20 IZQUIERDA IZQUIERDA 21 a las mismas causas y produce los mismos efectos. la justificación no está en la Biblia, sino en la patologia. Siempre hay: o miseria fisiológica, o miseria espirtual. el resultado es déntico: o tenemos un tullido del cuerpo o un tullido del alma.
ni leer, conMENOS PALABRAS MAS ACCION que no creia en Pirandello. se plantan, decimos, frente a una obra seria y opinan con la frescura de un enano que se pusiese a enmendarle la plana a un gigante, los autores nuestros se les podria recomendar lo que un filósofo le recomendo a Lamartine. Sucede que Lamartine pensaba cinco minutos y escribfa una hora. El filósofo, en cuestión, le dijo que hiciera lo contrario. Esto es: que pensara una hora y escribiera cinco minutos.
Si, si: escribir menos y pensar más. Trabajar, primero: después, charlar. no charlar, primero, y después, no hacer nada, o hacer algo peor, que es lo único que algunos autores hacen. Medir bien el alcance de nuestras fuerzas y no querer meterse a voltear una torre cuando no somos capaces: ni de reconstruirla, ni de echarla abajo.
Tal espectá de cien.
o ué, no hay que admirar un poco a los demás. Siempre está con cara de después de mí: el diluvio.
Digamos que el trabajo brutal a que se lo somete, en la no le permite realizar nada cumplidamente: ni pensar, substituido la meditación ni trabajar. Menos: meditar. Ha ión por el vagabunintelectual y el trabajo, por la daje versación.
El cómico no trabaja: Tabla.
Dice su papel y sanseacabo. La velocidad y la intensidad que se le imprime al culo para ultimarlo dentro de la hora reglamentaria, apenas si le permite vomi.
tar el texto. Se le le obliga hablar tanto que el hombre después de terminar el espectáculo, por razones puramente físicas, siminado su obligación. si en el escenario, el el pobre, ignora lo que dice, no suponer que recobre el juicio, en cuanto lo abandona. Apuntemos esta tristisima para atenuar eso que se ha dado en llamar informalidad de los actores. el cómico delira. Arde como todos los elegidos entre las llamas sagradas del fuego de la imaginación. Crepita y chisporrotea. Pero todo su furor es como el furor de los gatos ción capilar que ni siquiera que se resume en una tremebunda crispaasusta a los ratones. El cómico jamás se niega a par ticipar en ninguna empresa noble y está para cualquier movimiento de renovación, sto siempre prestar su concurso pero, desaparece uno o dos días antes de que el movimiento o la empresa se lleven a cabo. Hay tal contradicción entre su vida y su conciencia, que, cuando permanece un mes sin trabajar, al verse, como quien dice, frente a frente consigo mismo, o se suicida o se vuelve loco.
verdad se dijo no era más que humo y paja. La mayoría de los autores nuevos que se presentaron allí, eran iguales o peores que los otros. La novedad no consiste tan sólo en que el autor sea nuevo, porque un autor nuevo puede ese escribir una obra vieja; la Domenicas y nuevos conceptos de construcconsiste en hallar nuevas formas ción. Sangre nueva y y nuevo aliento. Una respiración propia y no una respiración arobras, de las presentadass alle, noventa haque bían sido escritas por gente asmática o por gente que tenía vegetaciones en la nariz. Predominaba el sainete o la fantasía poética deschavetada. Pero, si el sainete precisamente, lo que más degrado nuestro teatro, no es posible, entonces, querer curar una peste con otra. La renovación del teatro, si bien exige gente nueva, exige también inteligencias nuevas, o, simplemente: inteligencias.
Afortunadamente, en lo que se refiere a la iniciativa en cuestión, sabemos que ibo una selección prolija, de la cual quedó un precioso remanente. sabemos, también, alhora, que si los muchachos de Teatro Lino promueven la renovación, imprimi.
rán al ambiente, por lo menos, una saludable sacudida. sea como sea Teatro Libre se propone, por sobre todas las cosas, crear el instrumento que la renovación del teatro necesita. aunque su labor no vaya más allá, con esto, basta. Más que de una espada de combate, se trata, como puede verse, de una herramienta de trabajo. Taller y no tribuna.
Ateniéndonos, finalmente, a ciertas de.
claraciones del grupo, nosotros, también, convenimos con ellos en que la renovación se hará con obras y no con gritos y amenazas.
EL COMICO DELIRANTE bre dispuesto ве nulo, 16. Esta Dejemos a los tullidos y hablemos, en general, de todos los artistas. Digamos que en casi todas las ramas del pensamiento se registra el mismo fenómeno. La gente habla mucho y hace poco. Los actores, los pintores, los revolucionarios, los poetas: igual, igual, todos. Parecen haber sido en.
gendrados por la misma madre, bajo el mismo clima canoro y sobre la misma línea ardiente del mismo trópico brasileño.
Hemos dicho ya que nuestra raza es singularmente prometedora y palabrera. Le agrada más rascarse la sarna de su pereza con la conversación con la guitarra, que coger un pico una pala y rajarle las entrañas a la tierra. Confesemos que nos seduce más el obra en si. Para planear acontecimientos, nadie, nos pisa la raya. Donde fallamos, es, desgraciadamente, en la ejecución, mos tan habituados a masturbarnos intelectualmente con planes de toda índole, que wa una vez sentadas las bases de cualquier emwe presa, nos acostamos a dormir sobre los yuyos, como si la cosa estuviese ya realizada. Es así que la inmensa mayoría de nuestras iniciativas, no traspasan, nunca, los límites de nuestra imaginación. Vale decir: se quedan en iniciatvas. Somos ricos en proyectos: pobres en realizaciones.
En la hora del plan hay exceso de concurrencia. En la hora de la acción; no hay quorum Algunos derrochan sus mejores energías rgias planeando constantemente haza que jamás realizan. Otros son genios cuando hablan. Pero, cuando se ponen a escribir se guardan muy bien de dejar religlosamente intacta su genialidad en el tinAlgunos nos parecemos a cierto boxeador paralítico, el cual, a pesar de estar postrado en una silla, todos los días concertaba mentalmente matches feroces, donde le rompía las narices a la mpia las narices a cuanto contricante be le presentaba. Co Con la lengua: somos unos jabalíes. Con los brazos o con el cerebro: unos renacuajos. como si esto fuese poco, a menudo, exigimos a los demás implacablemente todo aquello que, bien mirado, nos debíamos exigir a nosotros mismos. Se da el caso de autores que escriben reglamentariamente ibodrios y mamarrachos y que luego se plantan frente a una obra seria. como hizo García Velloso, quien dijo trancamente delirante. com. co es un estado OTROS MAS QUE HABLAN SON TRES Retomando el asunto de la acción y de las palabras, o sea la falta de relación entre la paliza y la amenaza, hemos des embocado, sin querer, en el escenario.
Allí, está el prototipo del proyectista fogoso y prolifico, sin embargo, para la acción. El estado del cómico lo que se ha dado en llamar informalidad. de los cómiducto lógico de su estado tebril. Ningún artista siente tamaña necesidad de hablar como él. Tampoco, ningún artista presta menos atención lo que dice, a lo que se le dice a él, que él mismo. El cómico habla maquinalmente como un autómata. Ni escucha a los demás, ni se escucha a sí mismo. Al apuntador lo escucha a medias forzado por el director y a premiado por las circunstancias.
No queremos decir que todos sean identicos. Eso, no. Pero, la mayoria es así.
Anotemos que el cómico, fuera de las tablas, mientras conversa con alguien se halla totalmente ausente del lugar. Pero, por eso, non de todos lados, menos a su ineso, no deja, claro está, de seguir charMira terlocutor. Digamos que su ausencia, no se debe que esté absorbido por una preocupación mayor, ni es ni es el resultado de una abstracción shakespereana; no: su ausencia, se debe, en primer término, a a que esta este tan acostumbrado a oir la voz del apuntador, que supone, luego, que todos son apuntadores que le están soplando las mismas en segundo término, a esa suerte de narcisismo espiritual, que en mayor o o en menor escala, padecemos todas las personas inteligentes que todavia nos respetamos. El cómico se admira tanto a si mismo, que no le sobra ningún tiempo para LOS TRAFICANTES DE LA GLORIA has tero.
entonces, ene el sagrado Ultimamente, hubo, aquí, cierto revuelo entre la juventud para renovar el teatro.
Se partia de una base muy sólida como es la necesidad urgente de renovarlo. Al prin Gipso Lerri amenazas. La juventud, se mostraba, triunfante y arrolladora. Se habia encrespado y tronaba contra los mercawo deres que se introdujeron templo de Talia para comerciar pérfidamente con la honra de sus encantos. LO que menos se proponía era sacarlos a patadas a todos. Por fin, se concretó algo. Teatro Libre. Un grupo selecto constituyó una especie de cuartel general para emplazar las ametralladoras de la juventud triunfante, etc. y derribar el edificio del viejo teatro para construir otro nuevo.
Ahora sabemos que la mitad de lo que él y están Prólogo. Año 1915. Una familia compues ta por los padres, un hijo casado y una sobrina huérfana. El hijo está en el frente.
Sobre un aparador hay una pequeña fotografia suya. Hace seis días que no tienen noticias de el todos preocupados, Un viejo amigo que los visita, les envidia esa preocupación, pues ha perdido un hijo en la guerra, lo que constituye cert dumbre trágica. Surge el sujeto influyente que puede hacer volver al hijo al hogar.
Todo lo que debe hacer el padre es faci litarle ciertos datos de su oficina sobre unas licitaciones. Pero el padre es un hombre honrado, y pone en la calle al mercader. Poco después un empleado anuncia la tina certi gansadas.