¿Por qué todo ese empeño en conciliar la buena voluntad y las simpatías del nuevo mundo. Simplemente por no herir sentimientos detrás de los cuales no se yergue la inminencia de la guerra? No, los Estados en guerra temen el mal juicio del universo, porque su reprobación podría traducirse en elementos de resistencia desastrosos para los propósitos que dieron margen a este conflicto: la expansión comercial y la infiltración económica, la conquista de los mercados y la inmigración ultramarina.
haber a entre cia soci demost cio no rivalida nante e coopera tiene el sibleme La y recurso el mund la gra los país zas, est tentosa ropa ce Europa tres ele ellos y Cuando se pretende que la civilización reposa, en última instancia, en la fuerza, policial o militar, no se advierte que el ejército y la policía, eliminada la ley que los mantiene, no existirían, o serían ayuntamientos informes, anárquicos e ingobernables. Quién sujeta las filas a la docilidad. Quién adscribe la oficialidad a la jerarquía. Quién asegura la obediencia de las masas armadas al mando supremo de un hombre. Cuál es, en suma, el elemento compulsivo, según el cual se mueve el poder de las armas? La fe jurada, los textos escritos, la certidumbre de un régimen común a todos, el contrato de asociación, de organización, de sujeción, a que todos se sienten vinculados. Remuévase esta base, dice un americano «y no habrá diferencia entre los Estados Unidos y Haití. No es porque los norteamericanos sean más militares, por lo que se preservan de ciertos defectos de la civilización sudamericana. Es justamente por ser menos militares. Ya se dijo que la fuerza es quien reivindica los derechos de Bélgica. Pero quién puso a la fuerza en movimiento. Quién impulsó a Inglaterra a correr en socorro de los belgas?
Un influjo del espíritu, una cosa moral, una idea: la tradición de la santidad de los tratados, la teoría de las obligaciones internacionales, el sentido de un contrato existente.
La noción de contractualidad, más o menos jurídica, más o menos moral, está en el fundamento de todas las sociedades humanas. Sin ella, ni aun en el crimen puede años, lado, ni limitad: de las casi me en la Esa za dura ra, no en tales mundo en toda deza, La de los 294 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.