Stalinism

CUADERNOS INTERNACIONALES CUADERNOS INTERNACIONALES significativa del problema de la delincuencia juvenil. Pero llegados a esta conclusión, importa establecer los recursos humanos capaces de modificar esas condiciones. Ahí surge el inconveniente más grave de esta triste realidad, pues los gobiernos nacionales y sus dependencias son, en todo caso, cuando no absolutamente incapaces, propiciadores de tal estado de cosas. Lo que equivale a reconocer que la sociedad tiene que valerse de sus propios medios si en realidad quiere llegar a la creación de posibilidades eficaces de regeneración de su juventud delincuente.
Sergio Romero (1) Anna Freud, Los niños y la guerra La guerra y la política internacional En algunas importantes publicaciones de Europa y América se ha publicado un artículo de Bertrand Russell en el que se examinan de una manera personal algunas de las condiciones actuales que hacen previsible otra guerra. Ese artículo tiene una doble importancia, por ser su autor quien es y por la larga audiencia que sus palabras encuentran siempre en amplios sectores de la opinión mundial. Entre algunas consideraciones que evidencian en el autor una aguda percepción de la psicologia política de este tiempo, hemos creído descubrir también una importante contradicción, mayormente importante por venir de él.
En el texto a que aludimos se dice: Las guerras vienen cuando cada bando piensa que tiene una posibilidad de obtener la victoria; por lo tanto, la mejor manera de evitar la guerra es señalar de modo evidente que uno de los dos adversarios debe ganar. En 1918 y en 1939, seguramente que los EE. UU. deseaban fervorosamente permanecer neutrales. En ambos casos, sin embargo, la guerra fué un hecho y los EE. UU. fueron llevador a participar en ella. Si hubieran tenido el valor de anunciar anticipadamente que entrarían en la guerra, los dos conflictos no hubies in tenido lugar.
De ser cierto, como todo parece indicar, que las guerras vienen cuando cada bando piensa que tiene una posibilidad de obtener la victoria. el reforzamiento de uno de los bandos con adhesiones entusiastas de otros aliados sólo conseguiría acelerar el proceso de envalentonamiento del bando que llegará a creerse superior. De ahí a la declaración de guerra no dista más que un paso, icon arreglo a la lógica del planteamiento hecho por el mismo Russell.
Pero ese planteamiento es erróneo. Revela la confusión existente entre aquellas personas que, siendo sinceramente liberales y honradamente pacifistas. han perdido mucha de su fuerza analítica ante la obsesión del peligro soviético, Por mi parte nò desestimo la enorme importancia y gravedad que tiene para el mundo la existencia del agresivo imperialismo stalinista, pero ese reconocimiento no implica automáticamente un embanderamiento irremisible en el bando contrario, mientras no quede aclarado qué persigue con su actitud ese bando contrario. De manera que el planteamiento de Russell únicamente tundría validez objetiva si aceptáramos de antemano que los valores que oponen EE. UU. a Rusia son fundamentalmente mejores.
Ahora bien, el filósofo inglés sólo nos dice al respecto y refiriéndose concretamente al hombre razonable del Medio Oriente, que la única pregunta que cabe hacerse es cual de esas fuerzas será la más odiosa. Se acepta así, de una manera subjetiva, que ambas lo son, aunque con una diferencia de grado.
Como puede apreciarse, el problema está maleado desde su raíz. Porque en el fondo no se trata de evitar la guerra que se da tácitamente por inevitable sino de aumentar las posibilidades de que la ganen EE. UU. y sus posibles aliados. De esa realidad no declarada parten todas las consideraciones subsiguientes en el artículo de Russell, todas sus advertencias a los pueblos del mundo sobre la significación esclavista, antihumana y totalitaria del stalinismo. Para Russell la guera es un fatalismo ante el que hay que Tesignarse participando. La situación moral del gran pensador británico es profundamente fatalista. También las grandes masas siguen sin desear la guerra, pero aceptan el fatalismo conflictivo como algo superior e inexorable. La diferencia de su estado de ánimo con relación del de Russell es un conocimiento práctico de las consecuencias de la guerra para ellas, Alemanes, franceses e italianos, que pelearon por causas diferentes y complejas, terminaron al fin de la misma manera. De ali su ausencia de entusiasmo para las nuevas campañas. Aún en Europa mismo, muchos pueblos se encuentran en una disposición psicológica distinta. Es seguro que si alemanes, franceses e ingleses aceptan ir a la guerra con EE. UU. el pueblo español no lo hará con Franco. La falta de entusiasmo, y aún el odio con que se distingue a EE. UU. proviene de manera principal de la ausencia de valores que oponer a los rusos, no porque se crea que estos son mejores.
Las cosas no se ven de la misma manera, desde Londres, Puer to Rico y Madrid. Es cierto, como dice Russell, que con la dominación roja queda mucho por perder; lo que sucede, es que con el triunfo norteamericano no todos los que luchen van a ganar lo mismo. Eso explica la apatia de franceses e italianos y la hostilidad del pueblo español. Esta hostilidad se justifica en el hecho mismo del mantenimiento de Franco. Los españoles piensan que un triunfo norteamericano es la perpetuación de Franco en el poder. Sin embargo, es fácil que los pueblos de detrás de la cortina de hierro no piensen de la misma manera. Tal vez esperen con la guerra, sacudirse la tiranía stalinista. Un análisis de estas situaciones psicológicas contrarias, hecho con buena intención. podría servir de base a un enunciado claro de valores a oponer al imperialismo stalinista, pero ese trabajo se hacie difícil por la misma psicologia autoritaria de EE. UU.
El hecho mismo de que los EE. UU. representen sin: bastante. 91. 90