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CLAVE Tribuna Marxista CLAVE Tribuna Marxista gebra de la revolución. En realidad, es mucho más que eso y su valor se extiende a todo conocimiento humano, de la sociedad o de la naturaleza. Pero cuando menos es eso. Todo el socialismo científico la exige. Si Marx no hubiera encontrado en Hegel las formas esenciales de la dialéctica, las habría producido, más o menos completamente, lo mismo que el movimiento obrero, de no haber vivido un Karl Marx, habría secretado un socialismo científico idéntico al marxismo en cuanto al fondo, pero sin duda muy inferior en cuanto a la forma. Tratar de disociar ahora la dialéctica del marxismo es una tarea tan reaccionaria como la de querer depurar el movimiento obrero del marxismo. En esa doble empresa, los críticos se romperán los dientes y sólo conseguirán juzgarse a sí mismos. Gerland.
El físico Henri Poincaré observaba ya de la guerra, que no se puede en ella hacer experiencias. Esto es todavía más cierto tratándose de la política del proletariado. Así como la medicina se apoya en la fisiología, la política marxista descansa sobre la sociología. Esta última, desgraciadamente, no tiene laboratorios a su disposición. El partido marxista sólo puede hacer experiencias en una medida extremadamente restringida: ensayar tal consigna parcial en una fábrica, en una ciudad, antes de lanzarla en escala nacional. En las cuestiones decisivas no tiene derecho de entregarse a la experimentación. Por eso la observación tiene para él un valor singularmente alto. Los marxistas estudian escrupulosamente lo pasado, ante todo, las tradiciones de su clase y de sus luchas.
De ahí viene la acusación de conservatismo, a menudo repetida por los renovadores de un día, en contra de la doc.
trina del socialismo científico. Centenas y millares de cenáculos artísticos, literarios, filosóficos, a veces políticos, florecen sin cesar entre la intelligentzia pequeño burguesa. Al vuelo cogen tal o cual idea, de la que forjan una teoría y viven de ella algunos años o algunos meses. Nada de común tienen los marxistas con esos aventureros del pensamiento.
Los comunistas se encuentran en el ápice de toda una clase histórica, el proletariado. Conocen el valor de una tradición costosamente pagada.
Por lo que hace a la dialéctica, esa tradición habla con voz singularmente fuerte y clara. En la medida en que ellos han dado una expresión teórica a su caída (no se puede, claro está, hablar así de los Millerand o de los Briand) la casi totalidad de los tránsfugas de la revolución han preludiado. su renegación de los fundamentos sociales, económicos y políticos del socialismo, desechando la dialéctica. principios de este siglo, el socialdemócrata alemán Bernstein publicó un libro en contra del marxismo, que se puede considerar como la expresión clásica del reformismo. Ahora bien, el capítulo mismo en que el autor intenta aniquilar la dialéctica como mística y anticientífica, se termina con la afirmación de que la política de Marx no era más que blanquismo. He ahí lecciones que ningún comunista puede olvidar.
El revolucionario ruso Hertzen llamaba la dialéctica álInc 210. 211