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CLAVE Tribuna Marxista Tribuna Marxista CLAVE parecen creer que la dialéctica es algo así como la gracia divina que toca con su dedo sutil algunos fenómenos y cosas de elección y deja otros abandonados de la mano de Dios, contra los embaucadores del neohegelianismo stalinista, hermano del fascista, es preciso emprender una labor seria de rectificación; hay que denunciar clara y terminantemente los móviles del escolasticismo dialéctico, hay que señalar cada vez la inepcia de los charlatanes engolados que hoy cobran en las ventanillas de la burocracia y mañana hablan lo que hoy les fué pagado. señalar al proletariado día a día sus fines propios, rechazando todo misticismo intelectualista, para reivindicar el viejo principio marxista: La vida social es esencialmente práctica. Todos los misterios que extravían la teoría hacia el misticismo encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esta práctica. Zamora.
El Congreso Obrero Pan Americano nes del pensamiento científico y artístico al acervo forjado por Marx y En.
gels. Pero también precisa tener presente que no se trata de hundirse en la arena movediza de las discusiones académicas, porque eso sería hacer el juego de la contrarrevolución emboscada, sino de remover los obstáculos teóricos, como un medio de abrir el camino a la activiaad práctica revolucionaria. En una palabra, es menester forjar la tecría con el martillo de la práctica, así como es preciso trazar las rutas de la práctica con el agudo punzón de la doctrina. reivindicar los principios motores del marxismo, precisamente por lo que tienen de opuestu al idealismo hegeliano, porque ellos nos permiten usar la razón para transformar el mundo, oponiéndose a los ideólogos que lleva en arcas Stalin y que pretenden usar a Hégel con el disfraz de Marx, para sanuficar la dictadura de la burocracia rusa.
Entre ciertos demagogos stalinistas de América Latina, la corriente especulativa se ha cebado en la dialéctica, adquiriendo manifestaciones verdaderamente caricaturescas, Parafraseando a Marx, podríamos pretender que con demasiada frecuencia lo que en Europa adopta caracteres de tragedia, ai repetirse en este continente, se reviste con la fisonomía del sainete. En los sitios oficiales, burócratas e intelectuales que están en la línea afirman que esto es dialéctico, en tanto que aquello no lo es; que lo dialéctico es creer y no creer en los procesos de Moscú; que hay que ser y no ser revolucionario para lograr ser dialéctico, que es lo importante, ya que mientras la revolución es sólo un episodio en el decurso de la Historia, la dialéctica es el método que rige el devenir histórico mismo. En suma, que lo dialéctico es navegar en dos ayuas, en la del ser y en la del no ser; que para destruir la democracia burgue.
sa y substituirla por una sociedad mejor. es preciso, dialécticamente, sostener aquélla y empujar al proletariado a que se dé de tiros ror ella. La dialéctica ha dejado de ser un método general del conocimiento, para convertirse en un comodín de la conducta política, en una excusa permanente y general de todas las claudicaciones, desfiguramientos, oportunismos y traiciones de los bonzos que hoy viven del proletariado. Ha surgido así una tendencia a la prostitución de la dialéctica.
Claro está que este subproducto latinoamericano sólo se explica en función de la corriente principal. Mientras Adoratski, Strachey y compañía se encargan de lanzar cortinas de humo, ocultando al proletariado, en complicidad con Moscú y las democracias. los objetivos de su lucha específica, en lucubraciones más o menos coherentes, los stali.
nianos de aquí, de América Latina, sólo pueden utilizar una vez más los servicios del mono y del papagayo que llevan en ambos horobros, e imitar en farsa, grotesca lo que aquellos hacen en comedia. naturalmente entre los nuestros resulta más fácil descubrir los móviles reales de la corriente, como que sus elementos se hallan reducidos al mínimo. El sainete revela ingenuamente lo que la alta comedia staliniana pretende ocultar entre bastidores.
Contra esa prostitución de la dialéctica, puesta al servicio de lus peores fines oportunistas y de desviación del proletariado, contra quienes. 30 Entre el y el de septiembre último, se efectuó en la Ciudad de México el Congreso Obrero Latino Americano convocado por la Confederación de Trabajadores de México. Compuesto por delegados de la mayor parte de los países de América Latina concurrieron también John Lewis, en representación del estadounidense, León Jouhaux, de la francesa y González Peña, Ministro de Justicia español (de la justicia que tanto conocen los revolucionarios en Cataluña. Con sus discursos pomposos y vacuos, bien difícil resulta diferenciar este congreso de las manifestaciones de simple exhibición que se han venido desarrollando en los últimos años. Al cabo de él, fué proclamada una Confederación Latinoamericana de Obreros, con sede en México y bajo la presidencia de Lombardo Toledano. El único producto concreto de la reunión fué una declaración de principios, puesta como base de la nueva Confederación.
Esa declaración tiene por principios sólo frases vagas y huecas y perífrasis ampulosas; todo ello como mampara del más ramplón pensamiento reformista.
La declaración evita pronunciar la palabra misma de proletariado, hablando en cambio de trabajadores manuales e intelectuales. Proclama la necesidad de cambiar el régimen social que actualmente prevalece en la mayor parte de los países de la tierra. Ese régimen, es el capitalismo. Por qué no llamarlo por su nombre. Por la sencilla razón de que el ré.
gimen que propone la declaración como substituto, es también el capitalismo, nada más que arreglado y suavizado conforme las mejores y más pías esperanzas. El mundo de 1938 nos ofrece una idea de la medida en que esas esperanzas pueden verse realizadas. En efecto, líneas abajo se define el sistema que debe prevalecer en América Latina. Se dice que. 31