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CLAVE Tribuna Marxista Tribuna Marxista CLAVE a la Sociedad de Naciones la guarida de ladrones de Ginebra. como la llamaba Lenin. al pacto con Francia y, finalmente, al pacto con Hitler, verdugo sanguinario del movimiento obrero alemán.
Por primera vez en la historia de su política exterior, el pacto con Hitler, precisamente porque el capitalismo se tambalea al borde de una guerra desastrosa, permitió a Stalin, a expensas de la revolución mundial y por consiguiente a costa de la defensa básica de la Unión Soviética, conseguir algunos triunfos circunstanciales de naturaleza diplomática y militar. Mientras Hitler no se sienta capaz de continuar su marcha hacia el este, Stalin se sentirá relativamente tranquilo.
Al mismo tiempo, su pacto con Hitler ha aproximado sensiblemente más la hora de mortal peligro para la Unión Sovié.
tica y consecuentemente para el régimen stalinista que descansa sobre ella. Este peligro es tan efectivo que ni Stalin mismo puede ya continuar con las manos sobre los ojos. Tiene que protegerse a sí mismo. Como siempre, Stalin adopta el camino burocrático. Durante el momento de resuello que le dió el pacto con Hitler, obligó a Estonia, Latvia y Lituania a concederle bases militares; movilizó en contra de Finlandia con igual propósito, ya que ésta, especialmente en relación con las islas Aaland entre el Golfo de Botnia y el de Finlandia constituye la clave estratégica de la defensa de Leningrado en contra de una invasión del adversario del oeste.
La sangrienta matanza de la segunda guerra mundial, el zumbido homicida de las enormes flotas aéreas, el suelo que se estremece bajo el peso de tanques monstruosos, todo el horror, la destrucción y desolación de la guerra recordó a Stalin. que habría valido más cerrar el portón principal.
En un principio, Stalin no se hallaba inclinado a invadir a Finlandia. Lo que pretendía era concertar una arreglo con la burguesía finlandesa. Esto se deduce claramente del convenio que concluyó con la burguesía de los tres estádos bálticos, de su primera proposición a la burguesía finlandesa, de su actitud entera en relación con Finlandia, que dice a gritos, para que todo el mundo lo oiga. Aliados, burguesía finlandesa y hasta el mismo Hitler: Yo no quiero propagar la nacionalización de la propiedad: si ésta fuera demasiado lejos, acabaría por destruirme. Lo único que deseo es protegerme en contra Hitler. Stalin no es el político de las guerras y de la revolución; es solamente un mercader sin escrúpulos; lo único que le preocupa es preservar su situación, sus privilegios y su poder. Un buen convenio con Finlandia le parecía mucho más substancial y mucho menos peligroso que los azarosos riesgos de la más pequeña guerra.
Pero, como lo afirma el reaccionario Army and Navy Journal de Washington órgano semioficial de las fuerzas militares profesionales yanquis en su número de de diciembre último, la testaruda burguesía de ese país se negó a tratar. Que esa testarudez se debió al aliento de los ingleses y norteamericanos, como insiste Moscú, es indudable.
Los Aliados, lo mismo que Hitler, están muy interesados en inodar más profundamnte a la Unión Soviética en la guerra, a desacreditándola y sentando las bases de la futura intervención. Sin embargo, Stalin demostró que su necesidad era grande y premiosa. Reunió a sus tropas en masa, en la frontera. La burguesía finlandesa insistió en su negativa a hacer concesiones. Comprendiendo que ensartado en esta situación, tendría que continuar hasta el fin jaunque estallara la guerra civil. si la ceryiz de la burguesía finlandesa resultaba demasiado dúctil a la presión aliada, estableció un Gobierno del Pueblo en Terijoki y movilizó tropas a lo largo de la frontera oriental de Finlandia. En opinión del Army and Na.
vv Journal, que tiene fuentes especiales de información en Washington, nadie dudó de que lo habría decartado (el gobierno de Kuusinen) prontamente, y habría tratado con el gobierno de Helsinki, de preferencia a una larga guerra. Fué esta convicción la que motivó la resolución del Presidente (de los de no retirar a nuestro embajador de Moscú.
Que Hitler se complajo muchísimo con la entrada de Stalin en guerra contra Finlandia, lo mostró claramente cuando la invasión, la prensa de Berlín, que congratulaba a Stalin. La entrada de éste en guerra reforzó al frente oriental de Finlandia, le dió mayor fuerza para tratar con los Aliados, ligó más estrechamente a Stalin al pacto, abrió más ampliamente las puertas para utilizar los recursos de la nuevos e importantes tratados comerciales acaban precisamente de 186. 187