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6 IZQUIERDA IZQUIERDA à e En la cuestión de la coordinación de los transportes, hemos visto como, de inmediato, se creó un ambiente popular contrario a la misma. El Partido, sin embargo, no se puso decididamente en un verdadero plano de lucha y realizó el acto del Coliseo cuando la ley pudo estar ya sancionada.
Nuestro retiro de las últimas sesiones, por otra parte, no significó otra cosa que dejar el campo libre a la Concordancia. Ese fué su único resultado práctico.
Desgraciadamente, estamos obligados reconocer que en los últimos cuatro años, especialmente, no hemos logrado agitar ningún gran problema público de carácter nacional, ni hemos logrado influir mayormente en las masas, Parecería que hemos temido que a una actitud enérgica, de parte nuestra, respondería el gobierno con la reacción, que se ha producido igual, y nosotros hemos llegado a 1935 desvinculados de la masa en circunstancias excepcionalmente favorables a una política distinta. Nuestra oposición ha sido una oposición benévola.
Pero éste no es un error que hayamos cometido únicamente nosotros. En más vasta escala y más gravemente aún, incurrieron en el mismo los partidos socialistas de Alemania, de Austria e, incluso, el de España. No alarmar. no dar motivos a la reaccións, dejar pasar la tormenta, y otras falsas apreciaciones han sido las características funestas de toda una política internacional que ha creído que nuestra actitud no debía ser otra, que la de mantenerse a la defensiva, ayudando en muchos casos, directa e indirectamente, a la burguesía. Dependió de nosotros en algún momento que este gobierno fuera o no fuera reaccionario? pesar de nuestra posición no hemos impedido en lo más mínimo que este gobierno llevara a cabo todo lo que se había propuesto.
Una táctica semejante conduce fatalmente a la destrucción de un movimiento. Seguiremos insistiendo en ella?
Lo menos que podemos hacer, prescindiendo de cualquier otro género de consideraciones, es dar un enérgico viraje de ciento ochenta grados.
Nuestras bancas, nuestra tribuna y nuestra prensa, como la totalidad de nuestra acción, tendrán que asumir necesariamente otras características si no queremos exponernos a romper los últimos vínculos que nos unen a sectores responsables de la masa que confían en el socialismo y en nosotros.
Los resultados electorales de Córdoba y de la Provincia de Buenos Aires, como los de San Juan, Corrientes, Entre Ríos y Tucumán, deben tener algún sentido para nosotros, salvo que despreciemos todo el movimiento para refugiarnos en el reducto de la Capital Federal, que también está en peligro, y salvo que se alimente el inconcebible propósito de que algunos miles de votos de la Concordancia podrían volcarse en favor de nuestras listas en una contienda electoral metropolitana con los radicales.
Las masas buscan un camino de lucha En nuestro país ocurre, hoy por hoy, un fenómeno que no puede pasar desapercibido para nosotros. Las masas manifiestan un deseo de lucha.
Las huelgas en ascenso, con un gran espíritu de combatividad, son una prueba de ello. La actitud de algunas secciones ferroviarias que se levantan contra el laudo presidencial a pesar de su acatamiento por parte de las directivas. El hecho de que la casi totalidad de la oposición vota por los candidatos radicales en las elecciones, como ocurrió, por otra parte, en la elección de nuestro senador por la Capital. La formación de frentes populares para luchar contra la guerra, la reacción y el fascismo en Buenos Aires, Mendoza, Tucumán, Córdoba, San Juan, Entre Ríos, Formosa y otros lugares. El renacimiento de un fuerte movimiento sindical que nosotros hemos contemplado con absoluta impasibilidad. La creación reciente del frente obrero de la Capital Federal, integrado por una veintena de los mejores sindicatos. El resurgimiento del estudiantado antifascista en las universidades e institutos de enseñanza superior. La lucha contra la coordinación de los transportes. El crecimiento de una conciencia colectiva antiimperialista y contra los terratenientes. La acción común organizada expontáneamente en Santa Fe en vísperas de la intervención federal. La creación y expansión del movimiento feminista antiguerrero, y otros hechos no menos importantes, nos demuestran que las masas están dispuestas a luchar y, lo que es más importante, que están dispuestas a luchar en conjunto.
No existe hoy una consigna que sea recibida con mayor entusiasmo que la de una acción de conjunto contra la reacción.
Hacia el frente popular Las masas comprenden que el problema fundamental de esta hora de la política argentina no es un problema electoral. Comprenden que es un problema social. Comprenden asimismo, que sobre la base de un número determinado de reivindicaciones inmediatas puede llevarse a cabo una gran lucha nacional.
Un programa basado en la lucha por las libertades democráticas; contra el monopolio imperialista; por la disolución de las bandas armadas; contra la coordinación de los transportes; por la solución del problema agrario; por la revisión de los procesos sociales; por la ley de amnistía; por la libertad de los presos de Bragado y demás presos sociales; contra el fascismo, etc. sería un programa comprendido y aceptado de inmediato por la mayoría de nuestra población Sostengo que la gran actividad del Partido es la de prestigiar la formación del frente popular y trabajar incansablemente por alcanzarlo.
Esto lo propongo concretamente. El frente popular no sólo ya es un hecho en muchas regiones del país sino que es una bandera actual sentida.
Cuando se leen las cifras del escrutinio de Córdoba o de Buenos Aires, no debemos sentirnos escépticos por los magros resultados que las elecciones han tenido para nosotros, sino comprender que las masas han votado por los radicales porque han querido darle un sentido de lucha contra el gobierno, a su voto.
Es el pueblo contra la reacción. No son los radicales contra los conservadores. Es claro que si nosotros no trabajamos por el frente popular, la masa seguirá con los radicales.
Necesitamos el frente popular precisamente para impedir, entre otras cosas, que la masa acompañe inútilmente a un partido.
Lo necesitamos, asimismo, para que la acción socialista tenga las amplias probabilidades de penetración que puede ofrecernos un frente popular.
Lo necesitamos para impedir, por lo menos, que la masa desilusionada, acepte el camino del fascismo que ya, variando su política originaria, tiende a agitar consignas demagógicas para la clase obrera y la pequeña burguesía.
Lo necesitamos para poder influir en la mayoría del pueblo argentino en la forma que no hemos podido lograr hasta ahora.
Yo sé que se me puede decir que los radicales no aceptarán integrar un frente popular. Es posible que la dirección de ese partido se niegue a hacerlo. Pero es indudable que la masa radical no permanecerá ni podrá permanecer impasible a una prédica de esta naturaleza.
Si la dirección radical se opone, nuestro Partido tendrá un gran motivo de acción pública, mucho más popular que el de levantar cien tribunas para decir que los radicales son iguales que los conservadores.
En esta tarea, nuestro partido tendría el apoyo de los sindicatos, de los estudiantes y de las fuerzas políticas de izquierda, que de hecho, no sólo están de acuerdo con la constitución del frente popular sino que están trabajando para lograrlo.
Desde luego, un frente popular no significa una alianza electoral con los radicales.
El único frente popular por el que nosotros podríamos trabajar es el de un bloque de base obrera y socialista, con el concurso de los radicales y demás fuerzas políticas anti conservadoras.
No veo para mi partido una acción inmediata de más vastos alcances para iniciar rápidamente una agitación nacional en este sentido.
Si este frente popular no se realizara, el Partido no habría perdido absolutamente nada y sí habría ganado muchos sectores.
De cualquier manera, siempre sería una bandera de agitación más importante y más trascendente que la de protestar airadamente contra el fraude electoral.
El frente popular agruparía en su seno no sólo a los sindicatos y a los partidos políticos de mocráticos, sino que atraería a una serie de entidades y sectores sociales que le darían una proyección inusitada, El frente popular, de más está decirlo, tiene un extraordinario poder psicológico sobre las masas.
Lo tiene a tal punto, que León Blum ha podido decir, y los hechos lo han confirmado más tarde, que el frente popular no es una suma de fuerzas, sino una multiplicación de energías populares.
Afirmo que las reuniones públicas más concurridas y más entusiastas de la actualidad, en nuestro país, son aquellas en que se plantea el frente popular o en las que se realizan actos de conjunto.