KropotkinMussolini

12 IZQUIERDA IZQUIERDA 13 nica. Nadie se atrevería a negar la existencia del cáncer. Menos: los estragos que produce. Pero. la comprobación de que el cáncer sea un hecho impliea, acaso, que debemos hacer la defensa de semejante morbo o promover su divulgación? Así como la humanidad lucha por extirpar las plagas que azotan su cuerpo, creemos que debe luchar, también, por extirpar las plagas que azotan su espíritu. Un médico que se lanzara a proclamar la necesidad de sostener el cáncer, por la triste razón de que la ciencia no puede todavía exterminarlo, cometería el mismo error de Cancela, que proclama la necesidad de sostener el militarismo y la guerra, porque el mundo no puede aún vivir en paz.
Si el militarismo fuera una cosa tan buena como piensa el articulista, no se explica bien, entonces, por qué todos suponen lo contrario y de dónde el militarismo se ha sacado esa fama negra que tiene.
EL MUERTO SE EQUIVOCA OTRA VEZ Para substanciar su tesis, Cancela cita una porción de libros que enaltecen la guerra. Pero se olvida de citar una porción más grande de libros mejores, que la denigran o que la colocan, sencillamente, en su sitio. Convendría leer al respecto el libro de Nicolai Biología de la guerra. o el libro de Virchow Darwinismo social. o el de Tolstoi La guerra rusojaponesa. o el de Kropotkine La ayuda mutua. o el libro de los libros: La Santa Bi.
blia. No se necesita, sin embargo, leer a Sócrates o a Confusio para saber lo que es la guerra: basta con soportarla. basta con analizar sus resultados. En la pasada guerra europea, repetimos, murieron veinte millones de hombres. Antes de la guerra, Europa se hallaba mal económicamente. La guerra terminó de hundirla. Por manera que el problema que se quería resolver mediante esa carnicería, en vez de resolverse, puede decirse que se agravó. Adviértase, en descargo de Sócrates, que en los tiempos de la antigua Grecia la humanidad se componía, en relación a la de ahora, de cuatro gatos, sin más orientación social que la conquista brutal del mundo. pesar de todo, si los griegos hubiesen asistido, con el alma, a los funerales de veinte millones de hombres, tal vez habrían cambiado de opinión con respecto al noble ejercicio de las armas. La voz de Sócrates, entonces, no se puede comparar nunca con la voz de Romain Rolland, que habla en nombre de veinte millones de hombres sacrificados. Ni con la voz de Henry Barbusse, ni con la voz de Andrea Latszko, ni con la voz de Leonard Franck o Leónidas Andreiew.
OTRA CONTRADICCION MACABRA El articulista dice que si nos queremos sustraer a esa ley que hunde a los seres humanos en la abyección porcina, debemos alistarnos en las filas del pensamiento, único ejército que está siempre en marcha. Muy bien. Pero más abajo nos quiere alistar en el ejército del general Justo, que en estos momentos está en marcha. hacia la dictadura militar.
Apuntemos que el hecho de que Cancela elogie la fuerza bruta, y que Gerehunoff reciba una cruz de fierro por las palabras cálidas tributadas a los defensores de la tiranía chilena, y que Lugones proclame la hora de Benito Mussolini, y que Gálvez anuncie la hora de Lugones, este hecho, decimos, es sintomático. Ninguno ignora que estos cuatro hombres fueron anarquistas o socialistas y que escribieron libros y obras donde sostuvieron lo contrario. Nosotros no creemos en un cambio de frente ideológico, sino, más bien, en otra cosa más fea que no nos atrevemos a invocar, no por respeto a ellos, sino por respeto hacia nosotros mismos. nadie se le escapa, ahora, que aquí el general Justo está afilando entre las sombras, el machete de una dictadura militar, y sólo a un profesor socrático podrá parecerle mal eso de que los estudiantes se opongan con todas las fuerzas de sus pulmones a que un día nos quieran hacer marcar el paso con aceite de castor. Ni nos parece mal que todos secundemos a los estudiantes, porque, si llegase a ocurrir aquí lo que ha ocurrido en el país vecino, en vez de ser nuestros diarios los que se alarman publicando el retrato de los deportados, serían los diarios de Montevideo o de Asunción los que se alarmarían y nos fotografiarían a nosotros. SOPORTARIA EL PUEBLO ARGENTINO UNA DICTADURA MILITAR?
Todo lo que hace el general Justo deja sospechar que el hombre está empeñado, como en la época que lo vio Cancela pronunciando una arenga fúnebre, en una labor oscura y silenciosa. El presupuesto de guerra este año ascendió a 200 millones de pesos. Se compraron ya tres submarinos y se arreglaron varios cruceros y acorazados. Aquí y allí se fabrican granadas y cañones y se levantan fortificaciones y murallas. Los militares, una de dos. o se reproducen por generación espontánea o salen a la calle con una frecuencia que antes la capital no conocía. Por todas partes se ven espadas. Se meten hasta en las exposiciones de pintura, que ya es el colmo. Invaden los templos del saber e irrumpen la sagrada casa de Gutenberg. qué vienen tantas maniobras y tantos preparativos bélicos? Es que pensamos hacerle la guerra a algún país de esos que constantemente llamamos hermanos! Estamos planeando, acaso, la conquista del Uruguay o del Paraguay! No. La Argentina: ni está en condiciones de hacer una guerra, ni tiene necesidad de hacerla, ni llegado el caso tampoco la haría. Afortunadamente, el pueblo argentino es uno de los pueblos más mansos de la tierra. Será, entonees, que tales preparativos los lleva a cabo el general Justo para ver hasta dónde alcanzan sus fuerzas. Será que el hombre está tanteando el terreno para sacudirnos luego una dictadura militar por la cabeza? será, simplemente, que no sabe lo qué hacer para justificar su puesto, y hace eso a fin de demostrarnos que hace algo?
La historia argentina registra una sola dictadura militar: la dictadura de Rosas. El ejemplo del tirano ha sido tan elocuente, que desde entonces hasta la fecha los argentinos se sacaron las ganas de dejarse gobernar por un milico.
Pero ahora los poetas de color, según parece, empiezan a añorar la presencia de un cacique precolombiano. escriben nueve columnas y media de consideraciones semibárbaras para demostrar que el amor y la paz pertenecen a un género distinto, como si el amor y la guerra fueran dos problemas de orden gramatical. Que la paz es blanducha y la guerra tremebunda. que el idioma guaraní hace femenina a la primera, macho al amor, y, a la guerra, baguala.
Hablando con sinceridad: ges que se podría discutir la bondad de una dictadura, tipo Rosas, que es el único tipo de dictadura que conocen los militares! si otro Rosas quisiera copar el poder, el país, en nombre de la paz, se lo permitiría? Sería un acto belicoso sujetar el brazo a una persona que nos quiere hundir una maza de fierro en el cráneo! hablando con más sinceridad aún: si un hombre que invoca la suprema honradez del espíritu. como Cancela, alienta con sus palabras a la Santa Federación militar, si un hombre, repetimos, a quien creíamos justo y misericordioso, hace esto, qué podemos pensar nosotros de este hombre?