BourgeoisieCapitalismIV InternationalMarxism

CLAVE Tribuna Marxista Tribuna Marxista CLAVE 93 económica norteamericana, sino por el contrario, dará a la crisis de su sistema social un carácter especialmente maligno y convulsivo. Miles de millones en oro sin poderse utilizar, y así millones de cesantes! En las tesis de la Cuarta Internacional La guerra y la Cuarta Internacional publicadas hace seis años, se predijo: El capitalismo en los Estados Unidos está rodando de cabeza hacia los problemas que impelieron a Alemania en 1914 sobre el camino de la guerra. Para Alemania, se trataba de eorganizar a Europa. Para los Estados Unidos, se tratará de organizar el mundo. La historia lleva a la humanidad directamente hacia la volcánica erupción del imperialismo norteamericano.
La política del New Deal y del Good Neighbor fueron los últimos intentos de posponer el clímax, por medio de un mejoramiento de la crisis social a base de concesiones y convenios.
Después de la bancarrota de esa política, que se tragó decenas de miles de millones, no quedó más al imperialismo norteamericano que volver al método del puño de hierro. Bajo uno u otró pretexto o consigna, los Estados Unidos habrán de intervenir en el choque tremendo, a fin de mantener su dominación mundial.
La orden y momento de la lucha entre el capitalismo norteamericano y sus enemigos, todavía no son conocidos, tal vez ni siquiera por Washington. La guerra con el Japón sería una lucha por espacio vital en el Pacífico. La guerra en el Atlántico, aunque estuviera dirigida en lo inmediato en contra de Alemania, sería una lucha por la herencia de la Gran Bretaña.
La posible victoria de Alemania sobre los aliados gravita como una pesadilla sobre la Casa Blanca. Teniendo a su disposición, como base, los países del continente europeo y sus colonias, así como todas las fábricas europeas de municiones y los astilleros, Alemania especialmente en combinación con el Japón en oriente constituiría un peligro mortal para el imperialismo norteamericano. Las actuales batallas titánicas en los campos de Europa, en ese sentido, son episodios preparatorios de la lucha entre Alemania y Norteamérica. Francia e Inglaterra sólo son posiciones fortificadas del capitalismo norteamericano, más allá del Atlántico. Si las fronteras de Inglaterra están en el Rhin como lo dijo uno de los ministros británicos, entonces las fronteras de los Estados Unidos están en el Tramite. En su febril preparación de la opinión pública para la guerra que se avecina, Washington no escatima su noble indignación por el destino de Finlandia, Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica. Con la ocupación de Dinamarca, la cuestión de Groenlandia revela a ésta, de modo insospechado, como una parte geológicamente del hemisferio occidental, que contiene por una feliz casualidad depósitos de criolita, indispensable para la producción de aluminio. Tampoco olvida Washington una mirada para la esclavizada China, las desamparadas Filipinas, las huérfanas Indias Neerlandesas y las rutas oceánicas. Semejantes simpatías filantrópicas para las naciones oprimidas y aun consideraciones geológicas son las que están llevando a los Estados Unidos hacia la guerra.
Las fuerzas armadas norteamericanas, sin embargo, sólo podrían intervenir ventajosamente en la medida en que Francia y las islas británicas se mantuvieran como sólidas bases de apoyo.
Si Francia fuese ocupada, y aparecieran en el Támesis las tropas alemanas, la relación de fuerzas cambiaría totalmente, en desventaja para los Estados Unidos. La Casa Blanca, por virtud de esas consideraciones, tiene que acelerar todo su ritmo; pero del mismo modo, tiene que sopesar esta interrogación. No ha sido desaprovechado ya el momento oportuno?
En contra de la posición oficial de la Casa Blanca se han desencadenado las ruidosas protestas del aislacionismo norteamericano, que no es más que otra variedad del mismo imperialismo. El sector de capitalistas cuyos intereses están situados de modo primordial en el continente americano, Australia y el Extremo Oriente, calculan que en caso de derrota de los aliados, automáticamente ganarían los Estados Unidos el monopolio, para su propio beneficio, no sólo de América Latina, sino también del Canada, Australia y Nueva Zelandia. En cuanto a China, las Indias Neerlandesas y el Oriente en general, la convicción de toda la clase dominante de los Estados Unidos es la de que la guerra con el Japón, en cualquier caso, es inevitable en un futuro cercano. Bajo máscara de aislacionismo y de pacifismo, un sector influyente de la burguesía elabora un programa de expansión continental norteamericana y se prepara para la lucha con el Japón. La guerra contra Alemania por la dominación del mundo, de acuerdo con ese plan, sólo sería diferida.
304 305