CUADERNOS INTERNACIONALES INTERNACIONALES CUADERNOS del exceso de población, no procedieron a la inversa, sino que, por razones militares, fomentaron las familias numerosas como tantos países de Occidente lo hacen ahora. Pero ningún parche cconómico podrá detener la declinación en el coeficiente de natalidad. Ela obedece a causas poderosas y complejas, todavía no desbrozadas totalmente. La tendencia es evidente, y ella está en marcha. medida que el mundo se moderniza y que la cultura se extiende, las grandes concentraciones urbanas tienden a disminuir la natalidad. El sentimiento de independencia de la mujer y su puesto ya ganado en la vida social; los anhelos individuales de conocimientos y confort; la práctica del amor sin peligro de fecundidad y otras causas, han influido para que las familias urbanas se conviertan en el polo opuesto de las familias rurales. Por otra parte, el principio de que la población crece en razón inversa de la alimentación, de que hemos hablado, ha influido en gran medida en el mundo occidental. Es un hecho que cuánto más abundante y variada es la alimentación, menor es el crecimiento de la especie. Esta ley de equilibrio de la naturaleza no es patrimonio de los hombres únicamente. Ella ha sido comprobada a través de las observaciones en la vida de los animales y en los experimentos de laboratorio. Josué de Castro, el categórico de Geografía del Hambre ha insistido terminantemente sobre el particular en sus recientes conferencia en el Colegio Libre de Buenos Aires.
La miseria, el hambre, la promiscuidad y la ignorancia, son los mejores abonos para un crecimiento demográfico acelerado y de nocivas consecuencias. Ahí están los pueblos oprimidos y subalimentados de Asia para demostrarlo, con una India de más de 400 millones de habitantes, de los cuales un 45 muere antes de llegar a los 10 años. El dia que los pueblos asiáticos asimilen los conocimientos que ya son populares en Occidente, cuando eleven su standard de vida y conozcan las ventajas y el placer de la existencia moderna, también tenderán a marcar un compás en el crecimiento de sus poblaciones. El mundo es bastante ancho para una población mucho mayor que la actual, y en todo caso la experiencia nos demuestra que la humanidad no tiende a crecer hasta el límite de su capacidad productiva.
Las estadísticas relacionadas con la población pueden ser dignas de confianza a pesar de los márgenes naturales de error. No podemos afirmar lo mismo, en cambio, sobre la producción de alimentos. Una población se controla fácilmente a través de censos, registros de nacimientos y defunciones, etc. Una producción que en vez de basarse en las necesidades, se orier:ta por la cotizaciones, sólo se conoce a medias. Los estudiosos que han calculado la capacidad productiva del planeta nos han dado cifras harto contradictorias, Sobre este punto jamás logran ponerse de acuerdo. Cuando se manejan cifras demográficas, pesimistas y optimistas llegan pronto a un punto de conciliación. Cuando se mencionan los recursos, las opiniones resultan separadas por diferencias de envergadura. Para alguDI 110s, la tierra podría producir alimentos para unos 000 millones de personas. Otros calculan para 000 millones. Unos terceros creen posible ofrecer lo necesario a 11. 000 inillones, George Nicolai se aparta violentamente de estas cifras afirmando que la humanidad puede crecer hasta los 20. 000 millones. hasta la terminación del periodo agrícola que vivimos, y que después, en una etapa que denomina energética, nuestra especie podría seguir multiplicándose mucho más todavía.(4)
Los pesimistas han observado que cálculos tan optimistas, como los de Nicolai no ofrecen un fundamento detallado, y en parte tienen razón, pero ellos no proceden de otra manera, Nicolai arranca de un punto de vista científico e internacionalista, considerando al planeta como una unidad productiva, sin inconvenientes artificiales.
Los pesimistas se afirman sobre una base grandemente falsa, teniendo en cuenta el modo de producción actual y como si las relaciones humanas debieran ser eternamente las mismas.
Es conveniente insistir que no han sido los científicos ni los profesionales quienes dirigieron la operación de laboreo de la tierra desde las grandes explosiones demográficas, sino los mercaderes, que se apoderaron de continentes enteros y los saquearon. Con la sola meta del lucro, ambiciosos y bárbaros, talaron las selvas y los bosques sin reforestar un sólo árbol jamás, destruyendo el equilibrio fatigosamente logrado por la naturaleza, modificando los climas y grosionando el suelo. Ellos sembraron donde debía haberse criado la ganaderia, y criaron la ganadería donde debía haberse sembrado.
Perjudicaron regiones enteras con la práctica del monocultivo, cono buenos productores para la exportación, y abandonaron otras a la acción erosiva de los vientos y de las precipitaciones pluviales.
Degradando a las poblaciones nativas, tierras productivas cayeron en un abandono total Por otra parte, el sistema mundial de explotación del suelo sigue siendo, individual, en una época en que sabemos que no es posible obrar arbitrariamente en una parte sin perjudicar a la otra, naturalmente en el marco de cada región económica. La inmensa mayoría de los campesinos, por ignorancia y por falta de recursos, no emplean los métodos modernos de cultivo y de abono o los de mecanización de las tareas rurales. La lucha contra las enfermedades, las pestes y los insectos, es todavía insignificante. La ha calculado que solamente los roedores, los gorgojos y otras plagas destruyen unos 65 millones de toneladas de grano del mundo por año, más que el suministro total de trigo y centeno para toda Europa antes de la guerra, Grandes cantidades de alimentos perecederos se pudren en los lugares de cosecha por falta de oportunos medios de transporte.
Otras más se arrojan a las aguas para mantener altos los precios del mercado. en el siglo de la energía atómica, todavía existen países que deben utilizar los cereales como combustibles.
La enumeración podría continuar.
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