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CLAVE Tribuna Marxista Tribuna Marxista CLAVE ses beligerantes o neutrales. La Socialdemocracia alemana que sostuvo una despreciable política chauvina durante la primera guerra imperialista, bajo la bandera de Hohenzollern, hoy es un partido derrotista al servicio de Francia e Inglaterra. Sería inexcusable creer que lacayos empedernidos se hubieran convertido en revolucionarios. Hay una explicación más sencilla.
La Alemania de Guillermo II ofrecía a los reformistas oportunidades suficientes para conseguir sinecuras en los organismos parlamentarios, en las municipalidades, sindicatos y otros sitios. La defensa de la Alemania imperial era la defensa de una artesa bien repleta en la que la conservadora burocracia laborista enterraba el hocico. La socialdemocracia se mantiene patriota sólo en tanto el régimen político existente garantiza sus ganancias y privilegios. advierten nuestras tesis de hace seis años. Los mencheviques y narodnikis rusos, que fueron patriotas aun bajo el zar, cuando tenían su propia fracción en la Duma, sus propios periódicos, sus propios funcionarios sindicales y esperaban mayores adelantos en este camino, ahora que lo han perdido todo sostienen una política derrotista en relación con la URSS.
Por cor siguiente, la actual unanimidad de la Segunda Internacional se explica por el hecho de que todas sus serciones esperan que los aliados habrán de salvarles sus situaciones y rentas en la burocracia laborista de los países democráticos y restituirles situaciones y rentas en los países totalitarios. La socialdemocracia no va más allá de impotentes ensoñaciones de vigilia sobre el patronato de la burguesía democrática. Son inválidos políticos, completamente incapaces de lucha, ni siquiera cuando se juegan sus propios intereses.
Muy claramente se reveló eso en Escandinavia, que parecía ser el santuario más seguro de la Segunda Internacional y en donde los tres países habían sido gobernados durante un lapso de años por la sensata, realista, reformista y pacifista socialdemocracia. El socialismo era lo que aquellos caballeros llamaban la democracia conservadora monárquica, más la iglesia de estado, más reformas sociales mezquinas posibilitadas durante un tiempo gracias a limitados gastos militares. Sostenidos por la Liga de Naciones y protegido por el escudo de la neutralidad. los gobiernos escandinavos calcularon generaciones de evolución tranquila y pacífica. Pero los amos imperialistas no hicieron caso de sus cálculos. Se vieron obligados a escabullir los golpes del destino. Ante la invasión de Finlandia por la URSS, los tres gobiernos escandinavos se proclamaron neutrales en lo que concernía a Finlandia. Ante la invasión de Dinamarca y de Noruega por Alemania, Suecia se declaró neutral en lo que concernia a las dos víctimas de la agresión. Dinamarca se ingenió para declararse neutral aun respecto de sí misma. Noruega sola, bajo las bocas de fuego de su guardián británico, dibujó unos cuantos gestos simbólicos de defensa. Héroes plenamente capacitados para vivir a costas de la patria demócrata, pero poco inclinados a morir por ella. La guerra que no previeron, al pasar ha dispersado sus esperanzas de pacífica evolución bajo Su Majestad y Dios. El paraíso escandinavo, último refugio de las esperanzas de la Segunda Internacional, se ha transformado en un pequeño sector del infierno general imperialista.
Los oportunistas socialdemócratas sólo conocen una política: la de la pasiva adaptación. En las condiciones del capitalismo decadente nada les queda permitido, que no sea entregar posición tras posición. La mutilación de su programa, va miserable, el tebaiamiento de sus reivindicaciones, la completa renuncia a reivindicaciones, la continua retirada más y más profunda, hasta no encontrar otro refugio que algún agujero para ratas. Pero aun de allí, la mano implacable del imperialismo los saca por la cola. He ahí una breve historia de la Segunda Internacional. La actual guerra está matándola por segunda vez, y debemos esperar que ésta será la definitiva, La Tercera Internacional. La política de la degenerada Tercera Internacional mezcla de crudo oportunismo y de aventurismo desbocado eierce una influencia sobre la clase trabajadora que, es posible, todavía es más demoralizadora mue la política de su hermana mayor, la Segunda Internacional. El partido revolucionario edifica su política entera sobre la conciencia de clase de los trabajadores; la Komintern sólo se ocupa de contaminar y envenenar esa conciencia de clase.
Los propagandistas oficiales de cada bando beligerante exponen, a veces muy acertadamente, los crímenes del bando opuesto.
Goebbels dice muchas verdades sobre la violencia británica en la India. La prensa francesa e inglesa dice gran cantidad de cosas 326 327