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CUADERNOS INTERNACIONALES ANARQUIA HISTORIA (A propósito de un libro de Sergent y Harmel (1)
Por ALBORNOZ DNE ¿Cuándo se fecha el comienzo del anarquismo? La historia ha carecido siempre de un método para determinar con certeza en qué momento se inicia un hecho histórico. Depende el problema de nues.
tro conocimiento o del punto de vista adoptado para comenzar el relato. Por tales razones los especialistas han forjado el concepto de pre historia.
La historia del movimiento anarquista organizado puede decirse que data escasamente de los años que siguen a la Commune. Pero, principiando la exposición en ese punto, se relegan en el olvido las acciones y las obras de Godwin, Stirner, Proudhon y casi Bakunin, por no citar mas que los nombres que acuden a la mente de cualquiera. El pensamiento libertario es sin embargo tan antiguo como el hombre mismo. Los pacientes trabajos del gran historiador Max Nettlau, cuyo mérito no ha sido aún suficientemente reconocido, han demostrado con toda precisión como la idea, parcial o global, de la anarquía, se encuentra a lo largo de toda nuestra historia.
Su difuso ideario, en el que alternan momentos de mayor o menor felicidad de expresión no es ciertamente lo que entendemos hoy por hoy por anarquía. No existe desde luego tampoco continuidad entre aquél pensamiento y el nuestro. Lo que une ambos términos es la permanente revuelta del hombre contra la autoridad.
Al redactar Alain Sergent y Claude Harmel su Histoire de Anarchie habían por fuerza de abordar la cuestión del origen de la anarquía. La solución elegida por los autores parece, a juicia nuestro la más acertada. La anarquía moderna dicen es la lucha contra las encarnaciones modernas de la autoridad, muy particularmente contra la forma moderna del Estado. Según esta definición se entiende que la forma actual del anarquismo cabe dentro de un todo genérico, pero además está limitada con claridad a una sociedad concreta, la que comienza con plenitud de rasgos propios a principios del siglo XVIII.
Desde aquella fecha hasta que, siglo y medio más tarde, la anar.
quía toma cuerpo en unas organizaciones, se busca afanosamente, ensayo tras ensayo, los métodos de acción más perfectos y el pen.
samiento más agudo. Estos tanteos, sin coherencia a veces, que tanto irritan a los marxistas (2) habituados a la mera. exégesis de Marx, los vamos a presenciar en este primer volumen de la historia escrita con desenvoltura y amenidad por Sergent y Harmel.
Tanteos a veces desgraciados, lo reconocemos, pero que habían de producirse puesto que cada pensador abordaba de raíz los problemas rechazando el fácil criterio de autoridad. La diversidad parece a muchos cosa nefanda; pero ¿se puede seguir afirmando sin ligereza, que, a pesar de las numerosas corrientes actuales del anarquismo, no existe un bagaje de ideas común a todas las corrientes? y ¿no han sido eliminadas de la inquietud presente de los anarquistas aquellos ensayos ya demasiado anticuados?
Aquí se vislumbra un problema de los más interesantes que el anarquismo debiera dilucidar bien a fondo. El anarquismo moderno resulta, según la definición de Sergent y Harmel que conocemos, de la relación de esta doctrina social con la sociedad donde se desarrolla. Se puede decir, siguiendo el mismo hilo de razonamiento, que el pensamiento anarquista depende en parte, en lo sustancial, de la vida intelectual de cada época. corta vista parece que no habría inconveniente en admitirlo. El pasado del anarquismo está lleno de ejemplos de generosa aceptación, sin un previo análisis, de ideas que podrían modificar de modo fundamental nuestra ideología.
La pregunta formulada más arriba puede llevarnos muy lejos de nuestro punto de partida. En primer término habría que distin.
guir cuanto en el anarquismo es considerado como sustancial y cuando es accidental; y también la tarea no es nada simplecual es el haber intelectual de una época. Ambas recapitulaciones suelen poder realizarse únicamente con cierto retraso, con cierta perspectiva. Los historiadores son quienes se encuentran, por la distancia que media entre él y lo observado, más capacitados para advertir aquellos fenómenos.
Recientemente Köchlin, en un artículo algo confuso (Soli daridad Obrera, Paris, 10 VI 50) advertía que la concepción anar.
quista del mundo estaba impregnada de la filosofía positivista. El positivismo, tras incorporar un escaso número de pensamientos a la cultura moderna, ha desaparecido como corriente filosófica viva. Las concepciones filosóficas y teoría histórica con que Kropotkin y Reclus redondeaban su anarquismo, representan para nosotros dice aproximadamente Köchlin un mero valor histórico; pero sus libros todavía no han perdido nada de su vitalidad y actualidad. Su filosofía está ligada a las concepciones del siglo XIX vencidas por el tiempo, mientras que su anarquismo vive y es actual, hoy como ayer.
Nos atrevemos a decir más aún, Ortega y Gasset, hará ya un cuarto de siglo, en uno de sus más decisivos ensayos, El Tema de nuestro tiempo. señalaba como el conjunto bastante orgánico que formaba el pensamiento del siglo anterior había sido sustituido por otro radicalmente diferente. El evolucionismo, racionalismo, progresismo, continuismo, formas todas de un absolutismo mental. 39 38