HitlerMarxismURSS

CLAVE Tribuna Marxista Tribuna Marxista CLAVE mo en 1914, corresponde naturalmente al imperialismo Alemán.
Cogido desprevenido, el gobierno británico trató primero de conprar su derecho a no pelear, mediante concesiones a costillas de otros (Austria, Checoeslovaquia. Pero semejante política fué de corta duración. La amistadº con la Gran Bretaña fué sólo una breve fase táctica de Hitler. Londres ya había concedido a Hitler más de lo que éste había calculado ganar. El convenio de Munich, por medio del cual esperaba Chamberlain sellar un largo período de amistad con Alemania, condujo, por el contrario, a un apresuramiento de la ruptura. Nada más podía esperar Hitler de Londres: la subsecuente expansión alemana tenía que afectar a las líneas vitales de la Gran Bretaña misma.
Así, la nueva era de paz proclamada por Chamberlain en octubre de 1938, llevó en unos cuantos meses a la más terrible de todas las guerras.
EL PAPEL DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO por murallas aduaneras significó la admisión abierta de la deI rota de la industria británica en el mercado mundial. Su renuncia a la política del espléndido aislamiento trajo en su despertar la introducción del servicio militar obligatorio. Así, todas las tradiciones sagradas fueron arrojadas por la borda.
Una falta cernejante de correspondencia entre su peso económico y su posición mundial es característica también de Francia, pero en una escala menor. Su hegemonía europea se asentaba en una coyuntura temporal de circunstancias, creada por el aniquilamiento de Alemania y por las combinaciones artificiales del tratado de Versalles. La magnitud de su población y los cimientos económicos que soportaban esa hegemonía eran demasiado inadecuados. Cuando se desvaneció la hipnosis de la victoria, surgió a la superficie la verdadera relación de fuerzas.
Francia resultó ser mucho más débil de lo que había parecido, no sólo a sus amigos, sino también a sus enemigos. Tratando de ocultarlo, se convirtió, en esencia, en el más reciente dominio británico.
La regener. ción de Alemania, a base de su técnica de primera clase y de sus facultades de organización era inevitable.
Vino antes de lo que se había considerado posible, en gran parte, gracias al apoyo inglés a Alemania en contra de la URSS, en contra de las pretensiones exageradas de Francia y, más lejanamente, en contra de los Estados Unidos. Semejantes combinaciones internacionales resultaron un acierto para la Inglaterra capitalista más de una vez en lo pasado, mientras ella fué la potencia más fuerte. En su senectud, resultó incapaz de manejar los espíritus que ella misma había evocado.
Armada con una técnica más moderna, de mayor flexibidad, y de mayor capacidad productora, Alemania comenzó una vez más a arrojar a Inglaterra fuera de muy importantes mercados, principalmente de la Europa sudoriental y de América Latina. En contraste con el siglo XIX, cuando la competencia entre los países capitalistas se desarrollaba en un mercado mundial en expansión, la arena de la lucha económica ahora se ha restringido a uin punto en que nada queda abierto a los imperialistas, como no sean girones desgarrados del mercado mundial, que pasan de unos a otros.
La iniciativa para el nuevo reparto del mundo, esta vez coMientras la Gran Bretaña se ha empeñado en todos los esfuerzos, desde los primeros meses de la guerra, por apoderarse de las posiciones vacantes de la bloqueada Alemania en el mercado mundial, los Estados Unidos han estado echando fuera a la Gran Bretaña, casi automáticamente. Dos tercios del oro mundial están concentrados en las cajas norteamericanas. El tercio restante está en camino del mismo sitio. El papel de Inglaterra como banquera del mundo pertenece al pasado. Lo que resta de otras materias no anda mejor. Mientras la marina mercante y guerrera de Inglaterra sufre grandes pérdidas, los astilleros de Estados Unidos construyen barcos en una escala colosal, lo que habrá de asegurar el predominio de la flota norteamericana sobre la flota británica y la japonesa. Los Estados Unidos se preparan ostensiblemente para adoptar el two power standard (una marina más fuerte que las flotas combinadas de las dos potencias próximas más fuertes. El nuevo programa para la flota aérea se propone garantizar la superioridad de los Estados Unidos sobre todo el resto del mundo.
Sin embargo, la fuerza industrial, financiera y militar de los Estados Unidos, primera potencia capitalista del mundo, no habrá de asegurar de ningún modo el florecimiento de la vida 302 303