Working Class

CUADERNOS INTERNACIONALES CUADERNOS INTERNACIONALES FACTORES DE TOTALITARISMO Por George Woodcock Los hechos acerca de la discriminación racial en los Estados del Sur de Norte América son bien conocidos por todos los que siguen cuidadosamente las noticias a ello referentes. Si no lo son, o si se hace necesaria alguna aclaración complementaria sobre sus aspectos más torvos, todo cuanto se precise para una convic.
ción intelectual puede ser hallado en un libro titulado Scottsbo.
ro Boy. escrito por una de las víctimas del notable caso de acusación sin fundamento, Haywood Patterson, quien lleva preso al.
gunos años en Alabama. Lo que Patterson manifiesta es realmente una devastadora condena a la burlesca justicia que trae consigo una sociedad de este tipo, y pone de relieve hasta qué grado la presencia de una discriminación contra una minoría puede tornar peor la situación del resto de un pueblo. Los pobres blancos sufren también, porque la persecución a los negros da carta de naturaleza a la brutalidad, exactamente como las persecuciones contra los judíos en Alemania fueron el preludio de un ataque con tra la totalidad del pueblo alemán.
Sin embargo, hay algo en la experiencia directa de una sociedad de esta clase que hace, incluso sus hechos menos impor.
tantes, más chocantes que cualquier cantidad de literatura. Reco.
nozco que había leído bastante acerca del Sur antes de atrave.
sarlo; que mi mente estaba saturada de los horrores perpetrados sobre los negros. Pero debería recordase siempre que en tales ca.
sos los hechos realmente sensacionales, los linchamientos y los quemados vivos son solamente el vértice de una humillación que actúa sin cesar sobre la parte oprimida de la población. cuando eventualmente viaje a través del Sur no solamente del Sur, sino en el norteño límite de Missouri desde Kansas City a St. Louis. pude comprobar a diario una no tan espectacular discriminación que me impresionó realmente ante la significación humana e implicaciones del prejuicio racial sureño.
Viajé en ómnibus, que tomé en Denver, en el Colorado, un Estado sin ley Jimcrow. Venía también un sargento negro del ejército, y, como las leyes sureñas Jimcrow no pueden aplicarse a un transporte de inter Estados, nadie trató de interferir con el viajero. Mientras atravesamos el Colorado y Kansas todo fué bien.
Luego, en la primera ciudad de Missouri, el negro descendió con el resto de nosotros al café y se sentó en el mostrador. El pro.
pietario nos sirvió a todos ignorándolo a él deliberadamente. la segunda parada, las camareras blancas del café retrocedieron con horror y fueron a buscar al encargado quien envió al soldado negro a la cocina para alejarlo de los blancos.
En la tercera parada, el asunto estaba enteramente organizado y en el local habia separación para negros y blancos, seña.
lado de un modo muy claro y prominente. El soldado, que eviden.
temente consideraba haber sido ya suficientemente insultado, siguió esta vez humildemente la flecha indicadora y se metió en la sección color.
Lo que ahora me impresionó más en esta serie de incidentes fué que toda la gente que había tomado parte en esta deliberada humillación de otro ser humano pertenecía generalmente a la clase trabajadora o eran personas de la clase media, gen.
tes de esas que probablemente son razonablemente decentes en su conducta con sus familias y sus amigos. No eran ciertamente monstruos de ninguna especie, sino gentes normales de acuerdo con las normas de la moderna sociedad americana actuando de una forma que tenían por permitida desde la niñez y que cualquier otro que hubiera intentado cambiar les hubiera ofendido desagradablemente.
Otro hecho significativo es que prejuicio que sentían era evidentemente bastante robusto para sobreponerse a otras de sus fidelidades. De acuerdo con sus luces, presumiendo los sureños de ser demócratas en política, este soldado negro estaba luchando por sus intereses, y podía muy bien ser obligado a morir en nombre de esos intereses. Pero. merecía por eso un poco más de consideración? Ni siquiera un ápice. No dejaba por ello de ser un negro y fuere cuanto fuere lo que hiciese o fuese, el color de su piel y los rasgos de su fisonomía determinarían su actitud hacia él.
Esta es la actitud del promedio de los blancos pobres o pertenecientes a la clase media en el Sur. Sin duda alguna esta actitud ha sido instigada por los patronos y propietarios de factorias que obtienen beneficio con la división del pueblo a quien explotan. Pero cualquiera pueda haber sido su origen, la actitud popular es ésta, y el pueblo blanco del Sur ha sido en su mayoría completamente corrompido por la situación. El miedo a la revan.
cha de los negros, el sentimiento de que deben permanecer en su lugar, el resentimiento por la competencia económica, son factores que, debidamente jugados por los políticos y por toda clase de mezquinos pequeños propietarios, hacen de los blancos del Sur un sólido frente reaccionario. Los efectos que de este estado de cosas se siguen son claros: no solamente se encuentran las 191 190