puede ser la indiferencia, no puede ser la insensibilidad, no puede ser el silencio.
una como nea y ap intereses do la ob Haya, in riores in dejando des, todd bibles ca dad exc coautoría relacione La im recho, la tas por Si lo fuese, la obra de La Haya no sería solamente un capricho fútil: sería una celada atroz. Porque descansando en el supuesto valor de sus dictámenes como límites de la fuerza y garantías del derecho, los pueblos se entregarían a la espectativa del régimen jurídico allí cuidadosamente articulado, para despertar de repente bajo el tronar de los cañones que los harían pedazos.
Los Estados soberanos no se reunieron durante largos meses en la capital de Holanda para examinar didácticamente los problemas del derecho internacional y redactar en colaboración un manual teórico del derecho de gentes.
La conferencia de la paz no fué una academia de sabios o un congreso de profesores y jurisconsultos, convocados para discutir métodos y doctrinas: fué la asamblea plenaria de las naciones donde se convirtieron los usos fluctuantes del derecho consuetudinario en textos formales de legislación escrita, bajo la fianza mutua de un contrato solemne.
Desde entonces los gobiernos que lo firmaron, si no se constituyeron en tribunal de Justicia para sujetar los transgresores a la acción coercitiva de sentencias ejecutorias, contrajeron, por lo menos, la obligación de protestar contra las transgresiones.
Es esa por tanto, una situación incuestionable que los Estados afirmaron por las convenciones de La Haya. Es ese un derecho que la neutralidad mediante ellas conquistó, y un deber a que por ellas se sometió: el derecho y el deber de constituir un tribunal de conciencia, una instancia de opinión, una jurisdicción moral sobre los Estados en guerra, para juzgar los actos y reprobar los excesos. La neutralidad inerte y sordomuda cedió el paso a la neutralidad vigilante y capaz de función judicial.
si deriva no fluye. ciales nueva la expre ral de la No: deb con la para im Jamente y mejor Indu mayores militares ciales cc luchar.
beligera narse la naciones Renunciando a esas funciones tan benignas, tan saludables, tan conciliadoras, la neutralidad actual cometería el más lamentable de los errores: inmolaría al egoísmo de tar que 292 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.