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CLAVE Tribuna Marxista Tribuna Marxista CLAVE En cuanto a los pacifistas pequeñoburgueses como Norman Thomas y su cofradía, sólo son voces infantiles de coro en los clanes imperialistas.
Nuestra lucha en contra de la intervención de los Estados Unidos en la guerra no tiene nada común con el aislacionismo o el pacifismo. Nosotros abiertamente decimos a los trabajadores que el gobierno imperialista no podrá dejar de arrojar el país a la guerra. La disputa en el interior de la clase dominante versa sólo sobre la cuestión de cuando entrar a la guerra y en contra de quién abrir primero el fuego. Contar con poder mante ner neutrales a los Estados Unidos por medio de artículos periodísticos y de resoluciones pacifistas sería tanto como tratar de detener la marea con una escoba. La verdadera lucha en contra de la guerra significa la lucha clasista contra el imperialismo y una denuncia sin cuartel del pacifismo pequeño burgués.
Sólo la revolución podría impedir que interviniera la burguesía norteamericana en la segunda guerra imperialista o en el comienzo de la tercera. Cualquier otro método es o charlatanismo o estupidez, o una combinación de ambos.
La defensa de la patria. Hace casi cien años, cuando el estado nacional todavía representaba un factor relativamente progresista, el Manfiesto Comunista proclamó que los proletarios no tienen patria. La única finalidad de ellos es la creación de la patria de los trabajadores, que ha de abrazar el mundo entero. Hacia fines del siglo XIX, el estado burgués, con sus ejércitos y sus rallas aduaneras se convirtió en el peor freno para el desarrollo de las fuerzas productivas, que exige un escenario mucho anás amplio. Un socialista que sale hoy a la defensa de la patria juega el mismo papel reaccionario que desempeñaron los campesinos vandeanos al arrojarse a la defensa del régimen feudal, esto es, de sus propias cadenas.
En los recientes años, y aun meses, el mundo ha observado con asombro cuán fácilmente desaparecen los estados del mapa de Europa: Austria, Checoeslovaquia, Albania, Polonia, Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica. En ninguna época ha sido redibujado con semejante celeridad el mapa político, excepto en la época de las guerras napoleónicas. En aquella época, se trataba de estados feudales sobrevividos, que tenían que dejar el sitio ante el estado nacional burgués. Hoy se trata de estados burgueses sobrevividos que deben dejar el sitio ante la federación socialista de los pueblos. La cadena, como siempre, se rompe por el eslabón más débil. La lucha de los bandidos imperialistas deja tan poco sitio a los pequeños estados independientes, como deja la feroz competencia de truts y cartels a los pequeños manufacturados y comerciantes independientes.
Por su posición estratégica, Alemania considera más ventajoso atacar a sus enemigos principales a través de los pequeños países neutrales. La Gran Bretaña y Francia, por el contrario, juzgan más ventajoso cubrirse con la neutralidad de los pequeños estados y dejar que Alemania los empuje con sus golpes hacia el bando de los democráticos aliados. El fondo de la cuestión no se altera por esa diferencia de métodos estratégicos. Entre las ruedas triturantes de los grandes países imperialistas, los pequeños satélites se ven reducidos a polvo. La defensa de las enormes patrias reclama la destrucción de una docena de las pequeñas y medianas.
Pero aun respecto de los grandes estados, lo que está en juego para la burguesía no es una cuestión de defensa de la patria, sino más bien de los mercados, las concesiones en el exterior, las fuentes de materias primas y las esferas de influencia. La burguesía nunca defiende a la patria por la salud de la patria. Defiende la propiedad privada, los privilegios, las ganancias. En cualquier momento en que esos valores sagrados se ven amenazados, la burguesía inmediatamente se encamina por la ruta del derrotismo. Fué ésta la trayectoria de la burguesía rusa, cuyos hijos, después de la revolución de octubre, lucharon y una vez más están dispuestos a luchar dentro de cualquier ejército del mundo en contra de su antigua patria. Con el objeto de salvar sus capitales, la burguesía española buscó a Mussolini y Hitler para conseguir ayuda militar en contra de su propio pueblo. La burguesía noruega ayudó a la invasión de Noruega por Hitler. Así ha sido siempre y así será siempre.
El patriotismo oficial es una máscara de los intereses explotadores. Los trabajadores conscientes de su clase arrojan con desprecio esa máscara. No defenderán ellos a la patria burguesa, sino los intereses de los trabajadores y de los oprimidos de su propio país y del mundo entero. Las tesis de la Cuarta Internacinal afirman: En contra de la consigna reaccionaria de la de306 307