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8 IZQUIERDA IZQUIERDA La Tamas Movimiento juvenil y Movimiento socialista Millones de mujeres están encadenadas a la gi.
gantesca producción capitalista y a sus colaterales. cambio de remuneraciones irrisorias se exprime de ellas las recónditas energías ¿Qué obreros, ni el más inepto, se resignaría con el salario que recibe la obrera, aun la más hábil Por algo florece tanto en el progresista mundo burgués la prostitución con todas sus terribles consecuencias.
El progreso exhibe ante la obrera famélica y miserable todos sus portentos: viviendas esplén.
didas, vestidos magníficos, joyas, flores, manjares. Como otro Mefistofoles, el progreso, el mentido progreso burgués la tienta y la fascina. la pobre mujer, generalmente ignorante, aprovecha la primera oportunidad aun la más engañosa, para correr en pos de la quimera de la felicidad, que su pobre pocilga sin alegría, sin belleza y sin pan no podrá brindarle nunca.
El tan mentado progreso necesitó de largas décadas para plasmar, pregonadas por las luchas obreras, algunas pocas leyes de protección para la madre obrera, leyes que como todas las que benefician a la clase proletaria, se violan descaradamente a la primera oportunidad.
El decantado liberalismo burgués necesitó del ci.
clópeo esfuerzo femenino en los horrendos años de la última guerra, para concederle al fin en algunos paises los derechos políticos. Qué sarcasmo! Al poco tiempo de brindárseles esa tardía recompensa. la burguesía proclama su dernier cri del fascismo, que decapita solemnemente las llamadas libertades democráticas y entre ellas el sufragio, el parlamentarismo.
En los países en que la máscara democrática aun pende de los frontispicios políticos, se busca por el intermedio del voto femenino el apuntalamiento de la reacción, y nada más que eso.
De cualquier manera, con sufragio o sin él. prác.
tica y teóricamente el actual momento burgués sueñia con reeditar prácticamente para la mujer la época del gineceo o del serrallo, o sea de la esclavitud.
Los poetas, los oradores y los filósofos de la burguesía fascista son los encargados de adornar ese grosero ideal de todo ornamento verbal que hace falta para espiritualizarlo y engañar a las y a los incautos.
que no va más allá de la igualdad ante la ley. y eso en teoría por lo general.
La igualdad ante la ley no pasa de ser una fórmula vacía, mientras no esté respaldada por la igualdad económica. esta materia sólo será posible en una sociedad socialista, que comenzará por extirpar de raíz la propiedad privada, origen primero de la desigualdad.
Sólo el régimen socialista asegura para la mujer la entera posesión de su propia individualidad de Bu cuerpo, de su mente, de su volutad. Sólo en una república socialista no habría lugar para la diferenciación de los sexos en superior e inferior. Sólo la organización socialista construirá las relaciones entre el hombre y la mujer sobre los indestructibles cimientos de la fuerte estima, del anténtico compañerismo.
Nos obrece una magnifica prueba de ello la Rusia Soviética, donde laboriosa pero firmemente se está estructurando el socialismo.
En pocos años de nuevo régimen, nuevo como no lo hubo nunca en la historia, la mujer rusa se ha ubicado en un nivel que ni remotamente pueden soñar las mujeres de las seculares democracias de Europa y América.
Es que no basta ni con el más aparatoso contenido jurídico institucional, para solucionar las fallas básicas de las consabidas democracias capitalistas. El prejuicio de la inferioridad de la mujer es mantenido artificialmente por la ideología burguesa. Así la economia capitalista puede envi: lecer sus salarios y desalojar de la producción grandes masas de obreros, más conscientes de sus intereses que las obreras y más dispuestas a resisitir la explotación.
La servidumbre de la mujer tiene, pues, hoy como ayer, una razón económica. La educación que se le dé a la mujer en la sociedad burguesa, la interven.
ción que en ella tiene el clero, las limitaciones y trabas con que se la rodea, todo concurre a paralizar su inteligencia, su personalidad, su resistencia. Todo tiende a formar de ella un ser pasivo, todo resig nado, que todo lo soporta: la humillación, el dolor, la miseria y hasta la guerra, que le hiere en sus propias entrañas.
Lenin, el formidable jefe de la revolución rusa pudo decir, que aun falta mucho para que la mujer recobre la verdadera libertad; y lo decía nada me.
nos que refiriéndose a la mujer rusa en cuyo favor Be ha dado una legislación admirable. Al lado de esa afirmación valiente de Lenin, qué ridículo se nos ocurren las solemnes alabanzas prodigadas a las grandes democracias. apenas ellas hagan en favor de la obrera o del obrero algo de lo mucho que queda por hacer. Ay de la clase trabajadora que se fie de la buena disposición de las grandes democracias. Ay de la que se deje acariciar por la esperanza de la consabida evolución La evolución. Sólo los ilusos no ven que su ciclo se ha cerrado, para dejarnos a las puertas de la revolución. Bajo su bandera y sobre el terreno de la lucha de clases comenzará la redención de la mujer a través de la redención proletaria.
UANDO las organizaciones humanas, en forma especial los partidos políticos, sobre la pequeña preocupación inmediata, de corte mezquinamente electoralista la mayoría de las veces, quieren elevar su acción hacia la realización de una obra trascendental, prolongada en el tiempo, es imprescindible que ellas atiendan principalmente a la renovación constante de sus fuerzas, a la reintegración constante de sus elementos humanos, vehiculos e instrumentos que han de articular aquella obra. esta necesidad vital, se hace sentir más enérgicamente en el Partido Socialista, que intenta realizar una reorganización integral de la sociedad humana, sobre bases más justas, obra inmensa que sólo podrá ser efectuada por la acción sucesiva de varias generaciones humanas, fuertemente solidarizadas en la prosecución de un fin común, que se realiza un poca cada día, a veces por caminos y con métodos absolutamente diferentes, impuestos por las circumstancias de cada momento histórico. Si queremos dar a nuestra obra las proyecciones que ella en realidad debe tener, no puede menos que preocuparnos el pensar quienes la continuarán después de nosotros; sigueremos que nuestra acción tenga toda la elasticidad necesaria para adaptarse a las exigencias de cada época, es imperativo que tratemos de asegurar el aporte de hombres que vengan, sin preconceptos ni anquilosa.
mientos espirituales a renovar con nuevas savias nuestra fuerza vital, a enriquecer nuestra posición teórica con su fecunda acción erítica. Sólo la juventud puede cumplir esta doble misión, sólo un partido que atienda principalmente a asegurarse el aporte permanente de corrientes juveniles tendrá asegurada su supervivencia y su eficacia.
DI Partido Socialista, no ha atendido siempre con la debida diligencia a esta tarea.
Sin comprender que la psicologia juvenil exige métodos de captación distintos de los que son eficaces con los adultos, careció durante muchos años de órganos específicamente dedicados a atraer a la juventud a sus filas. La Confederación Deportiva Socialista, eumplió a medias esta misión, y fué el origen de la Confederación Juvenil Socin.
lista, desarrollada casi al margen del Partido, frente a su indiferencia, falta de su apoyo material y moral, sin directivas precisas. No obsante, venciendo dificultades logró acercar al Partido a una gran cantidad de jóvenes, agrupando en junio de 1934, siete mil afiliados. En la medida de sus fuerzas, y por el tesonero esfuerzo de un puñado de jóvenes afiliados al Partido ha cumplido, pues, una útil misión, desenvuelta en el doble sentido arriba indicado. Pues, hay que señalarlo con precisión, no interesa solamente que año por año vengan a nosotros algunos cientos de jóvenes a traernos sus esfuerzos materiales; es imprescindible que esos hombres no pierdan su específico carácter juvenil y puedan expresar sus inquietudes y sus puntos de vista, forzosamente diversos de los que sostienen hombres que han gastado su optimismo al través de una larga vida y han cimentado sus espíritus en experiencias absolutamente diversas a las que van form mando el bagaje mental de los hombres nuevos, en forma orgánica, en instituciones propias, libres y lejos de la presión de los hombres maduros. Solo así podrá el Partido recibir el aporte de una crítica que podrá ser apasionada o precipitada pero que es siempre sincera, y que lo obligaria a una permanente revisión, enemiga vencedora de todo anquilosamiento, de todo enquistamiento.
Desgraciadamente, la primera vez que en una forma integral la Juventud del Partido Socialista, colaboradora eficaz y leal en toda labor que el Partido le señalara, intentó expresar sus puntos de vista sobre las características que debe adquirir la lucha en estos momentos liistóricos e hizo llegar esos puntos de vista, divergentes, desde luego, con la orientación partidaria de los cuerpos centrales, el Comité Ejecutivo del Partido, que no se preocupó de guiar u orientar a las juventudes durante la elaboración de esos puntos de vista, ha procedido a la disolución de un organismo que era el único que atendía a la importante y fundamental misión de captar a los jóvenes.
Porque la nueva reglamentación de las juventudes, desentendiéndose de toda la enorme masa de obreros y estudiantes que, mayores de 18 años carecen sin embargo de una posición frente a los problemas sociales, se reduce a crear organismos infantiles integrados por adolescentes, que, incapaces por inexperiencia fácilmente explicable de manejarse por sí mismos, serin simples escuelas dirigidas y manejadas por los hombres que al efecto designe el Comité Djecutivo. No se ve que el carácter juvenil, más hecho La masa femenina que trabaja, nada puede espemar del régimen burgués.
Las escasas y pobres reivindicaciones que lograran, no habrán de modificar el fondo del doloroso problema de la desigualdad sexual que es consecuencia de la desigualdad social.
Eso no significa que la masa laboriosa femenina como la masculina, deba despreciar la lucha por esas pequeñas conquistas arrancadas a la burguesía, Al contrario. Pero es necesario no hacer de ellas un fin y sí servirse de dichas conquistas como un medio para preparar obras fundamentales, in.
compatibles desde luego con el orden capitalista; Vivimos en 1934