CapitalismMarxismStalinWorking Class

CLAVE Tribuna Marxista.
Tribuna Marxista CLAVE rantes, calculando que el tiempo trabaja contra él, tomaría, sin más tardar la iniciativa de la guerra total.
Pero en uno como en otro caso, que la guerra total estalle más pronto o más tarde, desde ahora es posible entrever un cierto número de perspectivas: Los Estados Unidos y Rusia harán sin duda prolongarse la guerra, entregando, los primeros a Inglaterra y Francia, la segunda a Alemania, provisiones en cantidades bastante importantes para preservar a uno y otro campo de la derrota; pero no lo bastante importantes para asegurarles una victoria decisiva. Actuando así los dos proveedores embolsarán apreciables beneficios y aumentarán su potencia en la medida misma en que se debilitará la de sus clientes. Nadie puede decir hoy si mantendrán hasta el fin la neutralidad o si acabarán por entrar en guerra ellos mismos. El terror pánico que experimenta Stalin a la idea de ser implicado en el conflicto, la resistencia cada vez más fuerte de la opinión pública americana a toda intervención militar en Europa excluyen, sin duda por muchos meses, esta última eventualidad.
Roosevelt y Stalin no podrían ser inducidos a cambiar de actitud más que si el equilibrio de las fuerzas fuera roto bruscamente en favor de uno de los campos beligerantes. aun no podría afirmarse en tal caso al lado de quién intervendría Stalin.
Pero desde ahora puede preverse que los Estados Unidos y la jugarán un papel decisivo en la evolución del conflicto y que salvo intervención del proletariado revolucionario internacional, ellos dictarán un día la paz a Europa.
Ellos serán los vencedores de esta guerra.
II. Todos los beligerantes saldrán de la tormenta vencidos y agotados. El periódico Le Temps del 31 de octubre escribía: Ya no se trata, como antaño, de algunas centenas de millones de gastos sino de centenares de miles de millones en el curso de un año de hostilidades. Hace algunas semanas, el Reino Unido aprobaba un esfuerzo financiero de trescientos treinta mil millones de francos para un año de guerra.
En Francia, los gastos deben ser del mismo orden. Abel Gardey, ponente de la comisión de finanzas del senado, ha señalado el carácter apenas concebible de estas cifras. Trescientos mil millones; más que la renta anual oficial de Francia, de una Francia que, en tiempos de guerra, no produce ya nuevas riquezas, mientras que la destrucción amenaza aniquilar una parte de su capital. No solamente las masas serán espantosamente estrujadas, las clases medias definitivamente suprimidas, sino que el sistema capitalista, el capitalismo mismo va, a la bancarrota. Los gobernantes de Londres y de París fingen contar con los Estados Unidos para financiar su guerra, pero omiten precisar que Inglaterra debe aún a los Estados Unidos cinco mil millones y medio de dólares y Francia cuatro mil millones de las antiguas deudas de guerra. los Estados Unidos seguirán tomando la precaución de hacerse pagar cash and carry. y los recursos franco ingleses se agotarán rápidamente, o Inglaterra y Francia (ésta, colonia inglesa a partir de ahora) quedarán hipotecadas hasta el punto de convertirse en colonias americanas.
La bancarrota del capitalismo europeo no será progresiva más que si otro régimen es capaz de sucederle, sin lo cual sólo abrirá un largo período de regresión, de miseria, servidumbre y barbarie.
III. Pero no todo está perdido, porque la tormenta en que entramos lleva en sí enormes virtualidades revolucionarias. Nuestros adversarios de clase se dan cuenta mejor que nosotros mismos, por el momento. Así, el coronel Farry escribía en Le Matin del 15 de octubre: No le es posible a un pueblo entrar en la guerra sin absorber de viva fuerza un gramo de fermento de revolución. Pero esta vez, nosotros hemos absorbido una dosis masiva. La resistencia sorda de los pueblos a la guerra permite desde ahora las mayores esperanzas. En Francia, en Inglaterra, en Alemania, en Bohemia, en todo el Imperio Británico, en las colonias francesas, por todas partes, los pueblos oponen a la guerra una fuerza de inercia que es ya, y será cada día más, una resistencia activa. Las privaciones infligidas a las masas, la superexplotación de que son víctimas, son otros tantos aguijones que les empujarán a la lucha.
Pese a la dictadura militar por la que se mantienen, el régimen Hitleriano, como el régimen bonapartista de Daladier, son incomparablemente mas frágiles que la Alemania imperial y la 98 99