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CUADERNOS INTERNACIONALES CUADERNOS INTERNACIONALES LAS DOS LIBERTADES Por André Prunier DI Si deseais obtener las aclamaciones del público (de cualquier público. si deseais aparecer como un modelo incorruptible de fir.
meza revolucionaria, de sentido realista y de cuidado cívico; si, en una palabra, deseais mostraros como uno de esos hombres cu: ya frente se halla próxima a las más altas cumbres del ideal y que sin embargo apoyan fuertemente sus pies en la tierra no necesitáis para ello consumir demasiada imaginación. Pronunciad simplemente con convicción y energía esta frase: Ninguna libertad para los enemigos de la Libertad!
Esta frase la suscribirán los más implacables autoritarios igual que los libertarios más feroces; en estas ocho palabras, liberales y conservadores encontrarán su brillante justificación y la condena sin apelación de sus adversarios, nazis y judíos, comunis.
tas y anticomunistas, católicos y franc masones, ex resistentes y excolaboradores, gentes del campo americano y gentes del campo ruso, todos suscribirán con vosotros, cada uno amenazando con su puño a su antagonista directo. No, nada de libertad para los enemigos de la libertad. Cuál es la razón de este éxito universal. De dónde procede el clamor de aprobación que se levanta a la vez de derecha y de izquierda, del centro y de enfrente, cuando resuenan las mágicas palabras que evocan para unos la reacción, para otros la revolución, para éstos la defensa de los Grandes Principios, para aquellos la supresión, para todos la acción política sin trabas y el poder ilimitado de su propia iglesia, secta, estado o partido? para nosotros, anarquistas. no es un arma adecuada para proporcionarnos triunfos de tribuna y de prensa, de huelga y motin, de terrorismo y liquidación social todos conducentes hacia esa libertad futura, integral, universal, igual para todos, en la que soñamos y procuramos instaurar sobre la derrota de todos los demás movimientos y grupos sociales?
Desearía aquí contestar que no; probar que esta fomula Nin.
guna libertad para los enemigos de la Libertad aunque sea aclamada por multitudes fanáticas y aplicada por gentes situadas (gras cias a sus esbirros, inquisidores, hombres fuertes, no puede ser admitida por los anarquistas, que no se proponen (si guardan fidelidad a su propio nombre) ni el ejercicio de la ley de Lynch, ni el de la razón de Estado, y que, por encima de todo, repudian su propia ascensión al poder.
Si nosotros fuésemos (como los trotskystas proclaman ser y los stalinistas son) partidarios de la Revolución permanente, es de cir, de una estrategia de pseudo compromiso, débiles siempre para la ofensiva y denodados por la ofensiva, entonces, prosiguiendo constantemente la guerra civil tras el parapeto de cada tregua, aplastando una después de otra todas las fuerzas sociales y deca.
pitando por turno todas las fracciones para conseguir la unidad, en ese caso no existiría mejor consigna, más cómodo pretexto pa.
ra nosotros que: Ninguna libertad para los enemigos de la Libertad. En efecto, esas palabras lo justifican todo: el exterminio o el encarcelamiento de los adversarios declarados o presuntos; la eliminación de los aliados que necesariamente se convierten en traidores de hecho o en potencia, a medida que el círculo de los rivales se estrecha en torno al poder supremo; el hacer mar.
char al paso a los neutros y su absorción por el vencedor; la depuración radical del partido jefe, la liquidación, en su seno, de los saboteadores, de los herejes, de los extremistas, de los moderados, de los corrompidos, disidentes y no conformistas de toda especie. es decir de todo centro o principio que haga sombra a la libertad del único motor legítimo de la emancipación general. y, en tin, coronandolo todo, la educación de las masas a una esciavitud política, económica, cultural, fisiológica, lo suficiente integral para proporcionar la satisfacción en la esclavitud, por la cual la Libertad ha triunfado al fin sin obstáculo, victoriosa sobre todos sus enemigos, puesto que absorbe la no libertad y surge dia.
lécticamente de la más completa tiranía servida por la obedien.
cia más ciega.
La teoría de la Revolución permanente, como medio de reg.
lizar la Libertad pasando por la dictadura (o, simplemente, por la democracia social unitaria y centralizada) es el bien comun de los marxistas, de los jacobinos y de los anarquistas de intención, extraviados por la senda de esos eméritos dialécticos.
Bakunin, Kropotkin y sus discípulos no han podido substraerse de esta interpretación que han desarrollado más tarde los revi.
sionistas y plataformistas de todo calibre. El primero a causa de su hegelismo impenitente, el otro debido a su cienticismo (y am.
bos en razón de un cierto populismo sentimental que les hace dei.
ficar la violencia que procede de abajo. estos pensadores, en cierta medida, han abierto el camino al anarco bolchevismo tal cual lo hemos conocido después de 1917 en Francia, en Espana, en Italia, en los países eslavos y hasta en extremo oriente.
El sector individualista, el propio Stirner, con su identificación del derecho a la fuerza, y de la libertad del prójimo ante un obstáculo, evidentemente nada ha aportado que permitiese rectificar 196 197