En vano pretenden ciertos señores, llamados vulgarmente prácticos y positivos, cuando son idealistas sin hacerse cargo de ello, dividir el género humano en dos clases o categorías, a saber: hombres teóricos y hombres prácticos, o dígase, hombres de ideas y hombres de acción.
Porque si acudimos al raciocinio, résulta, en puridad, que no puede darse acción humana o acto voluntario, sin razón o motivo, aun dejándose de la libertad y el libre albedrío, en que yo creo, y cayendo en el ciego determinismo, mecánico y materialista, en que suele creerse por ahí, donde, a falta de otras razonables creencias, se creen imposibles, para matar hambres cerebrales o ver de corregir la anemia mental o espiritual con que atormenta una cultura insuficiente. Ni quién puede querer y determinarse acciones psíquicas necesarias para la acción física; quién puede apetecer ni elegir algo, sin conocerlo previamente. Las famosas nostalgias de ciertos poetas ultramarinos, y también cismarinos, y demás gente distraída y de cargazón literaria, no sólo implican absurdo gramatical, o de etimología, sino también torpe y ridículo contrasentido lógico, por cuanto nadie puede desear la vuelta a lugares donde jamás estuvo El mal de patria y las tristezas de soledad, cosas tan claramente definidas, nada tienen que ver con las vagas aspiraciones a un ideal que jamás puede realizarse; pero que alienta a los racionales en el trabajo de la vida, haciéndoles gozar con las esperanzas de algo mejor, en regiones todavía inaccesibles, y sufrir con las desatinadas groserías de la realidad presente. si atendemos a la historia, entrando ya de lleno en nuestro asunto, los hechos más importantes y trascendentales, los hechos de valor real, por ser verdaderamente educadores para la vida, débense a hombres representativos: porque viven sus ideas, convirtiendo en acción su alto pensamiento, y su hondo sentir, y su querer irresistible.
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