CUADERNOS INTERNACIONALES CUADERNOS INTERNACIONALES blación crece de manera geométrica (1, 2, 4, 8, 16, 32, etc. mientras la producción sólo crece de manera aritmética (1, 2, 3, 4, 5, 6, etc. En esta diferencia residía, a su juicio, el secreto de la iniseria del pueblo, y en consecuencia recomendaba, entre otras cosas, que los hombres se mantuvieran célibes hasta pasados los 30 años, y a los obreros que se casaran cuando se sintieran responables de una prole de seis. Su pesimismo sobre los recursos alimenticios y la frescura de sus recomendaciones sexuales despertaron una gran oposición, pero como se ha escrito tantas veces, Darwin fué el primero que, con una sólida base científica, asestó un poderoso impacto a la teoria cuestionada. Darwin demostró que no solamente la especie humana, sino también los animales y los vegetales, de quieres nos alimenta2010s, crecen geométricamente. Las investigaciones del sabio inglés destruían, prácticamente la mitad de las suposiciones de Malthus.
Fourier, por otra parte, había tratado de introducir un factor de equilibrio en el proceso de crecimiento demográfico, afirmando que la población crece en razón inversa de la alimentación. Las observaciones recogidas desde entonces confirman ampliamente la afirmación del sociólogo francés. en todo este siglo y medio, estadísticas más seguras, control cuidadoso de las curvas demográficas por países y regiones, censos más dignos de confianza, etc. como asimismo un más intel. gente cultivo y conservación del suelo, la construcción de grandes represas y el avance general de la ciencia, en fin, ofrecen una perspectiva más prometedora para el género humano, si éste quiere forjarlo en realidad.
Sin embargo, hay quienes pretenden esquivar hasta los más in discutibles atenuantes y en el colmo de un histerismo condicionado, llegan a proponer que se deje libre curso a las enfermedades y las pestes para que sus estragos actúen como reguladores de la población. Es decir, un soterramiento de la ciencia, como el de la filosofía en la edad media. Si reventara media humanidad, estos hombres se quedarían al fin contentos. claro está, quienes debieran reventar son las hambrientas multitudes de Oriente, Negar los difíciles y complejos problemas que plantea el crecimiento de la población, sería, naturalmente, adoptar una posición suicida. Pero la gravedad de las consecuencias no debe impedir el análisis más sereno de las causas. Es preciso proyectar la mirada sobre el conjunto de los fenómenos, relacionando al hombre con la tierra y a ambos con la ciencia que ahora tiene el mundo a su disposición. Después de todo, ni el crecimiento ni la desnatalidad son cosas nuevas en la historia. En Atenas exponían a la intemperie a las criaturas que acababan de nacer, y Aristóteles opinó que el Rey Minos de Creta introdujo aberraciones sexuales en su país con el objeto de prevenir, como los atenienses, los inconvenientes de la suiperpoblación. Esparta, en cambio, que vivió cultivando las aptitudes físicas de su pueblo, mermó el índice de su natalidad y lentamente desapareció como fuerza en el mundo antiguo. Roma, en el esplendor de su poderio, pagaba a los padres de familias numerosas para impedir los inconvenientes de la despoblación.
Pero ésta no debe ser época de atenienses ni de romanos. El hombre es capaz de regular su propio crecimiento y el de otras especies animales además. Estas mentalidades sombrías que querrían continuar con los procedimientos bárbaros, hacer el juego, al sistema capitalista que se resquebraja. Su propaganda angustiante quiere ensombrecer las más caras esperanzas del mundo de postguerra, tiende a restar asidero a las soluciones fundamentales que se reclaman y se propone filtrar un fanatismo biológico y ecológico frente al que nada podrían la ciencia y la voluntad de los hombres.
No seamos suicidas, pero no pretendamos que estamos obligados a ser asesinos.
La causa fundamental del crecimiento de la población mundial se encuentra en la declinación de la mortalidad. Las verdaderas eclosiones demográficas que se sucedieron a lo largo de nuestra era semi industrial con el resultado de una lucha victoriosa contra las enfermedades y las muertes prematuras. Los progresos de la medicina, la extensión de los principios higiénicos, la modernización de las ciudades y una más adecuada alimentación, contribuyeron a prolongar la vida del hombre y, en consecuencia, la amplitud y la profundidad de la cultura general. Se ha calculado que el promedio de vida en la Europa del siglo XVIII era de unos 33 años, mientras que en la actualidad países como Dinamarca acusan 60 y Suecia 63 años. Como lo afirma categóricamente Kingsley Davis: Si se debiere a la natalidad, habría manifestaciones en ese sentido: pero no hay pruebas de que en ninguna parte importante del mundo hayan crecido en la época contemporánea los coeficientes de natalidad, sino que abundan pruebas de lo contrario (3. Grandes áreas del mundo, efectivamente, tienen una población estacionaria o declinante. Casi toda Europa se encuentra comprendida en esta situación. Francia ya es un caso crónico. Inglaterra contará con algunos millones menos dentro de algunos años. Estados Unidos, Australia y Nueva Zelandia se ericuentran en la situación del noroeste de Europa. El coeficiete de natalidad de la población blanca de EE. UU. por ejemplo, estimado en 55 por cada 000 habitantes en 1880. disminuyó a 30 en 1900 y hasta alrededor de 18 en 1940.
La población norteamericana comenzará a descender antes de fin de siglo. El Japón mismo, que ha duplicado su población en el término de 60 años, comienza a mermar el coeficiente de natalidad.
En 1945, Churchill reveló las preocupaciones oficiales sobre el descenso señalado al dirigirse a la Comisión Real de la Población. Nuestro país espera un fundamento siempre abundante de niños saludables, nacidos en la que estamos seguros será una sociedad más amplia y tolerante, y un mundo menos perturbado. En Canadá, por la misma época, se establecieron pagos mensuales a los padres de niños menores de 16 años que significaban una erogación de 200 millones de dólares. Alemania e Italia, que se quejaban 56. 57