Individualism

IZQUIERDA 28 IZQUIERDA 29 Artes. Plastica BOLICHE DE ARTE Hay, sino se cerró todavía, en la calle Corrientes 641, una exposición de pintores de vanguardia. Los llamamos de vanguardia, porque ellos se califican así. Analizaremos más adelante en qué consiste su vanguardismo. Antes de penetrar en la sala, miremos el catálogo. Una cubierta de un amarillo espeso encierra el nombre de las obras y de los autores. Se advierte, en seguida, una gran revolución en la tipografía. Todos los nombres están con minúsculas. Esta modestia exterior se parece mucho a la modestia de esos sepulcros blanqueados por fuera. El catálogo empieza con la reglamentaria presentación de los héroes. Se ve que la gente avanzada no ha podido evitar aún la clásica charlita de presentación, clásicamente insulsa e inofensiva. Lo que en literatura se llama prologuito. Esta anticipación la suscribe un hombre de reconocida modestia que se firma humildemente Atalaya. Como si dijéramos: Chimborazo. Empieza así: Escuelas y personalidades. Este es el título. Pintura joven. Pintura avanzada? Arte viviente, como suele decirse en ciertos distritos intelectuales de París. Convengamos, de una buena vez, que todas estas son frases y palabras.
Tienen tantos sentidos y acepciones como cada uno desee otorgarle caprichosamente. El arte, aún sin mayúscula, ha sido siempre joven, avanzado y viviente. Desde los egipcios, los griegos hasta los góticos. No discutamos sobre tal punto. Para entendernos claramente hemos de volver a convenir que en esta era de individualismo, por encima de las doctrinas y escuelas, se hallan las personalidades. Nada prueba con tanta fuerza esta aseveración, como este conjunto de doce o trece artistas de diferencias tan hondas en la visión, en las tendencias y procedimientos. Los pintores aquí reunidos lo único que los ata es el espíritu aventurero de una jamás saciada inquietud.
Todos están en marcha en una búsqueda de sí mismos. Por ese carácter de aventuras y de andanzas, por todos los sectores del arte actual, este grupo de temperamentos tan dispares es una pequeña demostración viviente de cómo el arte argentino va lentamente torciendo por otros rumbos de más salud plástica, etc.
Bien. Pasemos por alto que estos jóvenes eran hace veinte años, cuando nosotros empezábamos, y que por aquel entonces estaban empeñados como ahora en una búsqueda de sí mismos. y gozaban ya del mismo espíritu aventurero de una jamás saciada inquietud. Pasemos por alto, también, eso de que los pintores revolucionarios, dotados naturalmente de un espíritu universal, se pongan a hacer arte argentino. entremos a la sala. Digamos que hasta la fecha habíamos asistido a muy pocas exposiciones de arte viviente. Fuera de Petorutti y de una exposición francesa que se exhibió a la vergüenza pública en el Müller, no conocíamos más pintura de vanguardia. Evoquemos los nombres de los expositores del boliche de arte, así, con minúsculas, y trascribamos la lista, con minúsculas, también: badí, ballester, berdía, del prete, forner, giambiagi, gómez cornet, gonzález roberts, guttero, pettoruti, pissarro, sibellino, tapia y xul solar. Trascribamos, asimismo, los títulos de las obras naturaleza muerta. la emigrante. el emigrante. hip, hip, hurra. paisajes. figuras. retratos. cabeza. No habíamos quedado en que la cabeza era una invención del realismo? No habíamos quedado, también, en que la naturaleza muerta.
era un egendro de academia? No estaba muerta la naturaleza muerta. Hasta aquí los revolucionarios plásticos se han limitado a suprimir las mayúsculas. El resto: igualitos que los otros. Es que hay alguna afirmación de conceptos modernos, de visiones nuevas o de interpretaciones distintas?
Entremos y examinemos las obras. De golpe, nos tropezamos con la afirmación del joven Carlos Giambiagi. Media docena de acuarelitas de esas que hacen los chicos en las escuelas primarias y que constituyen las delicias de sus tremendos progenitores. Luego viene un atentado al óleo, que dice ser un paisaje de Misiones. Aquí se pone de relieve una visión de color, lamentable y atrasada. Lo que los del oficio llamamos pintura italiana.
Troncos de árboles, tierra quemada, la maleza de rigor, verdes sucios y desteñidos, y, hacia el fondo, la consabida nota luminosa. Pintor candorosamente imaginífico. Giambiagi, ve lo blanco blanco y lo negro, negro. Por que se ha dicho que el campo es verde y el cielo azul, Giambiagi ha caído en la cuenta que el cielo y el campo se resuelven con azul y verde. Hay maleza? Verde! Hay puesta de sol. Rojo. Aparece una figura¡Negro! La mejor manera de resolver una figura es no mezquinarle al negro. Así no se ve ni la figura ni la falta de capacidad para dibujarla. Síntesis. Allá él.
Para nosotros, Giambiagi se equivoca una vez más sin haber acertado nunca. en su caso, es doblemente condenable, porque se ha pasado la vida despotricando contra todos los que trabajan y producen y hablando como un maestro cuando no ha pasado todavía de ser un aprendiz. Giambiagi pertenece a un grupo que ataca despiadamente a los pocos artistas serios que tenemos.
Un grupo al que podríamos denominar en términos vulgares el grupo de los fajadores: Giambiagi escribe y pega. ahora salimos con que él pinta eso que ha expuesto. Después de veinticinco años de estudio y de leer a Tolstoi y a Ruskin y Guyau y ser delegado de los pintores unidos.
salimos con acuarelitas y paisajes verdegueantes! Vamos. No hay derecho.
Pero, sigamos contemplando la exposición. Ahora, estamos frente a Pissarro. Este pintor tiene una visión de color dramática. eso nos gusta.
Si se afirmara en valores plásticos podría ser un buen artista, pero es completamente cerebral. Salvo una transformación total, no podrá salir, seguramente, del lugar donde se encuentra. Le sigue Del Prete, con una composición que es algo verdaderamente cínico. No retiramos la palabra. Exponer eso es un síntoma alarmante de miseria espiritual. Se trata de una de esas telas de las cuales todos tenemos alguna en el rincón del estudio.
Algo que se ha querido realizar pero que no se ha realizado y que colocamos de cara a la pared para que viva allí como un remordimiento de nuestra impotencia. Pero, para Del Prete, eso debe ser bueno y lo expone. Nos referimos al boceto de varios desnudos. Llegamos a comprender que son desnudos, claro está, después de penosas cavilaciones, pues si nos atenemos al dibujo, podrían ser, también, algunos árboles escapados del paisaje de Giambiagi. Aunque se hallan en distintos planos, son todos de un mismo tono. Pero, veamos: síntesis. Eso es. ver si resultamos ahora vulgares académicos que todavía hablamos de planos! El plano solo existe en la cabeza de un alcornoque, y, probablemente, en el meollo de Del Prete que aún cree en la luz, en la sombra, en el cromatismo, en el volumen y en las demás fruslerías que nos legara el pasado. Pasemos a Xul Solar. Hay, allí, una de barquitos, patas arriba y patas abajo, que nos llevan al convencimiento que este hombre ha sido, sin disputa, uno de los precursores de la catástrofe del Mafalda. Unas chimeneas fuman hacia el cielo y otras