IZQUIERDA 21 IZQUIERDA 25 de el religiosa y todo. y una una masa a crear niños organización que hizo su fracaso de colonizadores. Vd. sabe, mi amigo, que muy a la larga se mella una herencia; un siglo apenas si la muerde.
Pero volvamos a la Argentina. Al revés de los que llaman a Vd. un sin patria, yo le siento un celo tan vehemente que quema, por la honra de su país. La Argentina se creó, con Sarmiento, un prestigio educacional, cierto mayorazgo de la cultura democrática que fincaba ty finca todavía especialmente, en la escuela primaria.
Le tocó en suerte dar el primer presidente que no era ni un matón ni un trapecista de la política, es decir, que no pertenecía a ninguna de de las dos castas fétidas del hombre público sudamericano. La Argentina es grande el anverso de su Sarmiento civilizador, con pasión no vista sino en nuestro Vasconcelos, de construir al hombre español de nuevo, en igualdad humana en cultura. Quítesele a la Argentina su Sarmiento y, con San Martín y y aunque yo respeto muchos hombres suyos, ella pierde los dos tercios de la mayoría de edad que la atribuimos los segundones: Chile, Perú, etc. Vd. pues, con su sarmentismo, vigila lealmente la bonra argentina. Es su país quien debe quemar el primero la escuela vieja, antes de que la polilla se extienda por su cuerpo con esa suavidad de algodón por la cual los otros maestros no se dan cuenta de su mal; es la Argentina quien debe volver a decir la palabra de salvación para ella y para los demás. Yo creo que lo hará: yo the sentido a su tierra un pulso vital y voluntad de creación que sólo se siente en Norte América, y que me ha conmovido.
Dirá alguno. Por qué se mantiene ese ritmo poderoso de vida si la escuela, como se dice, está agarrotada? Sencillamente porque en la Argentina las enferme.
dades criollas son contrapesadas o o detenidas por esa inmigración enorme que lo demás países nuestros no tienen y que le manda en 10 años la sangre que los demás rejuvenecemos en 50. Que la Argentina con esa intrepidez tan suya, que le aportan el alemán, el judío y el italiano, quiera ser el Discóbolo de ésta y todas las reformas, siga aceptando la honra de probar, de ensayar los tipos nuevos lo mismo de gobierno que de escuela, los que pasarán desde ella a los otros países.
Corresponde a los organismos ricos este lote de riesgo y de hazaña.
Mi amigo, yo creo en su Ministro Sagarna. Le he conocido una sencillez llena de modestia, que es la puerta abierta por donde pueden Ipasar muchas iniciativas.
Porque la soberbia mestiza, la ridícula soberbia de nuestra gente y que yo he probado cuántas veces en el Ministro analfabetamente olímpico (perdone el vocablo no costizo. señor tieso de puro miedo de que el moverse le descubra la armazón de pobre diablo, el meteco hecho personaje oficial por nuestras pobres políticas. seguro de si sabrá contestar, y que, sobre todo, hace entre 61, ministro por una semana: un mes, el maestro primario, hombre de vida entregada a un oficio, un espacio que ni los dioses griegos establecían de cielo a tierra, es criatura con la que no cabe sino la sonrisa o la desesperación. Yo que no se reir y aliviarme con la ironfa, viví mientras fui maestra, desesperada de mis manos y mis sesos instiles, puestos por el reglamento, al margen de cualquier creación eficaz.
Hay más que acogida cordial en el ministro Sagarna: el lee, el recibe el reflejo del movimiento educativo de otras partes. Es un informado y un atento. De su inteligencia no hablo, aunque la tiene; la inteligencia está desacreditándose mucho en la América. Se entiende casi todo y no se hace nada, porque la pasión del bien no la calienta. Por qué no habíamos de formar una Liga sarmentiana por la educación nueva en la América, y llevar al doctor Sagarna sus aspiraciones? Créame que cuando he pensado en este grupo de libertadores de los niños (los libertadores de hombres hicieron su faena en San Martin) yo cuento de anticipado con él y no cuento con más de dos ministros de Estado en los otros países.
EL ESTADO DOCENTE Como a va me parece a mí calamidad el Estado docente, especie de trust para la manufactura unánime de las conciencias. Algún día los gobiernos no harán sino dar recursos a las instituciones y los particulares que prueben abundantemente su eficacia en la educación de los grupos. Pero Vd. odia la escuela católica, y ella dentro de esta norma nueva deberá tener el mismo derecho del grupo socialista o del enseñar bajo su doctrina. La escuela neutra no existe, mi amigo, y lo asi llaman los ladinos es una criatura confesional como cualquiera. En Francia esta escuela neutra es Spenceriana o cosa semejante, jacobina, radical, etc. no neutra.
Entiendo su pensamiento y como Vd. amaría una especie de luz blanca, de escuela que respetara al niño en su alma prodigiosamente, sin armarle para matón de ninguna secta. Pero ya lo he visto con angustia: eso es utopía. El mal menor, el respiro de esta asfixia del Estado docente, está en el acrecentamiento de la iniciativa par.
ticular. El Estado sigue siendo y será siempre Napoleón que movilizará las pobres almas de los niños para afianzar el imperio, dando credo social, credo económico y. credo religioso. Imposible. hoy por hoy eliminarlo como educador de hecho, aunque no lo es de derecho. Disminuyámosle campo, reclamémosle la mitad del dinero de las contribuciones para levantar las escuelas libres; escuelas con ideales, mi amigo, con el una, con el mio otra, organismos netos con rumbo confesado, socialista o capitalista, sin caretas.
Sé que Vd. se me ha entristecido en esta parte de mi carta. Ahonde en su pensamiento y verá que Vd. en el fondo, rehusa, y violentamente, la escuela neutra.
Vd. quiere dar a los niños principios anti capitalistas. No hay neutralidad en lo referente a la economía del mundo. Vd. desea soplar aventando del niño la idea (generalmente muy toncida incompleta) que lleva el niño de su casa Vd. sacará un ismo y pondrá otro, porque todo es ismo, mi amigo, y la luz blanca es artificial. Los únicos neutros verdaderos que yo conozco son los contos. Nada dan, porque nada tienen; no pueden colorear si adentro les falta el añil o púrpura. aún éstos, por necios, suelen, pretenciosamente, para hacer que hacen. juntar ideas opuestas y confeccionar para el pobrecito niño un tapiz insensato de remiendos imposibles.
ca Vd. se extrañará que una que quiere la paz esté aconsejando la guerra con la hipocresía estupenda de las neutralidades y estoy por las fisonomias netas: escuelas esas escuelas, todas confesionales. Me he desengañado de muchas cosas; he visto según Rousseau, o según don Bosco, o según Spencer. Me irrita de igual manera la extorsión al colegio católico que al libre. Hay una gran probidad en el patronato neto.
El Estado deberfa, después de un censo de los habitantes, por cred subvencionar 100, u 80, 50 escuelas de cada confesión. Tiene que servir a heterogénea sin mano homogénea.
Su pensamiento, Barcos, es elevado y superior: le repugna que el niño asome a la vida con una atado a una fe o a una Dor Catone traspasa su verdad o su error como el color marca: o anarquista. Quiere robarlo al padre afiliado, de sus ojos. Ay, mi amigo, recuerde que se lo da Vd. a otro marcador. Yo no sé dónde hallaría Va. los 10 12 mil maestros luz blanca. santos de desin.
terés cabal, caballeros de la perfecta lealtad, para poner cada uno en su escuela niños sin confesión alguna Grave hasta lo trágico es la lucha de espadas en que veo a los pobrecitos niños y que yo he seguido de cerca: padres cristianos, dueños suyos medio dia; maestros spencerianos que maniobran durante la otra mitad. En la desorientación enorme que se les crea, ano habrá daño mucho mayor que en un fanatismo unanimista?
Pero basta de esto.
LOS MAESTROS Vd. ha dicho en su libro algunas cosas fuertes a los maestros. Pudo ir más lejos. En la calamidad pública que son nuestras escuelas, aunque el Estado lleve la mitad de la culpa, tenemos que decir honradamente, sin amarras de compadrazgo, que la otra mitad se la dividen maestros y padres, y mucho más toca a aquéllos que a éstos.
Yo conozco maestras que jamás, pero jamás, han gastado un peso en un libro o una revista para no digamos mejorar, completar sus conocimientos. Yo he visto centenares que no acuden a una reunión de profesores sino cuando van a tratanse cuestiones de sueldos. Yo conozco en ellas especialmente el renegamiento de su clase, la vergüenza de venir del pueblo, el olvido de toda solidaridad con su carne, de tienen tanta relación con la escuela yo habsistida para los problemas obreros que una mundanidad visto. especialmente en las mujeresdesenfrenada, pasión ingenua y tonta del lujo, consecuencias limi tadas y cerviles, cargadas de lastre de prejuicios; beatería sin cristianismo y otras cosas más. Le habla a Vd. una antigua maestra primaria, que hizo su carrera desde de rural de el zonas del mar, hasta llegar al vanidoso pez secundario.
Ustedes tienen que trabajar particularmente en hacer de nuevo como quien dice a la maestra primaria. Es necesario que ella sea una mujer para la democracia americana, toda una fuerza social que obre en beneficio de la purificación y la elevasí doctora Dellepiane, una Luisa Luisi, una Concepción Arenal, una Carmen Lira, una Palma Guillén, de México, una Maria de Maeztu, de España; todo esto sin desaforado sufragismo, con brasa espiritual, ideas claras, coraje y sentido heroico de la vida.
Nuestro amigo García Monge cree mucho en una América echada a perder por los hombres y salvada por las mujeres. Dios le oiga y su hojita preciosa que se llama Repertorio. las junte, las oriente y las decida. Yo, mi amigo, comienzo a envejecer.
judío a lo que