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CUADERNOS INTERNACIONALES CUADERNOS INTERNACIONALES espontáneamente sin aspirar a una autoridad universal u opresora, Los distintos calificativos empleados por Burckhartd demuestran hasta qué punto es difícil definir el concepto de cultura. La espon taneidad, la diversidad y la libertad son las características de una cultura auténtica y precisamente los motivos que impiden que una cultura pueda ser impuesta a un pueblo como una cosa hecha, lo que confirma el error fundamental de los regímenes fascistas mot dernos.
Pero no compliquemos la cuestión ensayando de definir todo lo que la cultura podría comportar o implicar. Sabemos que se expren sa en ciertos valores tangibles, siendo los más evidentes la literatura, la música, la arquitectura, la pintura y la escultura en sus manifestaciones más elevadas. El término cultura puede igualmen te significar otras muchas cosas, pero ninguna cultura ha existida que no poseyera una o varias de estas artes, y las más importantes las reunieron todas.
Burckhardt indica que principal esfuerzo de nuestra civilización contemporánea tiende a elevar el nivel general de vida y el confort. el cual, más aun que la grandeza o la felicidad pan rece traducir mejor el ideal del mundo moderno.
Esta tendencia se inanifiesta de muchas maneras. La más des tacada nos la ofrece la historia del movimiento sindicalista. Aunr que los políticos burgueses y los sociólogos le han prestado fren cuentemente, de manera errónea, intenciones políticas, el movimiento sindicalista es generalmente salvo algunas excepciones fiel a su carácter inicial de asociación que lucha por obtener mejores condiciones de trabajo y, paralelamente a sus manifestaciones más bien agresivas. que sólo fueron políticas incidentalmente. sus actividades han revestido siempre un carácter filantrópico, es decir, obtención de indemnizaciones por enfermedad, paro forzoso y segus ros divesos, etc.
La actividad de los sindicatos ha sido secundaria, y el movimiento, en general, continúa desprovisto de toda ideologia particular y, al mismo tiempo, de toda aspiración cultural y política. Se sabe que en Gran Bretaña, la necesidad de constituír un organismo distinto, dotado de un poder político, tuvo como consecuencia la creación del partido laborista. Este partido es sostenido por los sindicatos y su orientación política está dirigida según los objetivos materialistas de estos últimos.
Así, el sistema democrático que se dice traducir en la hora actual la ideologia de la mayoría, es por su misma naturaleza un mentis a la cultura. En todas las sociedades modernas los emisarios de cul tura han representado siempre una minoria. Constituyen una clase bien diferenciada, designada con un nombre especial. intelligentzia.
Incluso en las sociedades primitivas, los artistas y los sacerdotes tenían tendencia a formar castas, muchas veces por motivos arbitrarios. Se puede observar a través de la historia diferentes grados DI de integración de esas castas en el conjunto de la sociedad. En cier tas épocas, en el XII y XIII siglos, por ejemplo, la integración par rece ser casi completa. cada individuo es reconocido en tanto que artista, y las divisiones de la sociedad se operaban según las vocat ciones y no según las clases. Acualmente, la distinción entre un arquitecto y un contratista de obras, y entre este último y un albañil, constituye una distinción de clases. En la edad media, la distinción se operaba únicamente según los oficios, es decir, según los grados de integración de cada vocación personal.
Cuando un sistema democrático da lugar a una distinción de clases, ésta desencadena inmediatamente un conflicto entre la burs guesía y el proletariado, de una parte (abstracción hecha de los oficios) y la intelligentzia de otra. Un profundo y amargo desprecio, hacia los intelectuales constituye el rasgo dominante de las socien dades democráticas de Gran Bretaña y Estados Unidos. Aun si este conflicto no tiene bases más profundas que la ignorancia y la indiferencia reciproca, será una causa determinante en la separación decisiva que opondrá la cultura al nivel de vida elevado. Burs ckhardt tal vez no tiene toda la razón cuando afirma que el esfuer zo principal de nuestra civilización tiende a elevar el nivel de vida. es un problema que merece ser explorado. pero si la democracia tuviera que escoger entre la cultura y el confort, seguramente obtaría por éste último, aunque la alternativa no pueda ni siquiera ser planteada seriamente.
Esta actitud de la mayoría no carece de fundamento. En la Sociedad moderna, la cultura se ha convertido en sinónimo de algo artificial. Ya no emana del pueblo y de su manera de vivir, sino que le es impuesta por la enseñanza y la propaganda. La cultura es den recho adquirido de los universitarios, los académicos, los profesor res, los editores y proveedores de cultura en general. Los organismos profesionales dispensadores de cultura poseen ciertos usos in telectuales, una cierta apreciación de las artes y las literaturas del pasado, que se encuentran formuladas en los cánones del gusto y se transmiten como una tradición y, aunque ésta se viene imponiendo desde diversos puntos de vista en tanto que guía como modelo en tanto que criterium de iniciación el hombre medio es perfec tamente libre de convenir que esa tradición no tiene ninguna relación con su vida cotidiana. La desaparición de las literaturas griega y latina o la destrucción de la arquitectura de la Edad Media y del Renacimiento, no tendrían ningún efecto sobre el espesor de la can pa de manteca que extenderá sobre su pan, ni sobre la calidad de la lana que servirá para confeccionar su ropa de abrigo.
La diversidad y la libertad aparecen manifiestamente como las dos condiciones previas a la vitalidad cultural, pero implican un tercer factor que, lejos de ser evidente, no es el menos esencial de todos. Burckhardt no hace ninguna mención en su definición de la cultura tal y como aparece en Consideraciones sobre la Historia, pero. 24. 25