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CLAVE Tribuna Marxista Tribuna Marxista CLAVE dominio. La época burguesa constituye la más clara ilustración de este hecho. Ahora bien, un método es un instrumento para llegar a la verdad, y ahí, en donde los frenos sociales eran más resistentes, fué necesario un método más potente que el relativismo de las ciencias naturales. La dialéctica coincide con el papel revolucionario del marxismo: el objeto ha impuesto su método y, al mismo tiempo, no ha podido realizarse más que por éste.
El más auténtico producto hasta hoy del método dialéctico, conscientemente aplicado, es el Capital. Los grandes temas de la lógica hegeliana han sido transpuestos a él directamente: el modo mismo de exposición, con su movimiento de lo abstracto a lo concreto, el desenvolvimiento de las categorías, la oposición de la realidad profunda a la existencia inmediata, la noción de totalidad concreta, etc. He ahí otras tantas ideas igualmente extrañas al racionalismo cartesiano y al empirismo anglosajón. quienes reclaman con grandes gritos un manual de dialéctica, con osadía podemos responder: Tomad el Capital de Karl Marx.
El libro, sin embargo, no es sólo un tratado de 16gica, sino que revela el movimiento de una realidad singularmente difícil de penetrar, la sociedad capitalista moderna, y ello con una asombrosa verdad. Aquí el método se juzga a sí mismo, por sus frutos. Ha sido preciso esperar la llegada de críticos anglosajones de la dialéctica, para escuchar esta sorprendente exigencia: que enuncien los marxistas qué prueba, qué experiencia (test) instituir para verificar la dialéctica. Es to sólo es una forma moderna para la acusación de metafísica. éstos también es preciso responder: Tomad el Capital. Si se puede hablar de experiencia en un dominio semejante, es esa una experiencia crucial. Podrían los críti.
cos citar un solo libro no diré yo solamente en sociología: el desafío no supone un gran riesgo, sino en cualquier otra ciencia. que haya conservado desde hace setenta y cinco años la misma actualidad y la misma verdad del Capital. No tendrá nada que ver el método. Sería reconocer un extraño poder a la mística y a la metafísica el creerlas capaces de semejantes proezas.
La primera interrogación que formular a quienes denie.
gan el carácter científico de la dialéctica, es preguntarles qué es lo que entienden por método científico. Generalmente olvi.
dan precisar este detalle. Lo que los manuales repiten a este respecto, son más bien reglas éticas que principios metodológicos. Los mismos sabios sólo comienzan a disertar sobre sus métodos cuando quieren disminuir el valor de la ciencia, mostrando su relatividad: es el movimiento que podemos observar desde hace unos cuarenta años. Si se examina el trabajo mismo de los sabios, se puede decir que está forjado por una mezcla de sentido común, es decir, de lógica formal cambiada en calderilla, y de dialéctica fragmentaria e inconsciente.
La práctica de la dialéctica comienza precisamente en donde el pensamiento progresa verdaderamente y se impone cada vez más cuando el espíritu sobrepasa el dato inmediato. Las grandes teorías unificadoras para ofrecer un solo ejemplo: la teoría electromagnética de la luz, son hermosos trabajos de dialéctica. Pero hay un trecho entre el acto de comer y la formulación de las leyes de la digestión. Como epígrafe de toda la obra de Marx podría escribirse: Más conciencia. La dialéctica se coloca precisamente en este movimiento. Enuncia y tiende a sistematizar los modos de pensar que sigue la inteligencia, en los diversos grados, desde que comienza a ejercitar sus derechos, es decir, a trascender lo que se presenta inmediatamente a ella, y cuando la inteligencia no da vueltas sobre sí misma (como en la lógica formal) sino que avanza.
Una realidad particularmente resistente, el desarrollo de la sociedad, ha requerido del empleo consciente de los más poderosos procedimientos del pensamiento: precisamente la aparición de la dialéctica materialista. Así, la sociología ha alcanzado inmediatamente, bajo pena de no existir, el método hasta hoy más perfeccionado de la inteligencia humana y, en este sentido, muestra ella el camino a las otras ciencias. Es preciso añadir que éstas, haciendo uso consciente de la dialéctica, habrán de precisarla y enriquecerla. Llevada por toda la corriente del conocimiento humano, la dialéctica se superará a sí misma. Pero esa es, ya lo hemos visto, tarea de otra época. 208 209