Por eso siempre ha necesitado vivir sobre las armas, presto a devorar para no ser devorado, presto a conquistar para no ser conquistado, presto a engañar para no ser engañado. La astucia maquiavélica, el militarismo llevado al máximum de potencia, la diplomacia falaz y tortuosa y el espionaje organizado con arte y paciencia, son elementos consubstanciales que forman parte integrante de su mecanismo.
Entidad cuyo origen radica en la lucha de clases, no es apta para la concordia ni para el gobierno de la justicia. Antes que Napoleon y Guillermo II que, en resumidas cuentas, no han sido más que dóciles instrumentos de un proceso histórico tan irreductible como doloroso, el Estado vigente es el peor enemigo de la paz y de la armonía de los pueblos. Gravita como un constante peligro sobre los destinos del mundo y, de seguro, no será sometido ni con la fuerza organizada como policía, ni con alianzas ficticias, ni con simples exhortaciones morales.
Cuando Alberdi atribuyó una función esencialmente beligerante a la legislación romana, no tomó el signo por la cosa significada. Bien que imbuido hasta 1870 de un cierto contractualismo en boga todavía, como se advierte en aquel pasaje de El crimen de la guerra en el que afirma que «cada individuo ha renunciado a las vías de hecho para dirimir sus querellas privadas, al entrar en sociedad, y se ha establecido que la fuerza colectivamente sería empleada para compeler a cumplirla en caso de inejecución de aquella renuncia al individuo que se aparte de ella. la agudeza de su genio sobrepasó las concepciones contractualistas y descendió a la realidad para designar como causante de la guerra a la propia constitución social. Vio claro, así, que detrás del código y de la ley está el orden establecido y que, toda vez que éste reposa sobre una constante beligerancia de clase y de fracciones, todas sus manifestaciones, en lo interno como en lo externo, hacia dentro y hacia afuera, deben ser necesariamente, de acentuado carácter guerrero. Por eso afirmó que «la guerra moderna tiene lugar entre un Estado y un Estado, nb 267 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.