BourgeoisieCommunismDemocracyPrivate PropertyProudhonTerrorism

CUADERNOS INTERNACIONALES cipio, que era el de la auténtica revolución, que se mostró vivo en ciertas zonas francesas, fué destruído desde París, y precisamente por la Revolución, al proclamar ésta la República única e indivisible.
CUADERNOS INTERNACIONALES guerra de mesnada, al absolutismo centralizado, y así hicieron de la revolución una nueva conquista de Francia no por invasores, sino por políticos, militares y burgueses. Ahora bien; la base comunalista no bastaba, ni aún con su incipiente federalismo. Pudo bastar, de inmediato, como norma política; no como norma económica, ni aún entonces, porque era estrictamente agraria y porque o dejaba fuera de sí al comercio y a la industria o les imponía restricciones localistas incompatibles con su expansión, con su ley de desarrollo. Las excesivas ordenanzas del ancien régime, que en defensa del Estado y la nobleza maniataron a la industria y al comercio, hasta hacerles suplicar: Dejad hacer, dejad pasar. parecieron políticas, burocráticas, pero en el fondo eran sociales, como Turgot y Necker pudieron ver al intentar destruirlas; y el colectivismo agrario de. límite comunal habría alzado restricciones cuyo carácter social, cuyo sentido económico, habría hallado expresión en parejas ordenanzas de política apariencia. Por lo menos, al principio. Pero la Revolución no llegó a admitir el colectivismo incipientemente federativo de las Comunas. Insistió en reajustar la propiedad, no en eliminarla; en repartir o en poner en venta la substancia de los derechos feudales, tras quemarlos en efigie, no en eliminarlos radicalmente; tendió a reorganizar el robo, incapaz de ver que lo necesario era organizar la cooperación; y su tendencia igualitaria llegó al reparto, al comunismo de la distribución, pero no al comunismo de la producción. Ni el mismo Proudhon, sesenta años después, llegaba a tanto. Su mutualismo, aunque evidentemente cooperativo, tenía una base individual de posesión y aún de propiedad privada, completamente insatisfactoria. Porque el hombre de Proudhon dependía demasiado de sus bienes personales para no suponer que el comunismo era la misma esclavitud. Era un hombre cuya libertad resultaba inconcebible todavía sin la propiedad privada.
Tenía que hacer la técnica la formidable transformación de las cosas apropiables en servicios públicos socializados de por sí, tenía que desplazar a la propiedad privada mediante una creciente utilización social, tenía que convertir gran parte del capital en cosa tan pública como la calle y la fuente, para que el hombre dejase de depender de bienes individuales y perdiera el temor del comunismo.
Era preciso que la técnica creara, aún bajo el régimen burgués, la organización económico social del siglo XX, para que se viera la posibilidad de que esta organización substituyese a la política como armazón de la sociedad. La institución comunal, propia del trabajo agrícola y de la relación vecinal, tenía que contar con el complemento de la institución sindical, propia de la gran industria, de la cooperación en gran escala, de la distribución de productos por el área nacional, para que fuese posible reemplazar la organización política por la organización del trabajo. Pero es imposible quitarle a Proudhon el mérito de anunciar este cambio, el de prever tal revolución, el de adivinar el principio activo de la nueva estructura: un mutualismo federalista, tan enemigo de la propiedad privada. en permanente competencia como de la fatal centralización. Ese prin126. por qué la proclamó? No solamente por exigencia de guerra, frente al peligro de una invasión, sino también y mucho másen virtud de un contrasentido que he de intentar exponer. La Revolución empezó por proclamar la soberanía de la nación, concebida, ésta en bloque, como constante e inquebrantable unidad. La República, en virtud de eso, recabó para sí todo el reino del Capeto.
Pero al recabar el reino, tuvo que asumir toda la autoridad supuestamente derivada de la nación. La voluntad general. en cuyo nombre se hacía todo, justificación suprema de la República y de la misma Revolución, tenía que ser algo totalitario, indivisible y único; y su expresión política, el Poder absoluto: un Estado potencialmente despótico, cualquiera que fuese su estructura. La supremacia de la voluntad general es la primera condición de la democracia. Pero ¿qué es la democracia, en teoría, más que la igualdad de derechos de todos los ciudadanos, cifrada en la implantación del sufragio universal? Para conocer la voluntad de todos, menester es conocer la de cada uno de ellos. Ahora bien; en la Revolución Francesa vemos una larga serie de propósitos de cambio, cada uno de los cuales va más lejos que el inmediato anterior; y tales cambios, inseparables de los hombres que anhelan realizarlos. a qué los confían éstos: al sufragio universal, como cabría esperar de tam cabales demócratas? Nada de eso! Si todos los ciudadanos hablan y votan en perfecta democracia, los afanes de cambio de este sector y de aquél tendrán que supeditarse al lento juego nacional de todos los intereses y todas las opiniones, y eso será el desplazamiento de toda revolución por la evolución política y económica, moral ideológica, técnica de toda la sociedad. Hay una rotunda incompatibilidad entre la revolución como serie de cambios subitáneos, violentos, y su primera premisa: la democracia. La voluntad general, si quiere cambios, los hace sin revolución. si no no los quiere, condena a la revolución que se los impone, la declara tiránica y por completo injustificada. Cómo hacer, pues. la revolución. Impidiendo que se exprese la voluntad general, pero imponiendo la propia en nombre de esa, que es la que da plenos poderes, tanto más indispensables cuanto más a contrapelo se desea proceder, cuanto más partidista es la voluntad que se disfraza de general. Por la gracia de Dios reinaba el rey, y aquella gracia era una ficción; ahora es preciso recurrir a otra ficción, la de la voluntad geneal. para hacer la revolución de cualquier hijo de vecino, de Monsieur Tout le Monde. Se falsea la democracia, hasta hacer de la igualdad de derechos el terrorismo dictatorial de un grupo de mediciosos. cada grupo de sediciosos hace eso para. 127