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Tribuna Marxista CLAVE CLAVE Tribuna Marxista el deber de la nueva época es la alianza del proletariado con las democracias imperialistas en putrefacción, contra el fascismo.
El origen de la mayor infección mundial es el montón de inmundicias que queda de lo que antes fuera la Internacional Comunista.
LA LUCHA POR CONTRA UN NUEVO REPARTO DEL MUNDO Algunos teóricos de la II Internacional que, como Kautski, han tratado de descubrir alguna nueva perspectiva, expresaron la esperanza de que después de medir sus fuerzas en la guerra, los imperialistas se verían obligados a entenderse entre sí y a establecer un dominio pacífico sobre el mundo, bajo la forma de una sociedad por acciones (teoría del ultra imperialismo. Esta teoría pacifista, filistea, sombra social demócrata de la Sociedad de Naciones, trataba de cerrar los ojos ante dos procesos: en primer lugar, los cambios contínuos en la relación de fuerzas entre los diversos Estados imperialistas, con la imposibilidad absoluta de determinar prácticamente dichos cambios más que por la fuerza de las armas. En segundo lugar, la lucha emancipadora del proletariado de la metrópoli y de los pueblos coloniales; lucha que es el principal factor de destrucción del equilibrio y que por sí misma excluye la posibilidad de un saqueo imperialista pacífico. Precisamente estas razones son las que hacen que los programas de desarme no pasen de ser miserables utopías.
La enorme y creciente desproporción entre el peso específico de Francia y de Inglaterra sin hablar, siquiera, de Holanda, de Bélgica y de Portugal. en la economía mundial, y las dimensiones grandiosas de sus posesiones coloniales es una fuente de conflictos mundiales, es un fermento de guerras exactamente igual que la insaciable avidez de los agresores fascistas. Mejor dicho, los fenómenos de uno y de otro género no son más que caras diversas de una sola moneda. Las democracias pacifistas. Inglaterra y Francia, se apoyan sobre el aplastamiento de los movimientos democráticos nacionales de centenares de millones de hombres en Asia y en Africa, para obtener de ellos, enormes sobre beneficios. Por otra parte, Hitler y Mussolini prometen ser buenos si reciben territorios coloniales suficientes.
Los Estados Unidos, gracias a la posesión casi absoluta de todo un continente con riquezas naturales inagotables, y por el. juego de circunstancias históricas favorables, han extendido su dominio sobre el mundo, de una manera muy pacífica y democrática. si no se toman en cuenta detalles como el exterminio de los indios, el robo de la mejor parte de México, el aplastamiento de España, la participación en la Guerra Mundial, etc.
Sin embargo, este método idílico de explotación ya pertenece al pasado. La putrefacción rápida y terrible del capitalismo americano, le plantea el problema de vivir o de morir, en una forma militar cada vez más acusada. través de los 14 puntos de Wilson, la organización filantrópica internacional)
de Hoover, de estilo cuáquero; el New Deal reformista de Roosevelt; la doctrina del aislamiento; las leyes de neutralidad absoluta; etc. los Etados Unidos caminan fatalmente hacia una explosión imperialista tal, que el mundo nunca la ha visto semejante.
Dejada muy atrás por la paz de Versalles, Alemania puso en la base de su programa imperialista, la labor de la unificación nacional. Bajo esta consigna nació y se desarrolló el fascismo, heredero legítimo de la democracia de Weimar. Ironías de la suerte! En el período de su ascensión histórica (de las guerras de Napoleón a la paz de Versalles en 1871. la retrasada burguesía alemana fué incapaz de alcanzar la unificación nacional con sus propias fuerzas. Bismarck realizó a medias esta obra, dejando casi intactos a todos los vejestorios feudales y particularistas. La Revolución de 1918 abolió, es cierto, a las dinastías alemanas. sólo porque la social democracia no tuvo fuerzas para salvarlas. pero entregada por la social democracia en manos de los junkers, de los banqueros, de la burocracia y de los oficiales, no solamente fué incapaz de asegurar una república gran alemana única, sino aun de centralizar burocráticamente la Alemania de los Hohenzollern. Estas tareas recayeron sobre Hitler. su manera, el jefe del fascismo aparece como el continuador de Bismarck que, a su vez, había sido el ejecutor testamentario de los bancarrotistas burgueses de 1818. Pero al fin y al cabo, éste no es más que el aspecto superficial del proceso. Su contenido social ha cambiado radicalmente. El Estado nacional, que era un factor de progreso, hace mucho tiempo se transformó, en los países avanzados, en un freno del desarrollo de las fuerzas productivas. Diez millones más de alemanes, en las fronteras de Alemania, no hacen cambiar la naturaleza reaccionaria del Estado nacional. Esto lo comprenden muy bien, a su modo, los imperialistas. Para Hitler no se trata, de ninguna manera, de la unificación de los alemanes como una tarea.