Anti-imperialismHitlerViolence

INTERNACIONALES CUADERNOS CUADERNOS INTERNACIONALES nanciación de golpes de estado, hasta culminar en la provocación de una guerra entre países vecinos de sudamérica para dirimir cuestiones de primacía entre poderosos consorcios internacionales.
En una palabra, ninguna forma de coacción y violencia fué con.
siderada deleznable por los hasta el año 1933 en que el Presidente Franklin Roosevelt inauguró su política del buen vecino. que significó la supresión de las presiones militares y de fuerza directas, en apoyo de pretensiones imperialistas, aunque continuaron y continuan todas las formas de presión económica y de propaganda.
La otra cara, igualmente dura e inhumana del imperialismo yanqui es la que surge de su esencia capitalista, en lo que nada la distingue de los capitalismos nacionales, es la explotación desmedida de las poblaciones que caen bajo su férula, cuya única contención está en la resistencia que pueden oponer los que la sufren. Zonas enormes de América han visto degradar hasta la miseria más abyecta su nivel material, moral e intelectual debido a los medios de explotación de que se han valido los amos. Para justificar lo que decimos será suficiente recordar que, según el informe del Doctor Carlos Gutiérrez Noriega, que merece en.
tera fe por su ponderación, hay en el Perú dos millones de seres, mayormente indígenas y mestizos, habituados al coque. sencillamente cocainómanos, hábito que es consecuencia directa de la desnutrición y del hambre crónica. Este pavoroso problema, referido a la misma u otras drogas, se presenta en toda la costa del Pacífico.
Las miserables condiciones de vida de grandes masas de población en indoamérica han dado lugar a vastas insurrecciones populares en las que aleteaba un auténtico espíritu justiciero y libertario, como en el caso de la Revolución Mejicana, y ha creado también un profundo resentimiento contra los responsables de tal estado de cosas. Como tales fueron denunciados y considerados en América Latina, junto con el imperialismo, las clases poseedoras y capitalistas vinculadas estrechamente a él, y los grupos reaccio.
narios, militares y clericales que detentaban los gobiernos me.
diante intermitentes dictaduras. Una auténtica conciencia liberal se fué desarrollando en indoamérica desde principios de siglo, al par que crecían y se fortalecían las organizaciones sindicales al influjo de los fenómenos del mismo orden que se desarrollaban en Europa.
Las castas militares, cerrilmente reaccionarias, altamente influenciadas por las ideologías totalitarias, fascistas y nazis, de autarquía económica, dieron un brusco viraje en la cuarta década de nuestro siglo, y en lugar de enfrentar las aspiraciones populares en su conjunto, se dieron a la tarea de canalizarlas para su propio beneficio, especialmente las del antiimperialismo. En esto fué su arma favorita la de todos los totalitarismos, la captación de las masas por medio de hábiles consignas demagógicas de contenido aparentemente popular y progresista, elaboradas en centros de propaganda, y cuyo verdadero objetivo es el de estrechar el campo de visión del hombre, señalándole un enemigo, siempre el mismo, todos los días y a cada momento, para dar cauce a todos los resentimientos, y sin dar oportunidad al análisis objetivo de las causas reales de su situación. El imperialismo, para muchos dictadores de América Latina, está jugando un papel similar al de los judíos para Hitler; es la cortina de humo tras la que se ocultan toda clase de fraudes cuyo objetivo primordial es conseguir la total domesticación del pueblo y el predominio cada vez más absoluto de la casta gobernante.
Los gobiernos militares y las dictaduras no son cosa nueva en nuestra América, muy por el contrario, son viejos conocidos de estos pueblos, que siempre los han ubicado como enemigos del progreso social. Han oprimido a los hombres, pero no los habían en.
gañado su esencia. En estos últimos años palpamos una tra.
gedia de contornos nuevos. Los pueblos, amordazados por sus mandones, los llama líderes y protesta a coro con ellos por la situación de los negros de los EE. UU. agobiados por la carga económica que significa el sostenimiento de enormes burocracias e inútiles ejércitos, culpan al imperialismo de su situación económica y creen en las grandielocuentes declaraciones pacifistas de sus generales elevados a caudillos populares.
La gran estafa, concebida en un puro estilo totalitario, está en plena marcha, y el antiimperialismo es una de sus más importantes banderas. Por eso es hoy más necesario que nunca aclarar su verdadero alcance. Concebido como fin en sí mismo, es una forma de soslayar los problemas básicos. Ni moral ni materialmente hay diferencias apreciables entre la explotación ejercida por extranjeros o por connacionales, ya sean particulares o el Estado.
Los verdaderos problemas básicos, económicos, sociales, cultura.
les, politicos y éticos de indoamérica son enormemente más profundos que el hecho de la explotación de su riqueza por intereses extranjeros. La solución aislada de éste, no nos acerca en nada a aquellos y menos si ella ha de ser al estilo nacionalista. Muy al contrario, todo enfoque de las realidades latinoamericanas ha de comenzar por situarse por encima de nuestras fronteras artificiales. Es innegable un común acervo cultural, una historia y composición étnica similar y una economía natural complementaria de todas nuestras pretendidas nacionalidades. Comenzando por ahí es directa y lógica la conclusión de que la lucha frente a los in.
tereses de las grandes potencias económicas no reside en el sostenimiento de una aberrante autarquía, sino en un entendimiento total, un verdadero mútuo acuerdo entre nuestros pueblos basado en la conveniencia de todos y la libertad y autonomía de cada uno.
Eso entendemos por una posición clara, orientada hacia un futuro mejor y de amplia mira; de ahí surge el antiimperialismo 215 214