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22 IZQUIERDA IZQUIERDA 23 de Alfredo Muzzopappa El problema de las clases en el Socialismo Argentino aquara ses compradores que ja hermética para ellos inalcan sable del cubismo. Esto lo comprenden los hombres selectos que pagan miles por un retrato, pero prefieren no verlo porque les desagrada y porque se sienten en el fondo responsables de los tonos sombrios de mi obra. Pero nosotros los artistas, preferimos solidarizarnos con el dolor humano y no convencernos de que somos libres porque sólo estamos manlatados con las cintas de seda con que el capitalismo nog inmoviliza. Nosotros los artistas no tenemos ninguna jerarquía social; nos debemos a la colectividad y pintamos nuestros cuadros con el mismo derecho y la misma razón con que el fundidor remacha la tuerca recién templada o con que el campesino maneja su tractor, No somog nl más ni menos que ellos: llenamos con el arte una función social que no se diluye en la fórmula vaga de una imaginaria exaltación de la belleza, sino que nos exige que digamos la verdad sobre los hombres y las cosas que están en de redor un stro. si vemos que esos hombres están injustamente sometidos a otros, y que estas cosas están in Justamente distribuidas entre los hombres, nuestro deber inmediato es contribuir con la capacidad de que la naturaleza nos ha dotado a stablecer el orden, la igualdad y la justicia.
Este fué el mensaje revolucionario de Guillermo Facio Hebecquer. Durante varios años, todo el 86quito de los artistas puros, de los críticos a sueldo del capitalismo y, de los corifeos de la burguesía ze lanzaron al asalto de este hombre vue podía resu tar peligroso para el régimen existente y para la pacifica explotación del proletariado. Durante varios años to combatieron con saña a sol y a sombra.
Pero Facio triunfó sobre ellos porque tenía una gran misión social que cumplir; y hoy podemos hacer, sin temor a la quiebra, el balance exacto del debe y el haber.
Hoy son ya muy pocos los artistas que se creen en el pináculo de la humanidad; la crisis económi.
ca ha barrido con las grandes ganancias; laburguesía aterrorizado no tiene ya tiempo que perder ni dinero que gastar en las pequeñas satisfacciones espirituales que antes le ofrecían los artistas puros.
El sentido social del arte es ya aceptado por todos los críticos más caracterizados y hasta los indiferentes tienen que mirar con res pecto la obra de los artistas del une amin proletariado. la palabra y a la realización plástica de Facio Hebequer siguie.
ron la de muchos otros, jóvenes casi todos, que comprendieron que en esteperíodo histórico de liquidación de un sistema, los trompos de música que se habían quedado zumbando entraban en la elipse decisiva apagados por el estrépi.
to de la lucha sucial. Que no se po.
día pintar en tono de minuet porque resonaban en los campos y en las calles los acordes vibrantes de la Internacional, Ya no fué sólo Facia; en todos los rincones del país, grupos de jóvenes artistas se formaron para defender la causa de los trabaja.
dores. Al trabajo individual suce.
dió el trabajo por equipos. Al artista aislado, la solidaridad gra mial; y finalmente, rompiendo el marco estrecho del gremialismo prescindente, la organización de plásticos revolucionarios se desli.
zó como un torrente para unirse aj mar agitado de la clase trabajadora organizada.
Ya están unidos en nuestro país los trabajadores manuales e inte.
lectuales. Ya están los artistas de más personalidad cerrando filas, codo con codo, junto con el obrero, con el campesino y con el estudiante.
la hora de la revancha Se lo debemos a Guillermo Facio Hebeçuer.
Litografías póstumas de FACIO HEBEQUER IZQUIERDA publica esta colaboración del camarada Muzzopappa por tratarse de un trabajo serio y eficiente con el que coincide en líneas gemerales. Pero, debe decir que considera que la participación del Estado en una organización mixta Estado y productores. no es, en el sistema politico y económico del capital, forma que asegure el término a la explotación de los trabajadores del campo. El Estado es el poder jurídico y formal que defiende los intereses de la clase dominante: en Rusia, los de la clase obrera; en la Argentina los de la clase, propietaria. el estado burgués en ninguna de sus funciones interviene para afectar log privilegios de los propietarios. Precisamente el autor señala, con concoción y claridad, el rol del Estado capitalista argentino en la defensa del interés de la clase dominante, por medio de la ley de moratoria hipotecaria y otras creaciones juridicas burguesas.
Es necesario despojarse de las ilusiones del reformismo que admite, con sincera y desconcertante lealtad, una segura eficacia de la acción estatal en las organizaciones mixtas en defensa de la clase desposeída.
Aparte de este aspecto, el trabajo del camarada Muzzopappa es útil en su contenido. (NOTA DE LA REDACCION. Clases en tren de desaparición y nuevas clases Asi, nos hemos acercado a un instante histórico en el que la táctica reaccionaria del descrédito parlamentario, nos sorprende en una posición de defensa de las instituciones y del régimen democrático, a los cuales ni siquiera hemos podido arrancar los frutos que una acción de intenso ritmo, pudo arrancarie en una vida necesaria de más de un siglo.
La lucha secular entre la burguesía y el proletariado, ha experimentado en nuestro país, en los últimos años, variantes dignas de estudio, producidas al influjo y con el concurso de facLores novísimos que hanse concretado en nuevas clasificaciones de los distintos estratos que componen el conjunto inarmónico de las fuerzas del capital y del trabajo. Cabe señalar a este res.
Decto que la presencia del socialismo en el escenario de las luchas parlamentarias ha dado lugar a una acelerada e intencionada concreción de caracteristicas sociales que permiten perfilar con cierta precisión, el fenómeno cuyo estudio abordamos. Pese, todo ello, a que esta acción ha tenido que limitarse imperiosamente y por propia gravitación de las fuerzas políticas en pugna, en el escenario de la política argentina, a los límites de conquistas de corto alcance cuya trascendencia limitada, obliga a reeditar esíuerzos cada período en que esas conquistas han dado de si cuanto podían dar, distrayendo erergias del ejército de los asalariados, en pequeñas escaramuzas que sirven a la burguesía para for.
fificar sus posiciones y llevar ataques a fondo contra esa política de paulatinas concesiones a que le obliga la presencia del socialismo.
Debe renacer el espíritu crítico Es preciso escudriñar, entonces, poniendo a contribución un espíritu crítico ya desaparecido y reemplazado por un conformismo peligroso, las causas de ese estancamiento, de esa esterildad cuantitativa y cualitativa de la acción socialista, dentro de la órbita de las instituciones burguesas. debemos hacerlo, tanto más, cuanto que si el estancamiento prosigue, seremos alcanzados a breve plazo por el desprestigio qile ya afecta al Parlamento, con el triunfo de las tendencias fascistas que apuntan en nuestro hori.
zonte.
No aspiramos, como ironicamente pretende decirse, a la realización catastrófica de nuestra voluntad. Pero si no nos afecta esa ilusión, tampoco nos afecta la otra más peligrosa que puede concretarse en el manido argumento de que