un año al lado de Vigo.
Más tarde, para un librero del Boulevard de San Germán, y por encargo de un periodista de Guatemala, traduje del francés nada menos que la Biblia de los Indios Cack.
chiqueles y y Xahil, texto de Vasseur, con notas del profesor Reynaud. Ese libro se llama alhora, por mi culpa, Popol Vuh. Como te podrás imaginar, en cuestiones Cackchiqueles, modestia aparte, soy toda una autoridad. Si tienes alguna duda sobre la historia Cackchiquel, que te impida dormir, ruego que me consultes con entera 11bertad, Después, siempre en el terreno de las civilizaciones precolombianas, traduje el TItulo de los Señores de Totonicapan. Total: 500 francos.
Los días se ennegrecieron muevamente.
Segunda edición de Tinieblas. Hasta que, medio desesperado ya, no sabiendo lo que hacer, me llegó la buena nueva de Dabini, nombrándome corresponsal de La Capital del Rosario. Esto me remontó el es píritu. Cal, luego, enfermo. Dabini me man dó llamar ses con él a Milán.
De más está decirte que para que fuera a pasar dos me.
sali para la tierra del Duomo como escupida de músico (la metáfora no es muy aseada, que digamos. pero te aseguro que expresa exactamente la velocidad fulminante de mi partida. Segunda etapa. Milán. Vida macanuda.
Hecho un burgués por Tiempo magdos. No lo divulgues entre los escritores de Boedo, porque me van a tomar rabia. Aprendí un poco de italiano.
Conocí algunos tipos. Me hice una idea más exacta del fascismo, problema arduo y complejo, más peliagudo de lo que a primera vista parece. Lo único que me extrañó verdaderamente es que en Milán no supieran como se preparaban las milanesas con papas fritas.
Tercer etapa. Suiza. Llegado el momento de abandonar a Dabini, para regresar a Pa.
rís, me encuentro con una carta de Maribona, quien se hallaba en Cuba, donde me anunciaba su nombramiento como periodis.
ta attaché a la Section Information de la Sociedad de las Naciones. Como tú sabes, Maribona pinta y hace caricaturas. De cosas políticas no entiende un pepino y el polre no sabía lo qué hacer con esa canon.
gia (400 dólares por mes. Yo creo que ignoraba hasta la existencia de la Sociedad de las Naciones. Por estas razones me pe: día que me reuniera con él en Ginebra, donde me haría una propuesta ventajosa.
Tomo el tren. Atravieso el Simplón a una velocidad de 90 kilómetros por hora. Pe.
ro, antes de llegar a Berges, zás. se rompe un puente sobre un rio de cuyo nombre no me acordaré más, por la simple razón de que no sabía ni sé cómo se llama.
Diez minutos más de adelanto en la ruptura del puente y yo no podría escribirte esta carta. Julepe mayúsculo por brusca detención del convoy. Bueno: la compañía nos traslada en automóvil hasta la otra panta de rieles, Viaje imprevisto a través de Suiza, hasta Lausanna. Una maravilla de paisaje que no me gusta nada. Paisaje a la gomina. Tipo Larco. Todo en orden. La casita blanca sobre la montañita verde, y el caminito con la piedrita coloradita, como le gusta a Pedrito Miguelito Obligadito. Belleza de tarjeta postal. Olor a pelu quería. Llegamos a Lausanna. Recorri la ciudad, bastante linda, por cierto. Impresión rápida sobre los suizos: pueblo de lecheros y chocolateros. Una suerte de vascongada europea. Máxima para mi coleto: los pue.
Hylos chicos no son como los pueblos grandes, porque son más chicos.
Después de atravesar el Este de Suiza, llegamos a la región de los lagos, y, por fin, a orillas del Leman, Ginebra, la tierra de Juan Jacobo Rousseau, cuya estatua, elevada en medio de un islote que lleva el nombre del filósofo, apenas se puede distinguir a causa de estar totalmente cubierta por la bosta de las gavietas, En la Gare de Ginebra me esperaba Maribona. Fallecimiento repentino del sistema vegetariano. Dos meses en Ginebra, una chudad limpia, tan limpia que dan ganas de sacarse los zapatos o escupir en las veredas. Estuve en la VII asamblea de la Sociedad de las Naciones. Presencié la entra da de Alemania, en la persona de Stresemann, un alemán erizado de clavos que ha.
bla escupiendo plomo como una ametralla.
dora. Escuché todos los discursos. Gran in digestión tribunicia. Briand es un hipócri.
ta. Colado en la nube de periodistas ginebrinos (48 países, a dos o tres periodistas por país, término medio. pude acercarme a ministros y embajadores. Hay cada bu rro como ministro, sobre todo entre los de la América del Sur, que no me explico bien cómo Nicolás Coronado sigue creyendo todavía de los los políticos.
ΑΙ gún día te contaré cuanto vi, of, sosanqué en Ginebra, en ese tablado de la farsa internacional, al cual en los días memorables de Sacco y Vanzetti le rompieron magistralmente los vidrios a pedradas Gran aventura mujeril con una secreta ria de la Sección de Información: lo más substancial de la conferencia.
Si hay algo digno de mención en Gine.
bra, es, sin duda, la Cocina Popular, donde Maribona y yo, y algunos periodistas, por cincuenta céntimos cada uno comíamos reglamentariamente tres platos. Lugar tipico. Refugio de vagabundos y perseguidos de todos los países. Ha merecido un aten.
tado poético de mi parte, que te mandaré en una carta próxima. Es una elegía donde se añora la dulce amargura de las radi chetas.
Trabajamos como bestias en la Sección de Información. Maribona y yo hicimos el informe que debía presentar él, es decir, su opinión personal sobre la Sociedad y demás macanas. Te puedes imaginar lo que salió. Terminado el trabajo, liamos las pilchas y regresamos a Paris.
Maribona volvió a Cuba. Yo recibi la noticia de la galleta de La Capital. Un mazazo en el cráneo. Otra vez a la purée.
como dicen por aqui. Retroceso inesperado al decálogo de Kunhe. Con algunas traducciones y algunas copias a máquina, fuí tirando, aunque dificilmente.
Me olvidaba consignar que, en la primer etapa parisien, fui director de Tiempos Nuevos. cuando se logró darlo a luz nuevamente. Estuve en el durante cinco numeros. Al poco tiempo, creo que al segundo numero, si mal no recuerdo, se armó un lo fenomenal porque yo pertenecia. a la Alianza (Abertaria Argentina. Algunas grupos, a caudillados por protestistas, empezaron a declararme una guerra feroz. Por último, me vino un coraje bárbaro y planté.
Bra imposible trabajar, sobre todo porque 1os grupos querran imponerse dictatorial mente sobre dicha hoja, que no era rusa.
Yo empecé a mandar al canasto artículo tras artículo de los grupos opositores, no porque difiriesen de mi manera de pensar, sino porque aquello estaba plagado de e3tupices pluscuamperfectas. Cada vez que uno de esos artículos, que se han hecho famosos en París porque una vez los lef en una reunión de grupos de la zona, provocando la hilaridad general, única manera de probarles de que no era animosidad de mi parte, sino falta de seso en los redactores, cada vez que uno de esos artículos, re. pito, iba al canasto: reunión extraordinaria de la comisión y pedido máximo de explicaciones. Era el colmo, y me cansé. La carencia de juicio de esa gente me resultaba intolerable. Recibi después una nota de la Prefectura del Sena, invitandome a que darme fate bobis. so pena de expulsión.
Yo continue todavia algún tiempo, hasta que vino un compañero de Barcelona, que no era aliancista ni protestista y se hizo cargo del diario. Después de los sucesos del rey Alfonso XIII, vino la razzia. Con varios compañeros nos fuimos a Rouen, a ra cerrarles casa de un pintor amigo. Cuando pasó el furor, regresamos, salvándonos asi de la deportación. Eso de venir a París para ver París y que después de gastar plata en pasajes lo deporten gratuitamente, me pare eia un pésimo negocio.
Me he retirado actualmente de los grupos revolucionarios. De tarde en tarde, encuentro a algún compañero. El movimiento francés y español es un desastre. He visto cosas muy feas entre los revolucionarios franceses, hasta en aquellos por quienes hubiera puesto la cabeza en un tajo.
El movimiento, en general, está plagado de espías. Me retiré por no asfixiarme y salvar los restos de un optimismo que que tuve y que conservo todavía, pero muy apagado, lo confieso. Quisiera creer, como antes, en muchas cosas, pero no puedo. He visto y he comprendido que si el movimiento continúa como hasta ahora está condenado a perecer, irremediablemente. La enorme mayoría de los militantes vive al margen del tiempo y de la historia. Hasta los llamados conspicuos se desperezan en el limbo de semejante ignorancia. Nadie estudia, nadie piensa, nadie observa. Todos avanzan, menos los avanzados. lo sumo, se contentan con el barniz de cuatro libros teóricos de esos de la época de Maria Castaña, que las más de las veces han servido, naturalmente, paen definitiva, y de una manera absoluta, la mollera. o con media docenas de clisés mentales, casi siempre falsos, con los cuales juzgan todo lo ojos. Quizás me equivoque, pero, si seguique cae bajo sus mos como hasta ahora con esa mentalidad de ganso y de batracio del mundo contemincapaces de mirar como águilas el poráneo, vamos a terminar trágicamente en la comedia de la Liga de las Naciones, vamos a ser arrollados por una nueva mentalidad que no sea ni socialista ni anarquista, pero que responda a las necesida des del momento.
Perdóname esta derivación. Sigo mi re lato.
De regreso a Paris, pues, comienzo a dar tumbos. Marcho hacia la bancarrota econó.
mica. De pronto, izás. fotro secretariado!
El cónsul argentino en Bourg andaba a la pesca de un secretario particular. Me encuentra. Lo encuentro. Nos encontramos, y aqui me tienes en este puerto militar francés, firmando pasaportes y y despachando barcos que van a la Argentina.
Mi puesto es extraoficial. Yo no pertenezeo a la carrera. Soy un empleado del cônsul y no del gobierno. De este último no puedo serlo, por dos razones: porque jamás me he llevado de acuerdo yo con ningún gobierno y porque soy. uruguayo.
En tin: finis historiae.
los cuatro en deduje y ROLANDO MART L