BourgeoisieDemocracyPrivate PropertyWorking Class

IZQUIERDA IZQUIERDA en tos artificiales, creados por el hombre a través de su evolución histórica, para servir determinados intereses, y que los estados contemporaneos son, concretamente, creaciones o productos engendrados por las mismas fuerzas que impulsaron la constitución de la clase burguesa contemporánea.
Admitiendo que ellas representan frente a la organización feudal anterior un positivo progreso, tanto más mensurable, cuanto han sido factores decisivos en el completo desarrollo de una clase cuyo aporte al avance económico del mundo ha sido superior a todo lo traido por todas las clases dominantes en las etapas anteriores del desenvolvimiento humano, cabe preguntarse sin embargo, que beneficios representan las mismas hoy para la clase trabajadora en marcha hacia el poder, y si su prolongación estática en el tiempo, no viene a cortar la línea de la evolución hacia organizaciones humanas más vastas.
pués, que haga más estrecha la colaboración y la solidaridad entre todos los hombres y lleve por tanto, y por la suma de todos los esfuerzos humanos, el progreso técnico cultural y moral de la especie, a extremos que apenas nos atrevemos hoy a soñar. Por la emancipación integral de los trabajadores y por el mayor y mejor desenvolvimiento de la espécie, es ya un imperativo de nues tra época, superar las actuales organizaciones nacionales.
Dice Jaurés (El Nuevo Ejército) que no hay más que tres maneras de huir de las patrias: o disolviendo cada grupo histórico en grupos minúsculos sin vinculo alguno entre sí, lo cual seria una reacción inepta e imposible, o realizando la unidad humana mediante la subordinación de todas las patrias a una sola, lo que sería un cesarismo monstruoso, un imperialismo espantable y opresor, o abarcando todas las naciones autónomas en una vasta federación, en una vasta unidad jurídica, Más mientras cada nación sea la organización de una clase con intereses en competencia con los de las demás naciones y mientras en cada pueblo subsista la idea, consecuencia de esa organización, alcanzamos a comprender como podrán conciliarse en una organización de derecho, los intereses antagónicos de los grandes países imperialistas del mundo, ni como podrán admitir una institución superior a la Nación quienes ven en sus respectivas patrias resumidas todas las buenas condiciones humanas, quienes sueñan con una Alemania dominando al mundo para salvarlo, quienes aún gritan: Right or wrong my country!
DIVORCIO DE CLASES nera que si nos es imposible encontrar la base real de la Nación, si del breve análisis realizado se desprende que la nación carece de existencia real si se nos ha desmenuzado entre las manos hasta desaparecer al intentar analizarla esa idea de nación, nos hemos encontrado en su base con este otro ser, esta vez sí de existencia real que es el estado y el cual constantemente se ha encargado de crear en sus subditos la mistica de la Nación. Y, si como esperamos probarlo, en las líneas que siguen, el estado es una creación artificial del hombre, hija de sus intereses y constantemente variable, es indiscutible que no podrá ser la expresión o la causa, según sea el punto de vista del observador, de ningún ser metafísico permanente y superior al hombre.
En pasados tiempos el hombre no conoce más organización política que su clan o tribu, su patria es ese clan, esa tribu, que luego va a unirse por el interés común, para la defensa mutua, para la mejor práctica del comercio, con otras tribus, formando así unidades políticas mayores, aldeas o ciudades, que luego, por los mismos motivos o por la conquista de otras unidades más fuertes o más civilizadas, van a aglutinarse en estados más vastos, algunos de los cuales tuvieron aspiraciones de estado Universal. El inmenso Imperio Romano, que abrazo a todo o casi todo el mundo civilizado, nos ofrece el ejemplo típico de un estado organizado por la conquista de ciudades y naciones enteras, por otra que representaba un grado de civilización mayor. Desmembrado el Imperio por la Invasión de los bárbaros, vuelve Occidente a encontrarse dividido en multitud de pequeños estados feudales, que muchas veces no contienen más de una aldea, más de un castillo. Para el campesino Medioeval, vinculado a la tierra, de propiedad del señor, conto una prolongación de la misma, su patria es ese pedazo de tierra, esa aldea, o ese castillo, y el extranjero, el enemigo.
el aldeano que habita en la aldea próxima o se refugia en el castillo que muchas veces está al alcance de la vista, en la otra vertiente de la colina, del otro lado del río. Mas inmediatamente, a semejanza de lo ocurrido en la antiguedad, causas económicas diversas vieren a trabajar la entraña misma de la sociedad, para superar este caos con la aparición de unidades políticas más vastas. La burguesía que empieza a nacer trabajosamente en las miseras ciudades medioevales, se vé trabada por el capricho de los señores, por la multitud de fronteras que, con sus múltiples impuestos y su legislación contradictoria, dificulta hasta hacerla imposible la libre circulación de las cosas y de los hombres; el comercio del cual la burguesía necesita como del aire, para desarrollarse. Nace así entre los burgueses de las ciudades la aspiración hacia organizaciones humanas más vastas, hacia estados más complejos. La liga de las ciudades del Hansa Germánica va a estructurar la Nación alemana, mientras en Francia los ensueños de dominación de algún señor feudal más fuerte que los otros, se encuentran rápida mente apoyados por las comunidades de las ciudades. En sus luchas con los Señores feudales, los reyes de Francia son eficazmente sostenidos pc?
la burguesía de las ciudades que veu en la consolidación del poder real el na imiento de una unidad más vasta, el estado frances, que hará desaparecer la multitud de pequeños estados feudales.
Quiere decir pues que las naciones son producEscribiendo para socialistas, no es necesario que repitamos que la sociedad contemporánea está fundamentalmente dividida en dos clases enemigas y antagónicas, cuyo divorcio vá adquiriendo en los tiempos que vivimos carácter de verdadera guerra. Burgueses y proletarios se disputan hoy el dominio del mundo, y si la consolidación definitiva de los primeros solo podrá lograrse por el mantenimiento y agravación de la esclavitud de los segundos, el triunfo de los trabajadores, solo podrá lograrse definitivamente a costa de la desaparición de los propietarios como clase. Esta antitesis sin sintesis, que se da en la totalidad de la sociedad contemporánea, se repite lógicamen te en cada una de sus partes. En todos los países.
bajo la misma bandera, sometidos al mismo poder estatal luchan como enemigos, inspirados por intereses irreconciliables, burgueses y proletarios.
Los primeros tienen como condición de su existencia la pauperización constante de la clase trabajadora, la diminución de la masa de sus salarios, para poder así disponer de un mayor márgen de utilidades que les permita afrontar con probabilidades de éxito la lucha con los demás grupos capitalistas de la tierra. Esta en su interés mantener un cierto número de desocupados que permanezca como ejército de reserva, para deprimir constantemente el precio de la mano de obra y entrar en acción en cada conflicto obrero para romper las huelgas. La clase trabajadora exige constantemente a su vez, mejores salarios, más.
seguridad en el trabajo, reformas y mejoras y lu.
cha y brega por su emancipación integral como clase, que solo logrará por el aplastamiento definitivo de la burguesía. No se ha demostrado hasta ahora, qué cosa son los llamados intereses genera.
les que refunden en una síntesis superior a estos intereses particulares, antagónicos, y para nosotros irreconciliables. mientras tal demostración no sea lograda, y no ha de lograrse nunca, ningún significado tendrá el hablar de pueblo. entendiendo por tal el conjunto de todas las clases, ni de unidad nacional, ni de solidaridad nacional. Porque la Le.
gislación Obrera y de previsión social en que algunos han querido ver la expresión de esos intereses generales, por cuanto ha sido sancionada por cuerpos integrados por representantes de la burguesía, no es en último análisis sino el resultado de largas luchas sostenidas por la clase trabajadora, o la expresión de concesiones hechas por la burguesía por razones tácticas, para evitarse daños mayores, concesiones dictadas por el terror, momentos de grandes conmociones obreras. Es pues, la legislación del trabajo, no el resultado de la coordinación de los intereses particulares en un vasto interés solidario, sino el producto del choque cruento o incruento de esos intereses en lucha. es indicutible que el estado, producto social que sufre is influencias reciprocas de las fuerzas en lucha, tiene fatalmente que acabar por inclinarse hacia el lado de la corriente actualmente más vigorosa, más enérgica, con más medios presentes para imponerse. El estado sigue siendo para nosotros en la teoría y para todos en la ruda realidad contemporánea, instrumento de dominación, de opresión de una clase sobre las otras. esta afirmación que se hace evidente para los ojos más miopes, en cuanto se aplican a la contemplación de las numerosas dictaduras, todas de clase, que noy oprimen a los trabajadores del centro de Europa, es absolutamente verdadera, aún para los países más democráticos y liberales de la tierra. En la democracia más perfecta de la tierra, aquella que mejor asegure a la clase trabajadora sus derechos, aquella en la cual su burguesía mejor respete la Constitución escrita y las libertades públicas, es incuestionable que toda su legislación, al par de lo que sucede en los países más despóticamente gobernados, estara inspirada por un solo principio tendrá un propósito ventral y dominante: la consagración y la defensa de la propiedad privada de los medios de producción. como quiera que está en el terés de la clase trabajadora, la abolición total de una propiedad que ella no goza, y como quier que la conservación del régimen de la propiedam privada asegura a la burguesía no selo el poder económico, sino los medios para dominar y leorromper las consciencias de los trabajadores mismos, parece innegable que el estado que sanciona sostiene e inspira, tal legislación es un estado que, en último analisis está al servicio de la clase capitalista. De tal manera, para nosotros tiene aún hoy valor actual la afirmacin rotunda del manifiesto de 1848: Los trabajadores no tienen patria. porque ni sus riquezas ni sus instituciones les pertenecen, los benefician. Y, si la organización en naciones, creada por los intereses de clases agenas, puede ser en sí misma indiferente a los proletarios, o hasta ger mirada con cierta simpatía por lo que representa de progreso frente a anteriores organizaciones sociales: desde el momento en que ella dificulta el libre entendimiento de los trabajadores de todo el mundo para la lucha contra la burguesía; desde que ella adormece el espíritu de lucha de cada grupo nacional del proletariado, narcotizando su conciencia de clase, con la ilusión y la esperanza de una mentida solidaridad nacional: desde que ella permite reemplazar, en una palabra, la solidaridad internacional de los trabajadores para la lucha de clases por la solidaridad nacional de las clases para la lucha internacional, ella debe superada por los trabajadores. esta necesidad se hará más fuerte, más evidente a poco que, desprendi endonos de todo punto de vista clasista, comprendamos que la existencia de las fronteras actuales mantiene separados a los hombres con recelos y rencores inverosímiles, manteniendo permanentemente y en forma latente el peligro de la guerra, y deteniendo la evolución humana hacia una organización continental primero y universal desHACIA UN ORDEN JURIDICO INTERNACIONAL Es pues imprescindible, si autenticamente se desea trabajar por la paz del mundo, si autenticamente se desea trabajar por la integración de un orden juridico internacional y por la emancipación de los trabajadores, bregar por la transformación de cada una de las actuales organizaciones nacionales, combatiendo en primer lugar sentimientos e ideas que las mismas provocan y que sirven luego de dique espiritual que contiene el Tervor revolucionario de las masas, que desvía y adormece su conciencia de clase y que a la postre se convierten en las mejores dofensas del estado de cosas que los engendrará. Debemos comprender, nosotros los socialistas, de una buena vez por todas, que mientras no hayamos logrado barrer de la conciencia de las masas el prejuicio nacionalista, mientras la clase trabajadora no entienda claramente que nada tiene que conservar en las actuales naciones, que ningún interés tiene en los países burgueses, que la defensa de los estados capitalistas le es absolutamente indiferente, la clase trabajadora tendrá dentro de si frenos que le impidan toda labor de fondo, porque siempre será facil hacerle deponer su flereza, en nombre de la solidaridad nacional. los hombres que creyendo como nosotros, adoptan posturas nacionalistas o patriotas, pensando así poder desviar los ataques de una burguesía que, al batirse en retirada, vuelve a despertar y fomentar en las masas el furor nacionalista para defenderse mejor, crean y estimulan en las conciencias proletarias los complejos sentimentales que luego, serán utilizados por nuestros adversarios, para fascistizar ser