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CUADERNOS INTERNACIONALES CUADERNOS INTERNACIONALES salvar su revolución. para imponerla en los dominios de la República única e indivisible. para trocar el avance hacia la plena libertad en la vuelta a la absoluta tiranía.
En la Revolución Francesa, la democracia no es una norma o una institución neutral, independiente de intereses y opiniones, sino el brutal ejercicio de la voluntad de cambio, y aún del mero apetito de poder, a través en primer término de millares de clubes revolucionarios. que son los retenes de los Partidos en guerra por la toma del Poder. eso, en lo esencial, no fué posterior al postrer Capeto, sino anterior al primero; fué un zipizape de señoríos, parecido a aquel de que salió Carlomagno a la cabeza del Sacro Imperio. Tanto es así, que en Francia salió igualmente Napoleón. Diríase escribió Faguet que el designio permanente de los hombres de la Revolución fué crear a Napoleón. el mismo Bonaparte dijo en llegar al Poder, en hacerse emperador: La Revolución ha terminado; sus principios están vinculados en mi persona. El Gobierno actual es el representante del pueblo soberano. No puede haber oposición al soberano. Quién negará el jacobinismo, el osado espíritu revolucionario. de tan cínicas palabras? El pueblo soberano era la voluntad general tantas veces falseada. Qué importaba falsearla una vez más. cómo consentir que, una vez falseada, se la discutiera, se le hiciese oposición? La oposición consentida sería la verdadera voluntad general, derrocadora de la que la suplantaba, de la de cualquier facción encastillada en el Poder.
No podía haber más que una voluntad, y omnimoda; sólo una revolución. sólo una República, sólo un Estado absoluto, sin fisura ni merma en sus dominios. Por no renunciar a la revolución. se falseó la democracia; y la falsa democracia acabó por revelar su verdadera naturaleza la imperial. no menos clara e innegable en tiempos de Robespierre que en tiempos de Bonaparte. es que los poderes del Incorruptible fueron más lícitos, menos amplios, más ajenos a la fuerza militar esta palabra viene de miles: millares, masas en armas que los de su antiguo correligionario, el Petit Caporal? El verdadero Primer Imperio fué la República única e indivisible.
a la violencia y se recurre al terror, tanto más se descubre que se insiste en realizar la revolución porque apenas hay revolucionarios. tal empeño. qué puede ser, en verdad, más que una obsesión de locos, una orgía de sadismo, un desenfreno del apetito de mando, un zafarrancho de psicopáticos morbos? Robespierre y sus compinches, en los últimos días de su férula, no fueron políticos en el uso corriente del vocablo, sino lunáticos sanguinarios, peligrosos paranoicos, chacales dignos de ser cazados a tiros. no sólo eilos, a mi ver. El falseamiento de la voluntad general, el uso de este nuevo mito o de esta divinidad para imponer en su nombre toda suerte de caprichos de facción, llegó a los más bajos extremos; y así vemos que los tenidos entonces por anarquistas, cuando se oponen al Poder no es para lograr verdaderas libertades, sino para conseguir que el pueblo iqué digo el pueblo; cualquier partida facinerosa! disponga de autoridad pareja a la del Estado, mayor aún, y con ella pueda apresar a quien deje libre Fouquier Tinville o matar a quien no caiga entre las garras del verdugo. No fué otra cosa que pidieron Hébert, Roux y otros que tal, que habrán pasado por anarquistas, pero fueron aberraciones de carne y hueso, monstruos deformados por los absurdos históricos de aquella Revolución, cuya dictadura, pese a todos los progresos que con ello se intentó realizar, fué el instrumento y la norma de una política regresiva, que eliminó el requisito de toda suerte de avarices: la libertad.
Si el robespierrismo fue la revolución. no pudo ser la democracia, y a la inversa, porque ambas eran incompatibles. Pero Graco Baboeuf al tramar la Conspiración de la Igualdad sólo dos años después de haber sido encarcelado por el Terror jacobino, no tan sólo condenó la represión de Robespierre y su récova, al decir que justificaría la ejecución de Hébert y Chaumette aunque fuesen inocentes. porque sólo Robespierre podía llevar la revolución a puerto. sino que, además, adoptó plenamente el robespierrismo al escribir cosas como éstas: Yo no creo impolítico o superfluo evocar las cenizas y los principios de Robespierre y Saint Just para mostrar nuestra doctrina. La verdad es que somos los segundos Gracos de la revolución. El robespierrismo aterra de nuevo a todas las fracciones. El robespierrismo está en la República y en el pueblo. La razón es sencilla: es que el robespierrismo es la democracia, y estas dos palabras son absolutamente idénticas. De ahí que, resucitando el robespierrismo, podáis tener la seguridad de resucitar la democracia. La democracia de quién: de la guillotina. Porque en la de todos, en la igualdad de derechos, nadie pensaba!
Una vez más tenemos juntas dos cosas incompatibles: la libertad y el terror. Pero dos cosas hechas compatibles mediante el truco de hacer la libertad mera ficción, y el terror, exclusiva realidad. El robespierrismo es la democracia. y Baboeuf se propone resucitarlos. Mas la democracia de Robespierre no es la de Baboeuf; la revolución del 93 no es la del 95. La de los Iguales tiende a pasar del terreno político al social, del civil al económico; pide la igualdad sin límites. y abre la guerra de clases; mas por eso mismo reducirá la democracia, si le es posible, a los pobres, y La Revolución Francesa, al desarrollarse, se radicalizó; y esto quiere decir que los cambios políticos sociales esperados de ella fueron más y mayores, pero también que, por eso mismo, quienes los anhelaron fueron menos. Lo esperado de la revolución a raíz de la toma de la Bastilla, poco fué, pero muchos anhelaron conseguirlo, y se logró; lo esperado de ella bajo el Terror, fué mucho, por el contrario, pero querido por pocos. Al radicalizarse el concepto de la revolución. se restringe el campo revolucionario: lo que se gana en hondura de propósito, se pierde en anchura de aquiescencia, en número de adictos. en libertad, pues se priva de derecho a quienes, por lo que fuera, se resisten a tal revolución. Cuanto menos se desee, tanto más se persiste en realizarla. Cuanto más se apela. 128 129