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CLAVE Tribuna Marxista Tribuna Marxista CLAVE a la formado alrededor de Lenin desprenderse de su estrechez nacional alcanzar la perspectiva de la revolución mundial.
La Cuarta Internacional, en efectivos y especialmente en preparación, posee ventajas infinitas respecto de sus predecesores de comienzos de la otra guerra. La Cuarta Internacional es la heredera directa del bolchevismo en su pureza. La Cuarta Internacional ha absorbido la tradición de la revolución de octubre y ha traducido en teoria la experiencia del período histórico más rico entre las dos guerras imperialistas. Tiene fe en sí misma y en su futuro.
La guerra, permítasenos recordarlo nuevamente, acelera enormemente el desarrollo político. Grandes tareas que sólo ayer parecían lejanas en años, si no en decenios, pueden plantearsenos directamente en los próximos dos o tres años, y quizás antes. Los programas basados en las condicines habituales de paz, inevitablemente quedarán bailando en el aire. Por otra parte, el programa de reinvidicaciones transitorias de la Cuarta Internacional, que parecia tan irreal a los políticos miopes, revelará su completa significación en el proceso de movilización de las masas por conquista del poder del estado.
Al comenzar la nueva revolución, los oportunistas tratarán una vez más, como lo hicieron hace un cuarto de siglo, de imbuir en los trabajadores la idea de que es imposible construir el socialismo sobre ruinas y devastación. Como si el proletariado tuviera libertad de escoger! Es preciso construir sobre los cimientos que proporcione la historia. La revolución rusa mostró cómo el gobierno obrero puede sacer a un país inclusive muy atrasado de la más profunda pobreza. Tanto mayores son los milagros que se ofrecen al proletariado de los países adelantados. La guerra destruye edificios, ferrocarriles, fábricas, minas; pero no puen de destruir la técnica, la ciencia, la habilidad. Después de crear su propio estado, de organizar correctamente sus filas, de poner a trabajar las fuerzas calificadas que heredará del régimen burgués y de organizar la producción de acuerdo con un plan unificado, el proletariado no sólo restaurará en unos cuantos años todo lo destruido por la guerra, sino que creará las condiciones para el navor florecimiento de la cultura sobre los cimientos de la solidaridad. QUE HACER AHORA?
El Congreso de Emergencia de la Cuarta Internacional vota este manifiesto en los momentos en que, después de aplastar a Holanda y Bélgica y de romper la resistencia inicial de la tropas aliadas, los ejércitos alemanes ruedan como una corriente de fuego hacia París y el Canal. En Berlín ya se apresuran a celebrar y la victoria. En el campo de los aliados hay una alarma que tiende al pánico. No tenemos aquí ni la posibilidad ni la necisidad de enfrascarnos en especulaciones estratégicas acerca de las próximas etapas de la guerra. En cualquier caso, la tremenda preponderancia de Hitler pone su sello a la fisonomía política del mundo entero.
cePero, no está obligada la clase obrera en las actuales condiciones a ayudar a las democracias en su lucha contra el fascismo alemán? He ahí cómo plantean la cuestión amplios círculos requeñoburgueses, para quienes el proletariado sigue siendo sólo un instrumento auxiliar de ésta o de aquella facción de la burguesía. Rechazamos esta política con indignación. Naturalmente, existe una diferencia entre los regímenes políticos de la sociedad burguesa, exactamente como existe una diferencia de comodidad entre los diferentes vagones de un tren. Pero cuando todo el tren se arroja en un abismo, la distinción entre la democracia decadente y el fascismo homicida desaparece, frente al colapso del sistema capitalista por entero.
Con sus victorias y brutalidades, Hitler provoca naturalmente la aversión enérgica de los trabajadores de todo el mundo. Pero entre esta aversión legítima de los trabajadores y el ayudar a sus más débiles, pero no menos reaccionarios enemigios, media un mundo. La victoria de los imperialistas de Gran Bretaña y Francia no sería menos aterradora para el destino final de la humanidad, que lo sería la de Hitler y Musolini. La democracia burguesa no puede salvarse. Al ayudar a su burguesía en contra del fascismo extranjero, los trabajadores sólo acelerarían la victoria del fascismo en su propio país. La tarea que plantea la historia no es la de apoyar un sector del sistema imperialista en contra de otro, sino la de poner fin al sistema entero.
Los trabajadores deben aprender las artes militares. La militarización de las masas se intensifica más dfa a día. Rechazamos 340 341