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CUADERNOS INTERNACIONALES CUADERNOS INTERNACIONALES una dictadura terrorista, y por serlo del proletariado o en interés del mismo pasó por ser revolucionaria. Pero no para Proudhon.
Ni tampoco, en 1793, para Godwin o Maria Wollstonecraft, que no se dejaron engañar por las apariencias revolucionarias de la regresiva, dictatorial, Revolución. El pensador francés, aun sabiendo que actuó por algún tiempo en pro del proletariado, vió en ella, en la forma histórica que adquirió, y en sus funciones, y en su estructura, una tiranía; y eso le bastó para calificarla de contrarevolucionaria, a la luz de su propia idea de la revolución, distinta de la imperante. Porque, en efecto, cualquiera que fuere el propósito de los revolucionarios, la implantación de la dictadura era la vuelta al absolutismo; y la misma idea de la revolución. otra patente de corso regalada al despotismo por el pueblo que acababa de quemarle la anterior. Quién con mejor título para condenar a quién: Proudhon a los revolucionarios del Estado terrorista, del terror aún sin Estado, o ellos a él. Ojalá no sea tarde para dar con la respuesta verdadera!
tareas, la revolución cumplió, con gran dificultad, solamerite la primera; la otra fué olvidada por completo. De aquí la imposibilidad de vida, que ha oprimido a la sociedad francesa durante sesenta años. Habiendo sido abolido el orden feudal en la noche del de Agosto, y proclamados los principios de la libertad e igualdad civiles, la consecuencia era que, en el futuro, la sociedad habría de ser organizada, no para la política y la guerra, sino para el trabajo Lo que había que organizar después del de Agosto no era el Estado, ya que al restaurar el Estado no se haría sino restaurar los viejos mojones; eran la economía nacional y el equilibrio de intereses. Resultaba evidente que el problema de la revolución consistía en erigir por doquier el reino de la igualdad y del trabajo, en lugar del orden feudal recién abolido; desde el momento en que, según los nuevos principios, la cuna nada tenía que hacer ya en la determinación del rango del ciudadano, el trabajo lo era todo, y la misma propiedad, su subordinada.
Se ha puesto mucha atención en la primera frase: la tarea de la revolución era destruir y construir a la vez. Eso, en bruto, parece ser una patente de corso para todo botarate propenso a la violencia. Mas se ha pasado por alto el verdadero sentido de las frases de Proudhon, que está en las palabras que he subrayado y subrayaré: Tenía la vieja misión de destruir un sistema, pero sólo creando otro nuevo. y de carácter distinto. No se construye como se destruye. en el terreno social, solamente se destruye para siempre construyendo cosas nuevas y mejores, que hagan inútiles las viejas. La revolución proudhoniana no es la eterna insurrección, no es la guerra permanente. Abolidos los derechos feudales con la aquiescencia de muchos nobles, que esharon sus títulos a la hoguera. la insurrección ha triunfado por completo, el antiguo régimen está muerto, y hay que empezar a construir la nueva planta, en otro terreno, con arreglo a un nuevo plan, porque se trata de alzar un edificio distinto del anterior, para uso muy diferente. El gran pensador francés no propuso una subversión institucional, sino una revolución funcional; no un cambio de gobernantes, ni de Constitución, sino de desenvolvimiento social. Se trata, no de aplicar los viejos órganos a nuevas funciones, ni los nuevos a las viejas, sino de emprender funciones de nuevo tipo, que crearán nuevos órganos. No se suponga que Proudhon le reprochó a la República el de haber sido revolucionaria en el sentido corriente del vocablo, pues lo que le reprochó fué precisamente el serlo: el serlo de tal manera, y no de modo genuinamente renovador. No señaló un defecto cuantitativo, de grado o de ritmo, sino un defecto cualitativo, de esencia, de orientación.
En El Socialismo Contemporáneo advirtió Arturo Labriola que la Revolución no hizo obra burguesa respecto al proletariado es decir: contra él, y en su primera época. sino respecto a las clases feudales y al Estado absolutista. En sí misma y de por sí, especialmente en el período de la Convención al Directorio, y hasta la ejecución de Baboeuf, no es más que una dictadura terrorista del proletariado o en interés del mismo. He ahí lo importante: fué Para Proudhon, la revolución auténtica no consistía en substituir aristocracia por burguesía, ni burguesía por clase trabajadora, sino en reemplazar la organización política por la organización económica, y la segunda, como norma funcional, no ya como institución. De ahí que repitiera y glosara con encomio la frase de Saint Simon sobre la substitución del gobierno de los hombres por la administración de las cosas. Pero la organización industrial, o del trabajo. no es cosa que se improvise; en lo esencial y fundamental, ha de crearla el trabajo mismo, que ni en la Francia de hace un siglo había hecho más que empezar a tramarla. La sociedad anterior a la Revelución tuvo una estructura económica derivada del derecho político feudal del conquistador. Se necesitaba una estructura económica derivada estrictamente del trabajo, y capaz de promover la aparición de nuevas formas políticas verdaderamente nuevas de carácter La base económico política del ancien régime fué la propiedad agraria, el latifundio ganado por la conquista o el robo. Se necesitaba una base de posesión común sin propiedad de nadie mantenida por la cooperación, por el trabajo colectivo. Cómo improvisar tal base? Lo único un tanto parecido a ella fué la Comuna rural; de ahí que muchas Comunas tomaran la tierra colectivamente y afirmaran a la vez su autonomia federativa. Proudhon y Kropotkin, que notaron y aplaudieron tal tendencia, demostraron, al hacerlo, que tenían clara idea de las posibilidades revolucionarias de aquella época. Paradójico caso el de aquel trance! Las Comunas que tomaron la tierra de los nobles, que la colectivizaron en un amén, parecieron regresivas al volver al más remoto colectivismo comunalista que, sin embargo, era el cimiento del comunismo por construir; por el contrario, los centros urbanos, y especialmente París, con sus clubes tronitronotes; con todas las botas de siete leguas a que apelaron para avanzar rápidamente, se opusieron a aquel colectivismo, creyéndolo regresivo, pero impusieron la vuelta al feudalismo de facción, a la. 124 125