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4 IZQUIERDA IZQUIERDA BENITO MARIANETTI LOS TRABAJADORES DE LA INDUSTRIA VITIVINICOLA perio Británico de la India y de Cecil Rhodes colonizador del Africa del Sur, hasta los sucios negocios de la Royal Dutch y el pacto Roca Runciman.
Sabemos que no hace otra cosa, cuando organiza las sanciones contra Italia, que defender su hegemonía colonial, el nivel de las aguas del Lago Tana, y la esclavitud de los pueblos atados a su imperio.
Pero no por eso dejamos de apoyar las medidas que se proyectan contra Italia agresora y fascista. Primero, porque el hundimiento de su régimen abrirá para el proletariado una nueva fase en su lucha emancipadora, al instaurar en la península un régimen que no podrá ser, a corto plazo, sino de dictadura proletarla, y al demostrar a las masas de todos los otros países a donde lleva la prolongación fascista del orden burgués. segundo porque las propias contradicciones entre los bloques de las potencias capitalistas alejan el peligro del gran frente antisoviético, combinación «salvadora» a que aspiran, en su fuero interno, todas las fuerzas dispersas del capitalismo anarquizado.
Por algo los representantes de la Unión Soviética apoyan las sanciones y están dispuestos con más decisión que nadie a llevarlas a cabo. La defensa de la Sociedad de las Naciones equivale en estos momentos, para la gran potencia socialista, al mantenimiento de las garantías que necesita para su plan de edificación socialista en la paz.
Sentimos así, con el proletariado de todo el mundo, la necesidad de que se tomen las medidas financieras, económicas y políticas contra Mussolini y creemos que la acción de las organizaciones sindicales obreras deben velar por la efectividad de las sanciones. subrayamos el hecho de que el gobierno Argentino declara ahora pomposamente que tiene que consultar la constitucionalidad de las sanciones a aplicarse, con la Suprema Corte; con esa misma que ha saltado por sobre la Constitución y entregado al la suma del Poder Público cuando lo autoriza a mantener en la cárcel, sin proceso, a los trabajadores revolucionarios, pero que tal vez encontrará que no es compatible con la Constitución la aplicación de medidas que puedan hacer perder unos pesos a los burgueses exportadores o a los grandes ganaderos que comercian con Italia.
Esta conducta hipócrita de la burguesia argentina será seguida por las demás; comprendemos que Inglaterra ha de encontrar en su desesperado esfuerzo para imponer acuerdo y unanimidad en las sanciones de los países capitalistas, las dificultades propias del orden que ella misma representa: porque las potencias capitalistas, minadas por la crisis, están dispuestas una vez más a lanzar por la borda cualquier principio de Justicia internacional con tal de mejorar su balanza comercial externa, aumentando sus exportaciones a Italia o a todo otro país que esté en guerra.
a esta urgencia inmediata puede más, en la miopia obligada del mecanismo de la sociedad ac tual, que el peligro seguro, pero más mediato, que representará el hundimiento del prestigio de la Sociedad de las Naciones, al dar libre juego a las fuerzas guerreras de los distintos estados.
La burguesía se destruye voluntariamente a sí misma; el empujón final se lo ha de dar la clase trabajadora que en la próxima guerra mundial sabrá empuñar las armas y dirigirlas contra la verdadera responsable.
Por ahora y con más claridad que nunca, el mundo entero comprende una gran verdad: Solo en un régimen socialista será imposible la guerra y por consiguiente el único país cuyo gobierno puede ser sincera y efectivamente pacifista es el de la Unión Soviética. Solo en un régimen socialista puede imperar la justicia internacional y desarrollarse las naciones más débiles sin temor al zarpazo de las más fuertes.
Pero para llegar a ese régimen no han de contar los trabajadores ni con la Sociedad de las Naciones, ni con la benevolencia de gran Bretaña, que hoy parecen campeonas de derechos, sino con la fuerza revolucionaria de su propia organización de clase.
Dibujo de AZZONI a CONOCER EL PAIS.
El movimiento socialista de nuestro país se convierte cada vez más en un movimiento nacional, desde que la acción socialista no es una expresión aislada de la Capital Federal sino que se encuentra ligada a centenares de núcleos diseminados en toda la República.
En los últimos años, especialmente, hemos obtenido representaciones nacio nales por algunas provincias; representaciones provinciales en varios estados, y el control la dirección de numerosas comunas. aunque no hubiéramos obtenido ninguna, es evidente que la comprobación que antecede sería igualmente exacta, por cuanto nuestras ideas y nuestros propósitos, como nuestra obra realizada a lo largo de cuarenta años, no podían ser indiferentes al conocimiento de sectores cada vez más amplios de nuestra población.
Es indudable, sin embargo, que nuestra presencia en los cuerpos representativos locales o nacionales ha permitido obtener nuevas y amplias tribunas que han permitido vigorizar nuestra acción y extenderla, aunque preciso es reconocerlohemos estado en condiciones de llevar a cabo una tarea más eficiente de la que hemos realizado.
Pero como no es mi propósito referirme por ahora a este aspecto de la cuestión, seguiré las líneas generales del tema que me he trazado.
El acrecentamiento nacional, un poco repentino, del Partido, nos ha colocado inmediatamente en presencia de dos situaciones más o menos nuevas que se destacan a poco que nos detengamos en el estudio de nuestra propia ubicación en el panorama político y social argentino.