CommunismLeninMarxismStalinStalinismTrotsky

CLAVE Tribuna Marxista Tribuna Marxista CLAVE rán la revelación de los demás secretos. Caín Djugachvili se encontrará ante la opinión pública mundial y frente a la historia, tal como lo han creado la naturaleza y la reacción termidoriana.
Su nombre se transformará en un calificativo para los límites extremos de la bajeza humana.
Krupskaia ha Muerto 1 Por LEON TROTSKY Krupskaia no fué solamente la esposa de Lenin. no lo fué, bien entendido, por un azar. fué también un ser personalmente dotado de grandes cualidades: su consagración a la causa, su energía, la pureza de su naturaleza. Era indiscutiblemente una persona de gran inteligencia. Pero nada de extraño hay en que junto a Lenin su sentido político no haya alcanzado un desarrollo independiente. Estaba demasiado a menudo convencida que Lenin tenía razón y se había acostumbrado a otorgar entera confianza a su gran compañero y guía. Después de la muerte de Lenin la vida de Krupskaia se tornó extremadamente trágica: le tocaba pagar, puede decirse, la parte de felicidad que había alcanzado. La enfermedad y la muerte de Lenin, lo cual tampoco fué por un azar, coincidieron con la crisis de la revolución, con el comienzo de Thermidor. Krupskaia se encontró desorientada. Su sentido revolucionario luchó con el espíritu de disciplina. Intentó oponerse a la pandilla stalinista y, en 1926, durante algún tiempo estuvo en las filas de la oposición. Sobrecogida de temor ante la escisión, retrocedió. Habiendo perdido la confianza en ella misma no supo encontrar salida y la pandilla dirigente hizo todo lo posible por aniquilarla moralmente.
Exteriormente, es verdad, se la rendían demostraciones de estimación, más exactamente de semi respeto. Pero en el interior del partido se la desacreditaba sistemáticamente, se la rebajaba ennegreciéndola, en las filas de la juventud comunista se propalaban los más absurdos y groseros rumores sobre ella. Stalin vivía siempre con el miedo a una protesta de su parte. Krupskaia sabía demasiado. Conocía la historia del partido. Sabía que lugar había ocupado Stalin en dicha historia. Toda la historiografía moderna, que coloca a Stalin al mismo nivel de Lenin, no podía dejar de parecerle repugnante y ultrajante. Sta. 18 lin temía a Krupskaia así como temió a Gorki. La rodeaba a Krupskaia con su anillo. Los viejos amigos habían desaparecido, uno trás otro; aquéllos que habían tardado en morir fueron asesinados franca o secretamente. Cada uno de sus pasos era controlado. Sus artículos no eran publicados sino después de largas, dolorosas y humillates discusiones entre la censura y la autora. Se exigían de ellas las correcciones necesarias para la glorificación de Stalin o para la rehabilitación de la Parece, claramente que las más innobles de estas modificaciones fueron hechas contra la voluntad de Krupskaia y aún igncrándolo ella. Qué podía hacer la pobre mujer aniquilada?
Totalmente aislada, con una pesada piedra sobre su corazón, demasiado indecisa para actuar, luchando con la enfermedad, llevaba una vida abrumadora.
Parece que Stalin ha perdido un poco el gusto de escenifi.
car procesos sensacionales, los cuales no han hecho sino presentarle ante el mundo entero como el personaje más fangoso, más criminal y más repugnante. pesar de todo, no queda excluida la posibilidad de que sobrevenga algún nuevo proceso, en el que nuevos acusados relatarán como los médicos del Kremlin, bajo la dirección de Yagoda y de Beria, tomaron una serie de medidas para acelerar la muerte de Krupskaia. Pero, con la intervención de los médicos o sin ella, el régimen que Stalin le había creado indudablemente ha acortado su vida.
Lejos de nosotros el pensamiento de acusar a Nadedja Konstantinovna por no haber encontrado en sí misma la fuerza de decisión suficiente para romper con la burocracia bonapartista.
Espíritus políticos más independientes han vacilado, han ensayado jugar a las escondidas con la historia y han perecido. Krupskaia tenía en el más alto grado el sentido de la responsabilidad.
Tenía un valor personal suficientemente grande, pero le faltaba valor en el pensamiento. La acompañamos a su tumba con una profunda aflicción, como a la fiel compañera de Lenin, como a una revolucionaria irreprochable y como a una de las más trágicas figuras de la historia contemporánea.
Coyoacán, de Marzo de 1939. 19.