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CUADERNOS INTERNACIONALES LOS JUSTOS: EL FIN LOS MEDIOS Por CARMONA BLANCO DI En la trayectoria del pensamiento de Camus, que viene concretándose en estos últimos años en una sana y profunda teoria opuesta a la legitima.
ción de la violencia, frente al mundo de violaciones y desprecio de la condición humana en el cual hoy vivimos, Los Justos pieza en cinco actos representada por primera vez el 15 de diciembre de 1949 en el Teatro Hé.
bertot; de Paris, es un jalón que señala la madurez de su pensamiento, Hemos citado la palabra trayectoria a propósito, con el objeto de hacer notar que esta reciente obra. que no vacilamos en llamar maestrano es el resultado de un momento o período de genial inspiración, sino el fruto de un prolongado estudio, el desarrollo de un pensamiento que viene preocupando al autor desde mucho antes, y que puede ser perfectamente seguido a través de sus obras precedentes.
Nació esta preocupación en los años de la Resistencia francesa frente a la ocupación alemana. Fué durante aquellos años cuando la violencia que germinaba en forma de ciertas tendencias dentro de las actuales generaciones se le mostró a Camus en toda la plenitud de sus consecuencias. Es muy probable que entonces tuviera ya el oído atento. La guerra civil española fué un grito demasiado fuerte para no ser escuchado por un hombre de su sensibilidad. Aquello fue sin duda un principio.
La Resistencia a la que se entregó Camus activamente tuvo muchísimas estampas en cierto modo semejantes a esa violencia practicada por Los Justos. No es, pues, inverosímil imaginar que en el transcurso de aquellos años se produjeran en su espíritu los mismos problemas y las mismas dudas que atormentan a los personajes de su obra; ni que, una vez concluída aquella etapa, el autor se hiciera el firme propósito de analizar profundamente el problema de la violencia, e intentara extraer conclusiones que le permitieran establecer el equilibrio de su espiritu, atormentado por aquellos años de lucha.
Ya en la primera de sus contestaciones a Emmanuel Astier de la Vigerie, en el transcurso de la polemica que ambos sostuvieron 348, Albert Camus expone algo fundamental de su pensamiento: Siento horror de aquellos cuyas palabras van más lejos que sus actos. En esto me separo de algunos de nuestros grandes espíritus, cuyas incitaciones al crimen dejaré de despreciar en cuanto sean capaces de sostener con sus propias manos los fusiles de la ejecución.
Camus entiende que cuando un hombre acepta como necesario un hecho de violencia, en el que la vida de otro hombre va a ser rota, sólo aceptando sobre su propia persona el precio de ese acto, puede hallar un míaimo de justificación. En Los Justos nos dice cual es el precio de tal hecho: la propia vida de quien lo ejecuta.
Camus sitúa la acción de Los Justos en la época en que el nihilismo había invadido casi todos los campos del socialismo revolucionario y toma como escenario la Rusia zarista. Lo elige así porque seguramente interpreta que, siendo la violencia el resultado evidente de los Estados totalitarios o capitalistas, es en el terreno del socialismo donde debe ser discutido el problema, ya que ha sido precisamente en el donde se ha intentado resolverlo. Es positivamente un problema de actualidad candente que el autor prefiere tomarlo desde sus comienzos, en el propio manantial porque la corriente se mostraba allí más cristalina, cuando todavía no se había enturbiado con el barro de tantos caminos.
Las dos formas de la violencia, la de la carne y la del espíritu, son aspectos abordados en Los Justos. Actualmente sabemos que ambos aspectos se complementan, que los violadores utilizan siempre estas dos formas de la violencia, para llegar a una a través de la otra, según los casos.
Se violenta el espíritu de un pueblo para llevarlo a la guerra, o se violenta la carne de un hombre para llegar a la nulidad de su espíritu. Pero existe todavía otra fase más de la violencia, que es la réplica de los violentados Camus se niega a darle legitimidad a ninguna de las tres formas, ni siquiera a la última, aunque ella sea la promesa de un futuro mundo sin violaciones. Esta esperanza proporciona a los actos un carácter no ya transitorio sino esporádico. Después se plantea el problema del hombre que se decide a usar de la violencia para terminar precisamente con ell pero que, por su mismo acto, se inutiliza para el mundo que está intentando forjar. La posible utilidad de su gesto es un legado a todos los otros hom.
bres. No puede ser más que un legado ni puede haber más que un solo hecho. Ese hombre no desea sobrevivir en forma de violentador. Acepta la necesidad de su acto y paga su precio: la vida, o, más exactamente, la muerte. He aquí la médula misma de Los Justos.
El hombre que desea, sin embargo, sobrevivir; el hombre en quien la lucha violenta contra la violencia se halla legitimada en su mentalidad y termina siempre por tomar en él un carácter endémico, halla argumentos, muestra las huellas que la violencia de los otros ha dejado en su cuerpo.
se justifica en ella Pero sería una pobre justificación. El mismo se da cuenta. Por eso recurre a los demás, al idcal, a la invocación de ese mun.
do futuro sin violencias. Salta de una justificación a otra, sin lograr encontrarse nunca y, no obstante, creyéndose siempre convencido. He aqui el problema de Los Justos.
Kaliayev es la médula, Stepan es el problema, Dora es la duda que termina en certidumbre.
Stepan tiene necesidad de mostrarse duro, de hacer con su cureza una muralla que le defienda de su real debilidad endémica. Por eso dice. He venido para matar a un hombre, no para amarlo ni para saludar su diferencia.
Pero Kaliayev ha comprendido. Ha sabido llegar hasta le médula. Se encuentra allí, entre ellos, precisamente porque está dispuesto a pagar el precio que su pensamiento le impone. No lo matarás solo y en nombre de nada. Lo matarás con nosotros y en nombre del pueblo ruso. He aquí tu justificación.
Stepan se desliza. Sabe que esta justificación exige precio. No la necesito. Hace tres años que me justifiqué en una noche y para siempre, cuando me torturaron Son dos caminos opuestos. Kaliayev lo advierte de inmediato. Están allí los dos verdaderamente para lo mismo? Marchan los dos hacia un mismo fin? Siente necesidad de explicar el suyo. Amo la hermosura, la dicha. Por eso odio el despotismo. Cómo ex.
plicarme? La revolución. Sí! Pero la revolución para la vida, para dar a la vida una oportunidad, comprendes?
Existe un limite. Kaliayey lo sabe, lo siente. Existe un limite en la. 76 77