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6 IZQUIERDA IZQUIERDA a a En primer lugar, hemos tenido que enfrentarnos con la consideración de problemas económicos y políticos que afectaban y afectan en conjunto toda la vida nacional. Los problemas locales de una Comuna cualquiera que ha estado sometida al control y a la dirección socialistas se ha reflejado necesariamente en la acción general del partido. Otro tanto ha ocurrido con las cuestiones económicas políticas o sociales suscitadas en las Provincias o en los Territorios Nacionales.
De esta manera el Partido no solo se ha convertido en un movimiento de proyecciones nacionales, considerada la cuestión desde un simple plano electoral, sino que ha llegado a serlo, principalmente, porque le ha tocado actuar de cerca y en contacto con la vida nacional en sus distintos aspectos.
Desde otro punto de vista, el crecimiento de la organización y la incorporación de muchos de nuestros camaradas a los cuerpos representativos o a las funciones ejecutivas en las comunas, ha trasladado nuestra acción de la tribuna callejera o de las columnas de nuestros periódicos, que antes era exclusiva en casi todos los lugares donde nuestro movimiento tenía alguna expresión, al trabajo en presencia del adversario y luchando en contra de los intereses defendidos por este. Estas nuevas características lo primero que nos imponen es la obligación de conocer debidamente y en la medida de lo posible, a fondo, nuestros problemas.
Ello significa, en última instancia, conocer nuestro país.
Es natural que para un socialista. conocer su país» no significa en modo al guno ignorar lo que ocurre en otras partes. Por el contrario, para un movimiento científico como es el nuestro, lo que ocurre en otras partes, observado con espíritu crítico, tiene una extraordinaria importancia para nuestras propias cuestiones. Las lineas generales del desarrollo económico, por ejemplo, tratándose de paises organizados en forma capitalista, son idénticas en todas partes. Es así, entonces, que la observación de la producción y desarrollo de determinados fenómenos en otros países, es. en otro término. un trabajo que tiene atingencia con nuestras cosas locales y nos interesa en tal sentido.
Sostener una actitud contraria significaría adoptar una estúpida y jactanciosa postura semejante a la del «nacionalismo económico de los burgueses.
Si no es admisible posición de cierta gente que no vive sino para enterarse y seguir de cerca lo que ocurre todos los días en otras partes, desligándose en absoluto del medio en que vive, y desconectándolo del resto del mundo, tampoco se concibe ni es admisible la actitud de los otros, que quieren, aún titulándose a sí mismos socialistas, que el mundo termine en nuestras propias fronteras.
De manera pues, que «conocer el país» significa una actitud especial con respecto al medio en que se vive y trabaje, pero no significa ponerse de espaldas al resto de la Humanidad. en este sentido, precisamente, es que yo he usado la expresión. No podría hacerlo en otra forma o con un alcance distinto.
Tenemos que reconocer que en la República Argentina son muy pocos los que conocen nuestro territorio y las características fundamentales que difieren nuestra colectividad en los distintos aspectos de la manifestación de la vida social.
Reconocerlo no significa aceptar una situación desdorosa, sino aprestarse para superar un defecto.
Nosotros, por ejemplo, hemos estado, hablando del problema agrario durante cuarenta años. Pero en ese largo lapso de tiempo, el problema agrario ha consistido en el problema del litoral argentino o del centro del país. El problema agrario siempre ha girado alrededor de la cuestión del trigo y del maíz, sin tenerse en cuenta y que la tierra argentina se caracteriza también por otras expresiones productivas.
Negar que, en efecto, nuestro problema agrario está principalmente ligado a la cuestión del trigo y del maíz, es negar una cosa demasiado evidente. Pero desconocer las otras manifestaciones; ignorarlas o subestimarlas, significa para un movi. miento nacional, como es el nuestro, desentenderse de amplios sectores humanos y de amplios y vastos sectores de la producción económica argentina.
El problema de la uva y del vino; del azúcar; del algodón; de la madera; de la yerba; de la fruta, etc. son cuestiones importantes y fundamentales que reclaman cada vez más nuestra atención.
Nosotros nos encontramos a cada instante en presencia de problemas, de situaciones y de complejos económicos que no hemos creado ni influído para que se produjeran, y, no obstante debemos determinarnos en algún sentido, en su presencia, máxime cuando nuestras tareas y los planos de nuestra actividad han asumido alguna característica especial.
Así por ejemplo, en materia vitivinícola, no podemos cruzarnos de brazos y salir del paso con un folletito en contra del alcoholismo.
Es una formidable realidad económica que existe y que act a. Existe y actúa a tal punto que incluso desde el punto de vista de una organización integral de carácter socialista, no podríamos de la noche a la mañana «barrer» con las noventa y tanta mil hectárea de viñedos de Mendoza. es así, si se tiene en cuenta que además de otras consideraciones, la uva, por sí misma, no es un veneno, y que más de treinta o cuarenta subproductos se pueden obtener de ella, con prescindencia del vino.
Este es un problema. Pero no un problema abstracto. Es un problema concreto que se expresa en leyes, en determinada política impositiva, en la forma de trabajo y condiciones de vida de la gente que está dedicada a las respectivas faenas de la producción vitiviníciola. este problema aparece ya en el Congreso Nacional y es una de las tantas manifestaciones de la producción oligárquica y protegida de la República, a la que se aplican los remedios de la «economís dirigidas, mediante la creación de la Junta Reguladora de Vinos, etc.
En cuanto al azúcar y a otras manifestaciones de nuestra producción económica, no creo necesario agregar nada.
Lo que deseaba poner de manifiesto, y por eso vuelvo a insistir en lo que he expresado hace un momento, es que el problema agrario argentino es el problema del trigo y del maíz, pero es también el problema de la uva, de la fruta, del algoу dón, de la madera, etc.
Como consecuencia se llega a la conclusión de que debemos conocerlos, si es posible, en sus menores detalles.
No hay ni puede haber ningún movimiento que como el socialista tenga necesidad de conocer más a fondo las cuestiones atingentes a su propio país en sus distintos aspectos.
Si en algo se distingue la clase dominante argentina y sus expresiones políticas o de otras clases, es una característica saliente, localista, feudal.
Cada actividad económica argentina, especialmente en el orden agrario, se distingue por esto. Como resultado inevitable y como consecuencia del individualismo burgués, tenemos que cada sector económico se desenvuelve con prescindencia de los demás, y existe una absoluta desconexión en este sentido.
Lo más que puede hacer un régimen capitalista en esta materia es llegar a los límites máximos: la unificación de los impuestos. es decir, la nacionalización de las cargas impositivas.
Pero un plan integral que se relacione con el conjunto de la vida nacional en sus distintas manifestaciones, escapa totalmente a las posibilidades de un régimen capitalista. lo sumo, podrá encaminarse por las sendas de la economís dirigida o controlada que se reduce fatalmente, siempre, a la dirección o al control de un solo ramo o de determinadas ramas de la producción económica, en beneficio de un grupo privilegiado y en detrimento de los demás.
El fascismo, por su parte, se enrieda necesariamente en el mismo círculo vicioso o se ahoga dentro de las cuatro paredes que construye para los demás pero queen definitiva, construye para sí mismo.