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Tribuna Marxista CLAVE CLAVE Tribuna Marxista.
burocrática. En toda complicación, guías biblográficas y aún en libros de escuela, recientemente editados, el Centro revolucionario tiene un lugar prominente, con Stalin a su cabeza. Además, nadie ha tratado, aún cuando sólo sea por pudor, de explicar cuándo y cómo este Centro estableció su sede, a quien dió órdenes y cuáles eran, y si fueron levantadas actas, donde se encuentran. Aquí tenemos todas las características de los procesos de Moscú.
Con la docilidad que lo distingue, el llamado arte soviético, ha hecho de este mito burocrático uno de sus temas favo ritos de creación artística. Sverdlov, Djerjinsky, Uritsky y Bubnov son representados en óleos o temples, sentados o de pie, al rededor de Stalin y escuchando sus palabras con una atención enajenada. El edificio donde el Centro tiene su cuartel general aparece intencionalmente descrito en forma vaga, con objeto de evitar la cuestión embarazosa de la ubicación. Qué se puede esperar o exigir de artistas que están obligados a seguir con sus pinceles las crudas líneas de lo que ellos mismos saben que es una falsificación histórica?
El estilo de la pintura soviética oficial de hoy día es llamado realismo socialista. El nombre mismo ha sido inventado evidentemente por algún alto funcionario del departamento de bellas artes. Este realismo consiste en la imitación de daguerrotipos provincianos del tercer cuarto del siglo pasado; el carácter socialista consiste aparentemente. en representar la manera de la fotografía amanerada, acontecimientos que nun ca se realizaron. Es imposible leer el verso o la prosa soviéticos.
sin asco físico mezclado con horror, o ver las reproducciones de pinturas o esculturas en las que funcionarios armados con plumas. pinceles y tijeras. bajo la supervisión de funcionarios armados con mauser, glorifican a los grandes y geniales líderes, ayunos realmente de una mínima chispa de genialidad o crandeza. El arte del periodo stalinista quedará como la más franca expresión del profundo descenso de la revolución proletaria.
Este estado de cosas no se limita, sin embargo, a las fron: teras de la URSS. Bajo la máscara de un tardío reconorimiento de la revolución de Octubre, el ala izquierda de la intelligentsia occidental ha caído de rodillas ante la burocracia soviética. Por lo general, los artistas con algún carácter y talento se han man tenido alejados. Pero lo peor es la aparición en las primeras 38 filas, de los fracasados, los carreristas, y los don nadie. Ha apa recido una epidemia de centros y comités de toda clase, de se cretarios de uno u otro sexo, inevitables cartas de Romain Rolland, ediciones subvencionadas, banquetes y congresos, en los cuales es difícil trazar la línea de demarcación entre el arte y la GPU. despecho del amplio derroche de actividad, este movimiento militarizado no ha producido un solo trabajo que sea capaz de sobrevivir a sus autores o sus inspiradores del Kremlin.
En el campo de la pintura, la revolución de Octubre ha en contrado su más grande intérprete, no en la URSS, sino en el lejano México; no entre los amigos oficiales sino en la persona de un declarado enemigo del pueblo. que la Cuarta Internacio ral está orgullosa de contar entre sus miembros. Educado en las culturas artísticas de todos los pueblos, de todas las épocas, Die go Rivera ha permanecido mexicano en las más profundas fibras de su genio. Pero lo que lo inspiró en sus magníficos frescos, lo que lo elevó por encima de la tradición artística, en cierto sen tido, sobre el arte contemporáneo, sobre sí mismo, jes el poderoso soplo de la revolución proletaria. Sin Octubre, su poder de pe retración creadora en la épica del trabajo, opresión e insurrec ción, nunca habría alcanzado tal extensión y profundidad. Descáis contemplar con vuestros propios ojos, los móviles ocultos de la revolución social? Ved los frescos de Rivera. Deseáis saber lo que es el arte revolucionario? Ved los frescos de Rivera.
Acercaos un poco más y veréis con toda claridad man chas y raspaduras hechas por los vándalos: católicos y otros reac cionarios, incluyendo por supuesto, a los stalinistas. Estos raspo nes y manchas dan mayor vida todavía a los frescos. Tenéis an te vosotros, no simplemente una pintura. un objeto de con templación estética pasiva, sino una parte viviente de la lucha de clases. al mismo tiempo, una obra maestra!
Sólo la juventud histórica de un país que no ha sido aún del estado de lucha por su independencia nacional, ha permitido al pincel revolucionario de Rivera emplearse en los muros de los edificios públicos de México. En los Estados Unidos, fué más difícil. Así como los monjes en la Edad Media, por ignorancia, es cierto, borraron de los pergaminos las producciones literarias antiguas, para cubrirlos con sus galimatías escolásticos, lo mismo han hecho los lacayos de Rockefeller. pero esta vez maliciosa mente, cubriendo los frescos del talentoso mexicano con sus ba nalidades decorativas.
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