Extremist

CUADERNOS CUADERNOS INTERNACIONALES INTERNACIONALES guerra social algún tratado de Versalles, una victoria por escrito.
Pero, al fin de cuentas, esto significará la ruina de todos.
Consecuente con estas palabras, la primera forma de acción que Rolland propone y que concierne sobre todo a los intelectuales, res la lucha sin cuartel del espíritu, armado con todas las fuerzas de la Razón, tendente a observar, controlar y juzgar los actos del Poder, imitando el ejemplo de los amigos ingleses, agrupados en torno a la Unión of Democratic Control (2. Hostigar, flagelar, lapidar los abusos a través de la crítica acerada, la ironía descarnada al modo de Voltaire y los Enciclopedistas, que hicieron más por la caida de la monarquía que el puñado de desesperados que tomaron la Bastilla. La segunda forma de acción es un arma más poderosa todavía, conveniente a un mismo tiempo a los más humildes y a los más elevados. Raramente empleado en Francia y Alemania militarizadas, demostró su eficacia en los países anglosajones, con los numerosos conscientions objectors y, en una más vasta medida, con método de Gandhi, la no resistencia que Rolland interpreta en el sentido de la no aceptación que debía conducir a la liberación de la India de la dominación del Imperio Británico.
Ampliando su controversia con Barbusse, Rolland se dirigió a sus hermanos, a los que pretenden ir a la vanguardia del pensamiento. preguntándoles si creen que el deber del intelectual sabio, artista, escritor. es comprometerse en cuerpo y alma en el ejército de la Revolución, o bien si creea que se puede servir mejor manteniendo la integridad de su libertad de pensamiento. Aunque sea contra la Revolución, si ésta llega a no comprender la necesidad vital de libertad. Si esto sucede será porque la Revolución habrá dejado de ser fuente de renovación. Se habrá convertido en una nueva forma del monstruo de cien rostros: la Reacción.
Las respuestas fueron publicadas en Art Libre, de Bruselas (Marzo Abril 1922. Encontramos ahí los nombres más representativos de la cultura europea, los que, ocho años más tarde, figurarian, casi todos, en la encuesta mundial que emprendí sobre Los Caminos de la Paz. No es posible dejar aquí constancia de todos esos nombres, desde Georg Brandes y Bertrand Rusell. hasta Heinrich Mann y Jules Romains, Fraus Masereel y Norman Angell. Fue Rolland quien resumió el debate, que sigue teniendo un actual interés. La mayoría se pronunció por la independencia incondicional, al mismo tiempo que la totalidad de estos escritores manifestaren su simpatia por la Revolución, inclusive los más obsesionados por su libertad intelectual (3. Georges Duhamel y Stefan Zweig son, entres estos últimos, los campeones más extremistas del espíritu independiente y solidario. El primero manifestó un aplastante desdén por el hombre de acción política. Dicho sea de paso, Rolland me manifestó este mismo reproche en el transcurso de una entrevista en 1930. La Revolución declaraba a Duhamel es cosa del espiritu (Galileo, Newton, Beethoven. La Revolución política consituye un acto superficial, sin consecuencias reales. La Revolución social hace miles de años que comenzó y no terminará nunca. Se produce de vez en cuando, en un espíritu y no en la calle. La Boetie, Vaubat. Rousseau, Diderat, fueron revolucionarios. Saint Just no es más que un agitador.
Según la réplica de Rolland, se trataría de La Revolución dentro de lo empírico. en ciertas horas, después de largos periodos de inercia, ignorando las necesidades y la urgencia de la acción. Yo creo que más bien se trata de una elección entre las tres series de ideales: políticos, sociales y humanitarios (que ya he expuesto en otras oportunidades) y entre los que es preciso elegir si deseamos realizar bien nuestro oficio, de acuerdo con nuestro temperamento o nuestra libertad de pensamiento. Duhamel ha elegido la libertad de su espíritu. como también hizo Stefan Zweig, para quien esta libertad era más esencial que la de un grupo o la del mundo. Esto no debe interpretarse como una nota de derrotismo insuperable. ya que Zweig ha dado en toda su obra a pesar de su suicidio. la prueba evidente de su preocupación por los más altos ideales de la cultura y del espíritu humanos.
El poeta Marcel Martinet, se pronunció en términos apasionados por la solidaridad total, absoluta, con la Revolución, con su miseria, con sus defectos. Es curioso constatar que, partiendo de un punto de vista personal, un Edouard Dujardins, poeta y filósofo, preste a la Revolución un blanco seno de autoridad. se ofrece el lujo de absolutismos cotólicos, o revolucionarios, que para el son una misma cosa. Pero es necesario no olvidar que los extremos se tocan y que la inquisición religiosa es el antepasado del Terror político que en nuestro tiempo surge por todas partes. Para la masa la estricta disciplina colectiva. opina Dujardins. Para algunos, la independencia, hasta el riesgo de ser sacrificados. Otros, como el dulce León Bazalgette, intentan salvar los dos principios: la individualidad y la comunidad Luc Durtain cree que el lugar de los intelectuales libres está más adelante que las filas, pero de ningún modo en las propias filas: y Kasimir Edschmid se reserva el derecho de revolverse contra la Revolución si ésta traiciona a sus deberes y los derechos del espiritu. En fin, otros, como Paul Colin, yuxtaponen u oponen, al programa de acción político de un partido, un programa de acción social del esp ritu independiente, lo que nos lleva al paralelismo concéntrico de la Internacional de los Intelectuales y de la Internacional Proletaria, que expuse un año antes de esta encuesta, en mi libro ya citado.
En conclusión, la idea debe convertirse en actos. Es también uno de mis Princ pios Humanitaristas. que son reconocidos, sobre el plan objetivo por Andreas Latzko, Gustave Dupin, René Arcos, Jacques Mesnil, Charles Vildrac. etc. actuar, pero actuar con libertad. Esta movilización de intelectuales aferrados a su independencia, fué a pesar de todo un homenaje a la Revolución. Provocó, en la prensa de ambos campos, polémicas, en muchos casos, excesivas. hirientes con frecuencia, como en el caso del fogoso Marcel Marti 66 67