HitlerNihilismViolence

CUADERNOS INTERNACIONALES CUADERNOS INTERNACIONALES concreta. Veamos. Qué es lo que nos suscita el sentimiento de mie do? Ante todo, incontestablemente, el silencio. En estos años últimos aprendimos también que únicamente es posible vivir en un mundo donde quepa pensar que, al dirigirnos a una persona con razona.
mientos humanos, recibamos de ella acciones humanas. Sin embargo, hemos descubierto que existe cierto tipo de hombres con los que de nada sirve razonar humanamente. ningún internado en los campos de concentración se le ocurriría persuadir a los que le vigilaban que no debían hacerlo.
Nos hallamos, pues, bajo este punto de vista, en un mundo do silencio y, por lo tanto de violencia. Pero hay aún más: La abstracción. Es indudable, en el plano de la técnica, que la presencia humana, el contacto humano, es reemplazado con creces cada dia por intermedio del instrumento mecánico. Esto es igualmente cierto en la sociedad, donde existe un fenómeno internacional que se llama burocracia. Por su culpa, en todos los grados de relación con el Estado no se tropieza jamás con un ser humano.
Un tercer rasgo de la época actual sería la substitución progresiva e inevitable del hombre real, del hombre cotidiano y concreto, por el hombre histórico. La actividad humana está interferida cada vez más por la política. Podéis leerlo en cualquier parte y por déis preguntároslo a vosotros mismos. La política interfiere todas vuestras reacciones y vuestra manera de considerar el mundo.
La cuarta característica sería, a juicio de lo que observo, la voz luntad de poder.
El conjunto de estos factores silencio, deshumanización y voluntad de poder. representa el terror. Me parece indudable que vivimos en un mundo de terror, con el sentimiento más o menos confuso, o más o menos preciso, del terror. qué atribuirlo? Me parece que, sin ponernos a filosofar, se podría afirmar que en la medida que una persona confía en el progreso inevitable, en una lógica histórica también inevitable, coloca, sobre la base de este racionalismo absoluto, los valores históricos que trata de alcans zar por encima de los valores que estamos acostumbrados considerar, por educación o por prejuicios, como válidos. Cree, por ejemplo, aquella persona, que la sociedad feudal debe fatalmente suceder al caos inicial y que las naciones deben vencer luego este estado feudal. Después vendría el internacionalismo, o si se pren fiere, la Sociedad de Naciones, y enseguida la sociedad sin clases.
El racionalismo absoluto o la idea de progreso, sea cual fuere, admite en el fondo el principio de que el fin justifica los medios.
Si es inevitable el que debamos alcanzar la sociedad sin clases, no vamos a vacilar en la elección de los medios. La mentira, la violencia, el asesinato del hombre podrán ser lamentables en la mentalidad de las gentes; pero no deberán rechazarse si el objetivo re presenta algo inevitable, histórico y deseado.
Si pensamos, en cambio, que el individuo tiene por una parte DI sus correspondientes errores y, por otra, encuentra ante si aque llos fenómenos coercitivos, debemos concluir que es preciso inten tar oponerse, cuanto se pueda, al destino que parece esperar al in dividuo.
Ahora bien, vamos a vivir en contradicción, porque si tomamos al tipo de curopeo medio o incluso al intelectual medio ¿qué principios puede oponer a los otros, cuando no cree en ellos? Log espiritus cristianos me concederán que el ochenta por ciento de los europeos viven lejos de la Gracia, y que entre los veinte restantes, el número de los cristianos auténticos es muy limitado. No son, pues, valores religiosos o tradicionales los que hay para oponer a los que hoy pesan sobre el mundo. No poseemos ningún Valor fundamentado que contradiga a estos valores. Y, si no poseemos ninguno, estamos. me limito a comprobar una situación de her cho, en el nihilismo. El problema actual, que también se plan teó durante la última guerra, es conocer cómo la inmensa mayoría de los europeos podrán negarse a las empresas de coerción sin disponer ellos mismos de valores precisos. Las gentes que no creían en nada durante la guerra, tampoco tenían nada que oponer a Hitler.
El nihilismo absoluto alcanza en este aspecto el mismo efecto que el racionalismo absoluto. Debemos comprobar que vivimos en la cons tradicción que debemos sobrepasarla. Ahí reside exactamente el problema histórico que hemos de enfrentar, Para sobrepasar la contradicción hay que pensar de cierta manera, con las manos o con la cabeza. La empresa de pensar y ren construir, de conciliar las aspiraciones contradictorias, no puede realizarse dentro de un clima de miedo. Si el individuo quiere salvarse debe inmunizarse contra el miedo y reclamar, incluso, la supresión de la pena de muerte. Tal medida aligeraría la tensión en el plano jurídico. Si se pudiese lograr, me parece que habríamos cubierto una etapa esencial, y que es, además, la única empresa que puede, hoy por hoy, salvar al individuo.
Quienes no poseen la verdad absoluta no desean matar a nadie ni quieren ser asesinados a su vez. Desean buscar la verdad y en consecuencia, requieren un cierto número de condiciones histó.
ricas que les permitan la búsqueda. Es lo que yo llamo las condiciones de un pensamiento modesto. Podemos definir las condiciones y podemos trabajar para que se realicen. Según mi criterio, esa acción posee el uno por mil de probabilidades. Lo cual no significa una razón para no intentarlo. Esa acción debe reclamar sus principios del análisis hecho más arriba: si la política, cualquiera sea su matriz, está fundamentada sobre la voluntad de poder, sobre el realismo y sobre principios falsos, debemos rechazarla totalmente y retirar por completo la confianza a todos los gobiernos, sean cuales fueren.
Si queremos ir todavía más lejos, debemos decir las cosas claramente. Para no citar más que un ejemplo, diré como Sócrates: No. 6