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CLAVE Tribuna Marxista Tribuna Marxista CLAVE modo facilitar la formación de la sección soviética de la Cuarta Internacional. Los acontecimientos trabajarán en favor nuestro si somos capaces de ayudarlos!
La lucha colonial y la guerra.
Por el hecho de crear dificultades enormes y peligros para los centros metropolitanos imperialistas, la guerra abre vastas posibilidades ante los pueblos oprimidos. El estruendo de los cañones en Europa anuncia la hora de su liberación que se aproxima.
Si un programa de pacífica transformación social es utópico en los países capitalistas adelantados, el programa de liberación pacífica de las colonias es doblemente utópico. Por otra parte, los últimos países atrasados, libres a medias, han sido esclavizados ante nuestros ojos (Etiopía, Albania, China. Toda la actual guerra es una guerra por colonias. Unos las persiguen, otros la poseen y se rehusan a entregarlas. Ningún bando tiene la menor intención de libertarlas voluntariamente. Los centros metropolitanos decadentes se sienten empujados a extraer tanto como sea posible de las colonias y a darles en cambio tan poco como sea posible. Sólo la lucha revolucionaria directa y abierta de los pueblos esclavizados puede franquearles el camino de su emancipación.
En los países coloniales y semicoloniales la lucha por un estado nacional independiente, y por consiguiente la defensa de la patria. es difirente en principio que en los países imperialistas.
El proletariado revolucionario del mundo entero apoya incondicionalmente la lucha de China o de la India por su independencia nacional, ya que esa lucha al sacar al pueblo atrasado fuera del sistema asiático, particularismo y servidumbre extranjera, asesta poderosos golpes al imperialismo. La guerra y la Cuarta Internacional. Al mismo tiempo, la Cuarta Internacional sabe que esos tardios estados nacionales ya no pueden contar con un desarrollo democrático independiente, y abiertamente lo advierte así a las naciones atrasadas. La independencia de un estado atrasado, rodeado por el capitalismo decadente y enredado en las contradicciones imperialistas, inevitablemente será ficticia a medias, y su régimen político, bajo la influencia de contradicciones de clase internas y de presión externa, inevitablemente caerá en la dictadura en contra del pueblo: así es el régimen del partido del pueblo en Turquía, del Kuo Min Tang en China; mañana será semejante el régimen del Gandhi en la India. La lucha por la independencia nacional en las colonias es, desde el punto de vista del proletariado revolucionario, sólo una etapa transitoria en la ruta hacia la incorporación de los países atrasados en la revolución socialista internacional.
La Cuarta Internacional no establece distinciones abismales entre los países atrasados y los adelantados, entre la revolución democrática y la socialista. Los combina y subordina a la lucha mundial de los oprimidos en contra de los opresores. Así como la única fuerza revolucionaria genuina de nuestra época es el proletariado internacional, así el único verdadero programa para liquidar toda opresión, social y nacional, es el programa de la rem y volución permanente.
La gran lección de China. La trágica experiencia de China es una gran lección para los pueblos oprimidos. La revolución china de 1925 27 tenía todas las oportunidades de triunfar. Una China unificada y transformada habría constituído en aquella época una fortaleza poderosa de la libertad en el Extremo Oriente.
El destino entero del Asia y en cierto grado de todo el mundo podría haber sido diferente. Pero el Kremlin, falto de confianza en las masas chinas y buscando la amistad de los generales, se sirvió de toda su fuerza para subordinar al proletariado chino respecto de la burguesía y ayudó así a Chiang Kai Shek a aplastar la revolución china. Desilusionada, desunida y debilitada, China fué abandonada desguarnecida ante la invasión japonesa.
Como todo régimen condenado, la oligarquía stalinista es ya incapaz de aprovechar las lecciones de la historia. Al principio de la guerra chino japonesa, el Kremlin de nuevo colocó el Partido Comunista a las órdenes de Chiang Kai Shek, aplastando en germen la iniciativa revolucionaria del proletariado chino. Esta guerra, ahora próxima de su tercer aniversario, habría podido terminar hace mucho tiempo con una verdadera catástrofe para el Japón, si China la hubiera dirigido como una auténtica guerra del pueblo, basada en una revolución agraria, capaz de inflamar 320 321