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GLAVE Tribuna Marxista Tribuna Marxista CLAVE tales catástrofes. Traición inmunda. Ahora, más que nunca, el mundo está cara a cara con el dilema: socialismo o fascismo.
Durante la última guerra, Lenin, Trotski, Debs y otros fueron llamados agentes del imperialismo alemán por los traidores al socialismo de Inglaterra, Francia, Rusia y los Estados Unidos, mientras Liebknecht y Luxemburgo eran llamados agentes del zarismo ruso per los social patriotas alemanes. Ahora, lo mismo hace Laborde. Lucha sin cuartel contra Trotski y los traidores trotskis.
tas que son los agentes más viles y más peligrosos del fascismo.
CONCLUSIONES: Los congresos contra la guerra y el fascismo son, en realidad, centos de reclutamiento para la guerra imperialista y no puntos de con centración de la lucha contra ella guerra. Stalin le encantaría llegar a ser un aliado todavía más estrecho del imperialismo democrático. Para logar esa ambición, se ha convertido en agente voluntario y consciente del imperialismo. Quiere mostrar al imperialismo que él es el único que puede controlar las masas coloniales y semi coloniales rebeldes, y de este modo, asentar bien su dere.
cho a ser aliado de los imperialistas. El gran crimen de Lombardo To.
ledano es estar educando a las masas para ser siervos de los imperialismos que actúan bajo la máscara democrática. pesar de todas las frases del stalinismo, cuando llega la hora de una verdadera lucha por la democracia, los representantes demócratas de los países coloniales y semi coloniales, como el APRA o el Partido Nacional Portorriqueño. se encuentran mucho más cerca del socialismo internacionalista revolucionario que de los stalinistas agentes descarados del imperialismo.
DI FRASES PALABRAS. Continuación. paciones, violencias y pillajes, y para preparar nuevos. Eso aparece muy claramente en la cuestión de los sudetinos. La democracia significa el derecho de cada nación de disponer de sí mismas. Sin embargo, éste de.
recho democrático de los sudetinos, como los austríacos, como de muchos otros grupos nacionales, húngaros, búlgaros, ukranianos, etc. fué pisoteado por el tratado de Versalles, elaborado por los representantes superiores de los estados más democráticos: Francia, Inglaterra e Italia, que entonces tenía un régimen parlamentario y, por fin, los Estados Unidos.
Por consideraciones estratégicas del imperialismo vietorioso de la Entente, los señores demócratas, con el apoyo de la Segunda Internacional, dejaron a los sudetinos en posesión de los jóvenes imperialistas de Checoeslovaquia. La socialdemocracia alemana, con la docilidad de un perro, esperaba en aquel tiempo favores de parte de las democracias de la Entente; esperó y no consiguió nada. El resultado es conocido: la Alemania democrática, no soportando la opresión del tratado de Versailes, se echó por desesperación en el camino del fascismo. Parecía que la democracia checoeslovaca, que estaba bajo la protección de la demoracia franco británica y de la burocracia socialista de la URSS, hubiera tenido todas las posibilidades de demostrar a los sudetinos en la realidad las grandes ventajas del régimen democático sobre el régimen fascista. Si esta tarea hubiera sido resuelta, Hmler, es evidente, no se hubiera atrevido a atentar contra Bohemia. Su fuerza principal consiste ahora precisamente en el hecho de que los mismo sudetinos quieren unificarse con Alemanaia. Este deseo ha sido atizado en ellos por el régimen rapaz y policíaco de la democracia checooslovaca, que luchó contra el faseismo imitando sus peores métodos.
La archi democrática Austria estaba hasta hace poco bajo el cui.
dado vigilante de la Entente democrática, que consideraba, por decirlo así, su tarea, no dejar ni vivir ni morir a Austria. Se acabó con el hecho de que Austria se echó a los brazos de Hitler. En una escala menor la misma experiencia aconteció antes en la región del Saar, que estuvo 15 años en las manos de Francia y, habiendo experimentado so.
bre sí misma ilos beneficios de la democracia imperialista, prefirió con una mayoría aplastante de votos unificarse con Alemania. Estas lecciones de la Historia son más importantes que las resoluciones de todos los congresos pacifistas.
Sólo miserables habladores democráticos o estafadores fascistas pueden hablar a propósito del destino de los alemantes saarrences, austríacos y sudetinos de la voz de la sangre. Los alemanes de Suiza, por ejemplo, no quieren por nada ir a la esclavitud con Hitler, pues se sienten amos en su país, y Hitler reflexionará diez veces antes de atentar contra ellos. Son necesarias condiciones sociales y políticas intole.
rables para que los ciudadanos de un país democrático busquen el poder fascista. Los alemanes del Saar en Francia, los alemanes austríacos en la Europa de Versalles, los alemanes sudetinos en Checoeslovaquia se sienten eiudadanos de tercera clase. No será peor. se dicen. En Ale.
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